Por Lautaro Delgado Tymruk y Osvaldo Delgado
Edición del texto: Carlos-Gustavo Motta (***)

Ficha Técnica.

Kriptonita (2015)

Duración 1h 20 m / Argentina

Director: Nicanor Loreti

Guionistas: Nicolás Britos, Camilo De Cabo, Nicanor Loreti, Paula Manzone, Leonardo Oyola (basado en su libro Kriptonita)

Reparto: Diego Velázquez, Juan Palomina, Lautaro Delgado, Nicolás Vázquez, Susana Varela, Pablo Rago, Diego Cremonesi, Carca, Sofía Palomino, Diego Capusotto; Pablo Pinto, Luis Ziembrowski, Mariana Anghileri, Eduardo Castro, Vic Cicuta, Sebastián De Caro, Fabián Forte, Agustín Furió, Nicolás Galvagno, Tamae Garateguy, Mariana Glatsman, Esteban Lamothe, Federico Liss, Paula Manzone, Pablo Marini, Denise Nenezian, Leonardo Oyola, Alejandro Ruiz Díaz, Gabriel Schultz, Daniel Valenzuela, Lorena Vega.

Para aquellos que no saben de qué va la historia, Kryptonita podría ser perfectamente lo que DC Comics llama elseworld: historias de superhéroes conocidos, encapsuladas en un mundo autosuficiente, en las que pasan cosas un poco enloquecidas pero sin afectar la continuidad oficial.

Osvaldo Delgado comenta la película donde su hijo, Lautaro Delgado interpreta a Lady Di, una Mujer Maravilla Trans. La acción transcurre en el conourbano bonaerense en el interior del Hospital Paroissen.

Los súper héroes del margen.

Por Lautaro Delgado Tymruk

Kryptonita, hermosa novela de Leonardo Oyola, fue llevada al cine por el prestigioso director Nicanor Loreti. La novela puede ubicarse dentro del género fantástico-maravilloso según la definición de Tzvetan Todorov. Es decir, la historia comienza siendo un relato dentro de los límites de lo ordinario, lo conocido, y traspasa en algún momento con el transcurrir de los sucesos al plano extraordinario, es decir, maravilloso, donde lo conocido tiene otras reglas.

La novela de Oyola cuenta lo sucedido en alguna noche, allá por los ochenta, en el Hospital Paroissien, conocido hospital argentino del Conurbano de la Provincia de Buenos Aires, en La Matanza. Esa noche llega al hospital de urgencia un caso emblemático para la época. Un joven al que le decían “el Orejón”. Entró al hospital agonizante y murió allí mismo. Fue un caso muy conocido del llamado “gatillo fácil”. El que “recibe” al Orejón es el protagonista de la historia, “El Tordo”, que es un médico que hace horas extras de noche para ganar un poco más y agrandar su limitado sueldo. El Tordo lo recibe e intenta salvarlo pero por insistencia de un comisario de la zona lo deja morir. Al rato, apenas media hora quizás, llega la Banda del Nafta Súper. Banda ultra pesada del barrio Los Pinos que tiene como líder a alguien que resuelve, si es por las malas, todo con un par de bidones de nafta súper, de ahí su apodo. En el transcurso del relato conoceremos a toda la banda, sus anécdotas y sus historias. Sabremos que el Pini, como así también lo llaman al Nafta Súper, es también una especie de Robin Hood, que le quita a los ricos para darle a los pobres. Pero por sobre todo, y aquí lo extraño y novedoso también de la novela, es que este grupo tiene muchas semejanzas con los personajes de la Liga de la Justicia de DC Comics. Nafta Súper espejo de Superman, el Federico de Batman, Lady Di de la Mujer Maravilla, Cuñatai Guirá de la Mujer Halcón, el Ráfaga de Flash, el Faisán de Linterna Verde, Juan Raro del Detective Marciano. Sí, la hipótesis de Oyola es: ¿Qué hubiera pasado si los héroes de DC Comics hubieran nacido en el conurbano bonaerense? El Corona/ Joker aquí sería policía y El pelado/Lex Luthor sería del bando contrario al Pini.

Como dijimos antes todo el relato transcurre en una noche hasta llegar el día. La banda trae a su líder herido. Tienen que hacerle el aguante hasta que salga el sol . Al salir el sol este se curará le vaticinan a un Tordo descreído. Y todas las anécdotas que le cuentan, los súper poderes de la banda, que en un primer momento parecen fábula, mito urbano, van convirtiéndose en realidad. Nuestro héroe moribundo se salva. La banda aguantó estoicamente al rodeo de la policía. “Cuentenlá como quieran -dice el Faisán- pero somos reales”.

