Dr. Gustavo Halbide, Juez Titular a cargo del Juzgado de Familia de San Isidro;
Dra. Lorena Sarquís, Curadora Oficial del Dpto. Judicial de Junín;
Dr. Daniel Alonso, Defensor Oficial de Pobres y Ausentes en lo Civil, Comercial y Familia de San Martín.
El Dr. Halbide dio inicio a la conversación, introduciéndonos en un aspecto histórico: “Familia es una de las ramas del derecho que más ha evolucionado en los últimos 10 a 15 años en materia de legislación”. Hizo referencia al proceso de “tutela judicial efectiva”, que marca un rol distinto de la Justicia en donde hay intereses familiares involucrados. La justicia tradicional tiene la idea de que el juez es el conductor del proceso, quien resuelve el acuerdo formalmente, y en Familia la tutela judicial efectiva requiere más que eso, requiere que “la solución a la que se arriba sea la más adecuada para esa familia en ese momento determinado”.
El Dr. habló del derecho del niño de ser escuchado como sujeto de derecho, de acuerdo a su edad y grado de madurez, a quien “se lo considera parte activa en el proceso”. En este aspecto, hizo mención al Equipo Técnico Interdisciplinario y a su incorporación en los Juzgados, siendo su función el aporte de una visión específica a cada disciplina, para poder arribar a una solución legal que se ajuste a lo que esa familia en particular necesite; es decir, debe ser “factible de ser aplicada en ese grupo familiar”.
Los procesos de adopción, en su mayoría, surgen en relación a medidas de abrigo: niños en situación de vulnerabilidad donde los Servicios Locales toman intervención. “El trabajo que se llevará a cabo durante 180 días implicará al Equipo Interdisciplinario, para evaluar si es posible re insertar a ese niño a su grupo familiar, posibilidad que se agota, antes de declarar el estado de adoptabilidad”.
El Equipo acompaña al niño, de quien se acumula la mayor información posible respecto de su origen; a los postulantes, sobre quienes también se conoce su historia, y se realiza un acompañamiento muy valioso en el momento de la vinculación con una presencia permanente, otorgando “la mayor cantidad de garantías”, sabiendo de todas formas que en algunos casos eso puede fallar.
La Dra. Sarquís inició haciendo mención al “triángulo adoptivo” integrado por la familia de origen, la familia adoptiva y el niño que ingresa en este proceso; tomará de ese triángulo a la familia de origen. Se referirá a su función como Curadora Oficial en procesos de familia donde uno de los sujetos tiene alguna discapacidad y el Juez de Familia le designa la representación: “viene a sustituir la voluntad de una persona que tiene un diagnóstico del campo de la salud mental, tomando decisiones que se creen más convenientes para esa persona, es un modelo de sustitución y de representación del otro”.
En relación a las adopciones, es su función acompañar a mujeres con dificultades en relación a la maternidad debido a alguna discapacidad. Dentro del proceso adoptivo, la familia de origen puede ser el lugar al que el niño retorne, antes de que se declare el estado de adoptabilidiad. En cuanto a los procesos de separación de los niños de su madre, cuando ésta tiene una discapacidad, requiere que primero se implementen “sistemas y medidas de apoyo”, no en términos de una persona sino de una red para que se pueda cumplir esa función y el niño o niña pueda criarse en esa familia. El diagnóstico en el ámbito judicial, muchas veces es una primer barrera, ya que aparece asociado al prejuicio de que una madre no va a poder hacerse responsable por el niño; a veces allí “ya está sellada la suerte del otro”.
La Dra. toma una posición en relación a ésto, en cuanto a la forma en que se aplica el “interés superior del niño”, afirmando que los pasos se llevan a cabo incluso “a veces el niño es escuchado en exceso, pasando por todas las instancias judiciales”; sin embargo es muy difícil que se logre escuchar al niño sin una predeterminación en esa escucha. Reflexiona acerca de sus preocupaciones en relación a los funcionarios que continúan arraigados al modelo anterior, el modelo de sustitución en el cual se considera que se puede decidir por el otro y en donde la escucha se agota en lo formal, pero no se logra una construcción de un proyecto de vida.
El Dr. Alonso se refirió a la mencionada “trampa del Interés Superior del niño”.
Relata el caso de una madre sorda quien no podía vincularse con su hijo y a quien los servicios de salud y de justicia no podían ayudar por no contar con los recursos: a la estigmatización por la pobreza se suma la frustración de una discapacidad. La Defensoría en algunos casos se encuentra imposibilitada, “tenemos normas suizas para realidades etíopes”. Allí el trabajo consiste entonces en “tratar de equilibrar la balanza y luchar contra el pre concepto”.
Tomando las formas en que sus cargos son nombrados, como “Defensor de pobres y ausentes”, “Asesor de menores e incapaces”, Alonso habló de etiquetas que atrasan; sin embargo, el problema no radicaría allí, sino en que el nuevo sistema de protección de los derechos del niño trata de dejar atrás el sistema de patronato, la concepción del niño de “el estado decide por mí”, y no siempre lo logra. El ideal del “interés superior del niño” no puede ser estandarizado, cabe preguntarse cómo un niño puede ser realmente escuchado; “los niños no sueñan con una idea de familia como la soñamos los adultos, sus lugares de referencia a veces nada tienen que ver con lo que los adultos creemos”. Nuestras prácticas no pueden vulnerar sus derechos, y es por eso que es fundamental la interdisciplina como forma de llevar “lo humanizante a la letra de la ley”.
Guillermo Belaga, realizó una reflexión acerca de la mesa: “el psicoanálisis es una práctica ligada a lo social, a las lógicas colectivas”. Tomó “el trauma”, que para el psicoanálisis es uno por uno y que lo primero que hay que hacer con él es pareja.
Hay un cuerpo biológico, el del Trastorno del DSM, por otro lado está el cuerpo del derecho, y el cuerpo erógeno, que es el que nos interesa a nosotros. Por ejemplo esos niños que quieren seguir viviendo con sus madres, el cuerpo que resuena ahí con el Otro, que no tiene nada que ver con el ideal; ese es el cuerpo del que ustedes se ocupan. Ese compromiso es de lo que los invitados hablaron, de aquello que no hace a la cuestión kantiana de la ley, al universal, sino que va a lo particular de cada uno, y hay allí, en el uno por uno de ese cuerpo una coincidencia con el psicoanálisis