5 de abril de 2019 / Escuela de la Orientación Lacaniana.

Proyección del film “Noche y Niebla” de Alain Resnais.

Invitados: Flory Kruger / Diana Paulozky
Coordinación: Carlos Gustavo Motta

Presentación de la Noche Carlos-Gustavo Motta

“Noche y Niebla (Nuit et Brouillard) es el primer registro documental sobre el Holocausto realizado en 1954 como encargo del Comité de la Segunda Guerra Mundial y con motivo de la celebración del décimo aniversario de la liberación de la Francia ocupada. Basado en el poema de una superviviente del genocidio, Jean Cayrol (responsable del guión del documental y ayudada por Chris Marker y que incluyo en el Anexo del presente ensayo) tuvo como objetivo reflexionar sobre el horror y la responsabilidad social tomando como especiales protagonistas a las víctimas del Decreto Noche y Niebla (los prisioneros NN, firmado por el mariscal Wilhelm Keitel) por el que enemigos políticos o combatientes eran víctimas de desapariciones forzosas, asesinatos o deportaciones que los conducían a campos de concentración.

En la revista digital “Caracteres Literarios”, la investigadora Rebeca Romero Escriva, refiere que en 1954 le encargan a Resnais la realización de este documental y exigió una condición no negociable: la participación en el proyecto de Cayrol, como garante de la autenticidad de lo que ocurrió. Romero Escriva afirma que junto a Cayrol, Resnais se rodearía de otros que harían del guión una obra perfecta: el actor Michele Bouquet que lee el texto; Hans Eisler, un refugiado alemán quien compone la música del documental y Anne Sarraute, quien realizó el montaje del documental.

Treinta y dos minutos es la duración del documental y refleja en cada uno de sus fotogramas, la construcción de los campos de concentración, su organización, la distribución del trabajo, los métodos de exterminio, los cadáveres transportados en carretillas. Con una voz over que comparte con el espectador tanto sus pensamientos, miedos, impresiones, reproches, el narrador se circunscribe a lo espantoso de este acontecimiento hasta llegar a la liberación por las tropas aliadas.

Ninguno de los acusados se responsabilizó de sus actos y la voz en off interpela al espectador con el objetivo que tome conciencia de eso espantoso que ve allí y que de ningún modo puede volver a ocurrir. No sólo es un acto de memoria propuesto por Resnais sino el refuerzo que no puede olvidar lo que ve.

En Figuras de la Historia, Jacques Ranciere hace referencia a la temática del exterminio de los judíos formulando un interrogante que consiste en el quehacer de la imagen cinematográfica frente a un acontecimiento que no debe haber sido. Utiliza para ello el concepto de reducción a nada, en alemán es Vernichtung, es decir, aniquilación, desaparición de una huella, incluso de un nombre. Concluye que lo que sido singular de ese episodio horroroso de la Historia de la Humanidad no resulta del exterminio en sí mismo, sino de la planificación sistemática para que no queden rastros del mismo. Es decir, su invisibilidad.

Ranciere cita además la célebre frase de Adorno que hablaba de la imposibilidad del arte después de Auschwitz para dar cuenta que Alain Resnais hace del registro documental de los sobrevivientes la posibilidad de hacer visible el espanto que fue y lo que no puede llegar a ser más. Una potencia regulada por la palabra y la imagen. La capacidad de hacer sensible lo inhumano.

Muchas gracias por la presencia de todos Uds. en este Auditorio de la EOL. Paso la palabra a Flory Kruger”

Flory Kruger

Agradezco la invitación que me hizo Carlos Gustavo Motta para compartir con Uds .esta primera noche preparatoria hacia el Enapol. Un verdadero placer estar aquí.

