Los tres de Freud: Inhibición, síntoma y angustia

Nicolas Katzer

Psicoanalista. Miembro Bajo Condiciones de la EOL. Docente e investigador de la Universidad Nacional de San Luis. Responsable del CID San Luis del Instituto Oscar Massota 3 (IOM3).
Email: nicokatzer@hotmail.com

RESUMEN

El presente trabajo intentará realizar una articulación posible de los puntos centrales del texto freudiano de “Inhibición, Síntoma y Angustia” (1926) que se pueden leer en los desarrollos de Lacan en su Seminario 10, La angustia (1962). Este desarrollo, aunque sea breve, permitirá a su vez establecer algunas conclusiones respecto de la posición del analista en relación a la inhibición, al síntoma o a la angustia. Para tal fin, se va a utilizar el libro de Nieves Soria Inhibición, Síntoma, Angustia. Hacia una clínica nodal de las neurosis (2010) que resulta una orientación posible para pensar la clínica del trípode freudiano.

Palabras claves: Inhibición – síntoma – angustia – discurso.

RESUMO

O presente trabalho tentará fazer uma possível articulação dos pontos centrais do texto freudiano “Inibição, sintoma e angústia” (1926) que podem ser lidos nos desenvolvimentos de Lacan em seu Seminário 10, A angústia (1962). Este desenvolvimento, embora breve, permitir-nos-á, por sua vez, estabelecer algumas conclusões sobre a posição do analista em relação à inibição, ao sintoma ou à angústia. Para tanto, será utilizado o livro Inibição, Sintoma, Angústia, de Nieves Soria. Rumo a uma clínica nodal das neuroses (2010), que é uma possível orientação para pensar a clínica do tripé freudiano.

Palavras-chave: Inibição – sintoma – angústia – discurso

ABSTRACT

This paper aims to articulate the central points of Freud’s “Inhibition, Symptom, and Anxiety” (1926) as they appear in Lacan’s developments in Seminar X: Anxiety (1962). Although this discussion will be brief, it will allow us to establish some conclusions regarding the analyst’s position in relation to inhibition, the symptom, and anxiety. To this end, Nieves Soria’s book Inhibition, Symptom, Anguish. Towards a Nodal Clinic of Neurosis (2010) will be used as a guiding framework for thinking about the clinical implications of Freud’s tripod.

Keywords: Inhibition – symptom – anxiety – discourse

El trípode freudiano

En el capítulo I de Inhibición, síntoma y angustia, Freud dice: “La inhibición tiene un nexo particular con la función, y no necesariamente designa algo patológico: se puede dar ese nombre a una limitación normal de una función” (1979/1926, p. 83). ¿Qué nos quiere decir Freud con la limitación de una función? Se dedica a desarrollar cuatro funciones: la sexual, la locomoción, la alimentación y la profesional. Ahora bien, se trataría de funciones que realiza el yo. El yo limita entonces algunas de sus funciones para no emprender una nueva represión, ya que el despliegue de dicha función o su ejercicio produciría angustia. De esta manera se establece una distinción fundamental entre la inhibición y el síntoma. La primera es un asunto del yo, “[…] sucede en el yo y le sucede al yo.” como dice Soria (2010, p. 27). Por lo tanto, el síntoma es una formación que sucede por fuera del yo.

El capítulo II, Freud (1979/1926, p. 87) lo va a dedicar a la formación del síntoma, así dice: “El síntoma es indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada, es un resultado del proceso represivo.”. Es decir, el yo se revuelve contra un proceso pulsional del Ello, emite una señal de angustia y la respuesta a ese conflicto es el síntoma. Es interesante aquí resaltar lo que Freud ubica como un problema teórico a resolver; a ello le dedicará el capítulo III.

En el capítulo III Freud (1979/1926, p. 96) establece la distinción entre el yo y ello, en tanto que el primero es una organización y el segundo no lo es. Al final de este capítulo propone que: “La perturbación parte del síntoma, que sigue escenificando su papel de correcto sustituto de la moción reprimida.”. De esta manera, si seguimos a Freud, el síntoma es una respuesta a la señal de angustia, pero también es una perturbación que queda inasimilable al yo, hay una tensión irreductible que queda por fuera del yo.

En último lugar, tenemos a la angustia, que como dice Lacan (2012), es el único afecto que no engaña. ¿Qué dice Freud (1979/1926) en su texto? Distingue dos tipos de angustias. Por un lado, Freud señala que el motor de las neurosis es la angustia de castración que funciona como una de señal de peligro para el yo, frente a la cual la inhibición y la formación del síntoma son respuestas, pero también nos habla de otro tipo de angustia. Conviene destacar dos citas de Freud en el capítulo VI que pueden orientarnos en el siguiente apartado, a saber:

¿Es seguro que la angustia de castración constituye el único motor de la represión o de la defensa? Si se piensa en las neurosis de las mujeres no se puede menos que dudar, pues si bien se comprueba en ellas la presencia del complejo de castración, no puede hablarse en este caso, en que la castración ya esta consumada, de una angustia de castración en el sentido pleno (Freud, 1979/1926, p. 117).

Y la segunda:

Si la angustia es la reacción del yo frente al peligro parece evidente que la neurosis traumática a menudo secuela de un peligro mortal, ha de concebirse como una consecuencia directa de la angustia de supervivencia o de muerte, dejando de lado los vasallajes del yo y la castración (Freud, 1979/1926, p. 122).