Para esta experiencia me tocó interpretar a Lady Di, Mujer Maravilla Trans. El temor era hacer la burla, como tantas veces vimos, de una realidad compleja y honesta. En principio uso el Método Paranoico Crítico de Salvador Dalí a la hora de elaborar mi personaje. ¿Qué significa esto? Significa ver por debajo de la pintura. Recordemos que el libro de Dalí, El mito trágico de “El Ángelus” de Millet es la tesis de Salvador que el cuadro de Millet, esa pareja de campesinos en medio de un campo de cultivos en un inminente amanecer o atardecer rezaban y a sus pies una canasta con frutos ocultaba debajo de la pintura un pequeño ataúd con el cuerpo de un niño y era por esto que el que miraba el cuadro sentía esa profunda melancolía aún sin saber por qué. Salvador elabora su hipótesis y luego hace pasar por rayos X el cuadro que estaba en el Museo del Louvre. Ahí descubre para su asombro y de los demás que efectivamente Millet había pintado un pequeño ataúd. Bien, cuando leo un guión pretendo hacer lo mismo. Indago por debajo de lo que se ve. Busco indicios de eso que está pero de forma invisible, tejido, sin palabras, pero acechando, en presencia.

Empiezo a investigar. Voy a recorrer los lugares donde el autor situaba a los personajes: El Hospital Paroissien, El Jesse James, que es una discoteca enorme, las calles de alrededor también. Primero fue entender que la historia transcurría allí pero en otra época; los ´80. La época en la novela está muy marcada por la larga lista de temas musicales que resuenan en el relato: Rolling Stones, Madonna. Ahora en el Jesse James eso es historia. Los chicos y chicas escuchan Regetton.

Luego fue investigar el mundo DC y en particular al personaje espejo de Lady Di: Wonder Woman. Lo primero fue descubrir a su autor. Este practicaba sadomasoquismo por eso el látigo del personaje. Es más: en los primeros números de la historieta la diosa amazona ataba a los rufianes de una forma muy particular: de la forma que se ata en las prácticas sado. Hago un paréntesis. Conozco a Karen Bennett. Karen es una de las mejores guitarristas que conocí en mi vida. Además es traductora de inglés y alemán. Además trabaja como asistente ejecutiva en Gate (Global Action for Trans Equality). Y además es trans. Karen me explicó todo lo relacionado a identidad de género: Qué es lo CIS (sujeto que está en sintonía con la identidad de género que le fue asignada por la sociedad), que es lo TRANS (sujeto que no está en sintonía con la identidad de género que le fue asignada). Ella me acompañó en todo el proceso junto con Paula Manzone, la couch de la película.

Retomo. Le cuento esto a Karen y me dice que entonces mi personaje puede ser una Dominatrix. ¿Qué es eso? Es la que domina en el juego sado. Debería usar bucaneras no simples botas, me dice. Las bucaneras y el látigo entre otras cosas distinguen a las Dominatrix. En un principio mi personaje no usaba látigo. Le propongo al director usarlo ya que reemplazaría al lazo de la verdad de la Mujer Maravilla. Le cuento toda la deducción y acepta encantado. Quise hacer mi composición gestual a partir tanto de mujeres trans como de mujeres cis. Leí a Marlene Wayar. Marlene es psicóloga social y activista trans. En uno de sus escritos Marlene cuenta que adoptó su nombre en homenaje a Marlene Dietrich. Revisito a Dietrich, la femme fatal alemana. Descubro que puede servirme su gestualidad. Su hibridación. Su energía “masculina”. Discuto sobre si mi personaje tiene senos o no. Defendía la idea que no esté operada. Karen me apoyó. Ni voz “femenina”, es decir, poner la voz aguda. Quise salir de todo estereotipo. Mi personaje debería tener casi la voz de Chavela Vargas si fuera por mí. Entonces mi hipótesis fue convertir mi cuerpo en un territorio de batalla sobre identidad de género. Lo hicimos. Pero por sobre todo construimos la trama amorosa de la banda y en particular de la relación de Pini y Lady y de Lady y el Tordo, posible pretendiente futuro de esta. Eros ganó la batalla por sobre los cuerpos. Y al agua pathos.