Para comenzar quiero contarles qué es el Enapol, porque quizás, muchos de Uds. no conocen esta sigla. Tenemos la mala costumbre de utilizar siglas que solo las conocemos y entendemos los de la misma parroquia, así que les cuento que Enapol es el Encuentro Americano de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana. Como su nombre lo indica, es un encuentro de trabajo que realizamos los analistas de la Orientación Lacaniana de todo América Latina cada 2 años, los años impares, por eso nos toca su realización este año 2019. Hasta ahora, se ha alternado este encuentro entre Brasil y Argentina, porque son los dos países que cuentan con una Escuela perteneciente a la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la EOL y la EBP, luego hay una tercera Escuela, mas nueva, la NEL, que agrupa 9 países de Latinoamérica: Ecuador, Perú, México, Cuba, Chile, Bolivia, Venezuela, Guatemala y Colombia.

Este evento, el Enapol, depende de la Fapol, que es la Federación Americana de la Orientación Lacaniana. Su finalidad es mantener el lazo estrecho entre las tres Escuelas americanas y hacer presente en ellas y en el contexto de toda América, a la AMP.Tiene entre sus objetivos representar a las Escuelas delante de las autoridades políticas y administrativas de los distintos países donde habitan y practican sus miembros, a fin de difundir y defender el Psicoanálisis en las situaciones sociales diversas de América Latina en el siglo XXI.La FAPOL trata también de mantener un intercambio fluido con organizaciones no-gubernamentales que tienen afinidad con sus objetivos y principios.Las actividades que desarrolla la Fapol son sus Observatorios y sus Redes, dentro de las Redes se encuentra la Red de Cine y Psicoanálisis, es la más joven de sus Redes, ya que fue creada hace alrededor de 1 año.

¿Por qué nos pareció importante crear esta Red?

Porque sabemos que el psicoanálisis se nutre de la cultura y el cine representa uno de sus sesgos. Cada día la subjetividad de la época tan vertiginosa nos enfrenta a un nuevo desafío en la clínica, a la vez que también se ven reflejadas en la pantalla las distintas vicisitudes por las que transita el ser humano. Cuando me propusieron la creación de esta Red, pensé que sería muy importante que los colegas que están trabajando alrededor del cine, en nuestras Escuelas estén conectados entre sí, vía una Red para intercambiar, difundir y transmitir a partir del cine, al psicoanálisis, no sólo en el interior de las Escuelas, como lo hace Carlos Gustavo Motta en este espacio, sino también en todos los ámbitos de la ciudad a los cuales podamos tener acceso. Hace ciento veintitrés años que la historia del cine acompaña al psicoanálisis y este nudo está cada vez más vigente.

Son muchos los temas que hacen a esta Red RCP, en esta oportunidad, la RCP se orienta hacia el tema del próximo Enapol que lleva por título “Odio, Cólera, Indignación: Desafíos para el psicoanálisis”. Carlos Gustavo Motta ha elegido hoy trabajar el tema del odio, uno de estos tres afectos con una total vigencia en la actualidad. Y su elección viene acompañada de una película que da cuenta de ello. El psicoanálisis es entonces, la brújula que nos orienta, es el que le pone un marco al tema de las pasiones. Vivimos cada vez y con mayor frecuencia, la experiencia de distintos actos de violencia, robos, secuestros, asesinatos, la discriminación de la mujer, las guerras, En todos estos ejemplos, la segregación se encuentra a la orden del día. Eso nos demuestra que la violencia crece en el mundo, se multiplica en el entorno y también llega a nuestros consultorios, por lo tanto, debemos tomarla como un objeto de estudio, como nuestro objetivo de aquí en más hacia el Enapol.

No nos queda mucho tiempo, pero sí, muchas ganas de encontrar algunas respuestas.

En la primera presentación que hicimos en la EOL, me referí a una de las formas del odio tan actual entre nosotros, no solo en la Argentina, sino en todos los lugares donde habita un ser humano, me refiero al sentimiento de extranjeridad. Lo extranjero, lo más extraño a nosotros mismos, suele ser la base del racismo.

Pero también podemos pensar que hay algo extranjero en cada uno de nosotros.

Con el psicoanálisis pensamos que el sujeto, por el modo de su constitución que es a partir del Otro, es un extranjero que tiene su hogar en el Otro. Entonces lo extranjero, desde este punto de vista, es una cualidad del ser humano en la medida en que se verifica que en la propia subjetividad habita algo que al sujeto se le hace extraño. Ese algo puede ser una manifestación del inconsciente como un sueño, un lapsus, un acto fallido o bien un síntoma, algo que se le impone más allá de sus buenas intenciones conscientes. Esta extranjeridad no se enfrenta sin angustia, ya que el sujeto cree ser alguien, pero descubre que está habitado por algo que le resulta extraño aunque sea suyo. Lo extranjero entonces, vive dentro de cada uno de nosotros. También se llama extranjero al sujeto que deja su país para trasladarse a otro. Cuando este sentimiento de no aceptación de lo extranjero se localiza fuera del sujeto, tiene un nombre, se llama racismo. El racismo es una pasión del ser que está conectada con un odio visceral que toma al cuerpo.

Lacan lo define de una manera simple: como lo insoportable del goce del Otro, de que el Otro no sea como uno y sobre todo, que no goce de acuerdo a nuestra tradición.

El sujeto siente que ese otro goza a su costa, siente que el otro viene a aprovecharse de lo suyo, viene a quitarle algo sin pagar el precio correspondiente, que le sustrae una parte de su goce. Freud escribe “El malestar en la cultura”, unos años antes del ascenso del facismo en Europa, y allí se pregunta si el desarrollo de la cultura logrará dominar lo que proviene de la pulsión de agresión y de autoaniquilamiento. Creo que en ese sentido su respuesta es pesimista, fíjense como concluye:

“Hoy los hombres han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre”[1].

Para ejemplificar algo de esta pulsión de destrucción, elegí un ejemplo bastante doloroso. Quizá muchos de uds conozcan este incidente que se suscitó en la Argentina a raíz de un artículo que escribió un psiquiatra Federico Pavlovsky y que tuvo repercusiones legales desde Polonia. Pavlovsky publicó una nota donde describe lo ocurrido el 10 de julio de 1941 en un pueblo de Polonia llamado Jedwabne, a 190 km de Varsovia. Relata uno de los hechos más crueles e increíbles ocurridos durante la segunda guerra mundial. Ese día, 1500 personas mataron o vieron matar a otras 1600, estas últimas de origen judío, sin distinción alguna entre hombres, mujeres, ancianos o niños. Solo 7 personas sobrevivieron porque un matrimonio los protegió, salvándolos de tan dramática situación. Esta historia fue negada durante décadas hasta que un historiador polaco judío, llamado Jan Gross publicó en el año 2001 el libro: Vecinos: el exterminio de la comunidad judía de Jedwabne, publicación que se convirtió en bestseller en EEUU y Polonia, donde desató un debate nacional sin precedentes.

Gross escribió este libro recogiendo los testimonios de los 7 sobrevivientes de la masacre y recogiendo los archivos de 2 juicios celebrados por las autoridades comunistas en 1949 y 1953. Una de las particularidades de esta masacre es que en la Polonia ocupada por los nazis, no fueron los alemanes quienes ordenaron la matanza ni siquiera participaron de ella, solo se limitaron a autorizar el devenir de los acontecimientos y a sacar fotos.

Un crimen colectivo realizado por una comunidad de vecinos, de personas “comunes”, donde algunos lo ejecutaron, mientras otros miraban pasivamente lo que ocurría haciéndose cómplices de la situación. La secuencia fue devastadora, con golpes y diversas torturas todos los judíos fueron arrastrados dentro de un granero, encerrados, torturados hasta que finalmente les prendieron fuego. Después confiscaron todos sus bienes y pusieron un manto de silencio y de olvido colectivo de lo ocurrido. Lo más perturbador de esta historia, y es la razón por la cual la traigo, es que esta masacre y el modo de su realización rompe con el arquetipo del “monstruo que comete actos inhumanos”. En este caso, los verdugos, los monstruos eran polacos normales y corrientes, hombres y mujeres de todas las edades y de las profesiones más diversas, lo que llamamos buenos ciudadanos. Lo que describe Gross es que lo último que alcanzaron a ver los judíos con gran espanto y desconcierto, fueron solo rostros familiares, vieron a sus propios vecinos devenidos asesinos.