Kryptonita for Oeste

Por Osvaldo L. Delgado

Con el pasaje de Estados Unidos a potencia mundial durante el siglo XX, y en competencia con la fenecida URSS, se comenzaron a desplegar, fundamentalmente en occidente, los valores, las modas, los gustos, los discursos de la emergente y triunfante hegemonía.

Los superhéroes yankees invadieron las pantallas y las revistas. Los niños, los jóvenes y hasta los adultos fantasearían con ser uno de ellos. Las mujeres contarían con la Mujer Maravilla. Ante cualquier obstáculo de la rutina meritocrática de la burguesía norteamericana se presentaría alguno de los superhéroes, para reestablecer el equilibrio de los valores burgueses.

Superman, un ser excepcional, no humano, con poder casi absoluto. La encarnación del casi absoluto. Tendría que estar atento siempre por el peligro de la kryptonita (rusa, china, vietnamita, cubana, la población negra, hasta Guatemala). Superman, un hombre solo, que no retrocedía ante nada, salvo respecto al deseo de una mujer.

Batman, un super millonario parapolicial, acompañado por un jovencito en un equívoco vínculo de closet.

La frialdad histérica, la mujer sola con látigo en mano, bellísima e inalcanzable. Una dama de excepción: la Mujer Maravilla.

La película “Kryptonita” es una genuina y brillante deconstrucción de un aspecto potente de colonialismo cultural. Los superhéroes son del Oeste del Conurbano bonaerense, son una fraternidad suburbana. Los super poderes son poéticos, solo saben arreglárselas, como cualquier vecino pobre. Son perseguidos por la “ley”, con un negociador policial absolutamente canalla, tanto como el neoliberalismo promocionó en los últimos años en nuestro país. En la película hay fuertes lazos amorosos y de camaradería.

La Mujer Maravilla es una chica trans con una historia de amor pública con Naftasuper (el Superman bonaerense).

Es un film que subvierte el simulacro social imperial, que denuncia las profundas carencias de un sector de la sociedad que quedó absolutamente marginado de todos los bienes, pero la solidaridad y la lealtad son los valores supremos.

La escena de la chica trans Lady Di (la Mujer Maravilla) cuando le dice de su amor susurrando a un Naftasuper moribundo, está a la altura de “Fragmentos de un discurso amoroso” de Roland Barthes.

Ubico como nuestra “Carta robada” al médico de guardia del Hospital Paroissien, en el Conurbano Oeste de Buenos Aires, a donde llegan los “super” con “Nafta” herido.

Ese médico cobra un salario muy bajo, hace cuatro días que no duerme, no tiene medicamentos ni equipo, solo una enfermera, los pacientes se le mueren. Lo que ocurría en ese consultorio, ¿era lo que se llama realidad, o lo que concebimos como realidad psíquica, en su expresión onírica?

Hay una presencia permanente de la mirada de ese médico. Esa mirada funda el campo escópico, y de ese modo se “arma” la escena. ¿Dormía, alucinaba, fantaseaba? De toda esa versión, lo único que queda como testimonio es un agujero en la pared, los policías y el canalla solo pueden encontrarse con el agujero que les señala el médico.

El agujero se “traga” toda la escena de los superhéroes de La Matanza. Sólo queda un agujero, nada más que una figuración de la garganta de Irma. Fin de la película.

(*) Lautaro Delgado. Actor. Ganador del premio al mejor actor protagónico en NYCIFF 2012 (New York City International Film Festival) por el film Topos y nominado a los premios Florencio Sanchez por su actuación en Lote 77. Por su labor en El desierto gana el premio Mejor Actor Protagónico en el festival de cine de género Buenos Aires Rojo Sangre. Ganador del Premio Cóndor 2015 y 2016 como Actor de Reparto por Kryptonita y Gilda. En 2019 debuta como director teatral con la obra El corazón del Mundo de Santiago Loza con gran repercusión de la prensa y del público. El mismo año debuta como documentalista y participa en el Festival DOCBSAS con su película Treplevs que codirije junto a Esteban Perroud.
(**) Osvaldo Delgado. Psicoanalista. Analista Miembro de la Escuela. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Prof. Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires.
(***) Carlos Gustavo Motta. Responsable de la Red Cine Psicoanálisis de FAPOL por la Escuela de la Orientación Lacaniana.