Un ejemplo de lo que venimos planteando: el odio al goce del otro, el contagio colectivo, la contaminación a través de las ideas de diferencia absoluta que llega al exterminio del otro.

Algo de todo esto veremos reflejado en “Noche y Niebla” de Alain Resnais”

Se proyecta el film Noche y Niebla de Alain Resnais.

Diana Paulozky:

“Theodor Adorno, ese gran pensador, decía que después de la Shoah, se hace imposible la poesía. Es una afirmación fuerte que no necesita explicación, pero con la cual, me permito disentir. El arte, es lo único que puede salvarnos. El cine, la literatura, la pintura, el bien decir, en suma, la palabra! Y este documental así lo muestra. Cómo se puede filmar el horror? Cuál es la imagen del odio? Cómo representar lo irrepresentable, lo que ni tiene ninguna representación?

Alain Resnais, el gran cineasta francés, en 1955 toma algunas filmaciones de los nazis y realiza “Noche y Niebla”, un documental, no sin poesía, cuyo nombre remite a la segunda selección de las víctimas. La primera es la muerte, la segunda. entre la noche y la niebla (nombre de un decreto firmado por Keitel). Allí, en el lugar del no lugar, en los bordes de la locura, se elegía sin razón, los caminos de lo abominable. Y otra vez vuelvo a Adorno, quien decía que cuando cualquier barbarie es posible, el verdadero imperativo moral es la memoria.! Por eso el cine! El cine nos muestra, nos revela, nos lleva de la mano a lo desconocido y a veces…a lo peor. Acaso se puede filmar la práctica del odio? Cómo se filma esa pasión tan primitiva y mortífera que no para, hasta ver destruido su objeto, aniquilado, humillado…hasta hacerlo puro despojo, apenas un resto?

Claude Lanzman, pensaba que era lo imposible de representar por eso realizó un film de nueve horas y media, hablada, sin música, sólo con testimonios de los sobrevivientes que llamó simplemente “Shoah” (1985). Lanzman consideraba que la ficción es una trangresión y por eso detestaba abiertamente films como “La lista de Schindler” o “La vida es bella”.

El cine es un tratamiento de lo real y cada abordaje es un modo de apresar ese real. Lanzman continúa el imperativo de Adorno: preservar la memoria, cuando nos dice: “No tenía derecho a guardármelo”. Y no sólo brinda un testimonio de lo sucedido, sino una interpretación.

Cuando la cámara realiza un travelling sobre los millones de nombres escritos en letras diminutas, nos está diciendo que no se puede cuantificar el horro, que es ilegible, que no se puede leer, porque es un goce opaco, que no se hace escritura, apenas una marca… Otros directores eligen la imagen, el color, la historización, la ficción, y hemos visto “Ida” la monja judía en Polonia, o la argentina “El último traje” o “1945” en el tema de la responsabilidad y la culpa. Y no quiero dejar de mencionar “Y llegaron los turistas”, una crítica a hacer de los campos un espectáculo, con visita guiada. Por eso el cine!

Mientras ahora hablo –nos dice Resnais- la gélida agua de los estanques, llenan los huecos de las fosas comunes, como un agua fría y opaca, cubre nuestra mala memoria. La hierba fiel ha regresado al patio de formar, en torno de los bloques. La guerra se adormila con un ojo siempre abierto. Hay 9 millones de muertos en ese paisaje. Y luego Resnais nos incrimina: Quien de nosotros vigila para advertirnos la llegada de nuestros verdugos? Son sus caras diferentes a las nuestras? El viejo monstruo, yace entre los restos, los escombros”.


NOTAS

  1. Ídem, pág. 140