Si se sigue al autor, habría una angustia que ya es una elaboración de lo traumático, la angustia de castración, que es una manera de limitar, de tramitar el exceso de goce. En otras palabras, esta angustia ya es una primera defensa frente al trauma. Ahora bien, hay otra angustia (que podemos localizarla en el ataque de pánico, por ejemplo) donde la defensa no funciona y se instala como pura reproducción del trauma. Por ende, en este tipo de angustias no se puede hablar de señal, porque la defensa está quebrada. De esta manera Lacan, y es lo que desarrollaremos en el siguiente apartado, definirá la angustia como señal de lo real y como el único afecto que no engaña.

Seminario X: De la inhibición a la angustia

En el apartado anterior se intentaron ubicar algunos puntos centrales del texto Freudiano que se consideran las piezas claves que trabaja Lacan en su Seminario 10. No es el objetivo de este apartado hacer una lectura extensiva de dicho seminario, sino más bien poder situar cual es lectura que hace Lacan del tridente de Freud, para pensar a su vez en las conclusiones respecto de la posición del analista. Para tal fin, se utilizará como orientación el texto de Soria (2010) Inhibición, Síntoma, angustia. Hacia una clínica nodal de las neurosis.

Para empezar, ubiquemos el esquema de doble entrada que Lacan trabaja a lo largo del del Seminario 10 (p. 22):

Inhibición Impedimento Embarazo
Emoción Síntoma Pasaje al Acto
Turbación ActingOut Angustia

Es importante recordar que es un cuadro de doble entrada que se puede leer de izquierda a derecha con relación al eje de la dificultad, y de arriba abajo con relación al eje del movimiento. Si bien este cuadro está completo, Lacan lo elabora a lo largo del Seminario 10, El ActingOut y el Pasaje al Acto no se desarrollarán en este trabajo.

Soria (2010, p. 35) dice: “Lacan redobla el tres de la inhibición, síntoma y angustia con los tres registros: imaginario, simbólico y real, lo que posibilita cierta dinámica en relación con los conceptos freudianos”. Esta cita nos permite articular la inhibición a lo imaginario, el síntoma a lo simbólico y la angustia a lo real. Trazaremos ahora el apartado primero con la inhibición y luego una articulación entre el síntoma y la angustia.

La inhibición

Cuando Freud (1979/1926) se refiere a la inhibición, decíamos, se refiere a una función que el yo no pone en ejercicio por la angustia que produce. Se puede relacionar ese “poner en ejercicio” con el movimiento, ya que hay algo que el yo no pone en movimiento. De esta manera, Lacan propondrá que se trata de la detención del movimiento.

Si seguimos el cuadro, se podrán observar las distintas modulaciones que se pueden leer. Para la inhibición, que es donde comienza el cuadro, cero movimientos, cero dificultades, es decir, una defensa radical para la angustia. En efecto, luego encontramos el impedimento. Ya implica algo de movimiento, por ende cierta confrontación con la dificultad.

Dice Soria (2010, p. 36): “Lacan va a referirse a la raíz latina de impedimento, impedicare, que significa haber caído en la trampa, y lo que plantea ahí es que lo que interfiere en el impedimento es el sujeto mismo…”. Es decir, en el impedimento está el sujeto en primer plano, es un sujeto que está comandado por su yo, debido a que cayó en la trampa del narcisismo, pero puede encontrase con cierta dificultad, con algo del síntoma que detiene el movimiento. Podríamos decir que eventualmente se confronta con eso. Hay, en su diferencia con la inhibición, una fisura en la imagen narcisista que se manifiesta en el impedimento.

Luego encontramos al embarazo, que en su raíz latina hace referencia a la mujer en cinta, “como otra forma significativa de la barra en su lugar” (Soria, 2010, p. 37). Entonces el sujeto que ésta embarazado, está barrado. Se trataría entonces de un sujeto que pone en acto la pura tachadura que, si bien puede recurrir a cierto armado yoico, tenemos en el embarazo la presencia real de la angustia. No es un sujeto que está impedido de hacer tal cosa, sino que realmente no sabe qué hacer. Estar atravesado por la castración es el fenómeno en el cual se pone a jugar una mayor dificultad.

Para finalizar la puntuación sobre la Inhibición, tenemos la emoción y la turbación respecto del eje del movimiento. En la lógica de la inhibición, la emoción es algo que arroja fuera del yo el yo, implica poner algo en movimiento. El caso más extremo es lo que la justicia llama “emoción violenta”. Y la turbación es la manifestación de la pérdida total del poder del yo. Dice Soria (2010, p. 38): “La turbación como caída de la potencia. Podemos ubicar allí la impotencia del obsesivo”.

El síntoma y la angustia

De acuerdo con Soria (2010, p. 39):

Hay una vertiente de la castración en Freud, en la que la castración se lee como pura pérdida, entonces el sujeto se defiende de la castración, que es considerado el peor peligro. Obviamente que en la lectura neurótica de la castración hay algo de este orden, pero agrega Lacan, que también posibilita otra concepción de la cura, es que la castración es un bien a conquistar en el análisis, y que finalmente es la castración lo que cura en la neurosis. Es la castración lo que alivia del exceso de goce.

Esta cita despeja el camino para ir pensando cómo se articulan el síntoma con la angustia. Lacan propondrá una lectura del Complejo de Edipo y del Complejo de Castración por la vertiente simbólica, no imaginaria. Este apartado será también una articulación entre lo simbólico y lo real.

En el Seminario 10, Lacan sitúa la castración como el operador fundamental para limitar el goce. Esto explica la conocida frase de que la angustia se produce cuando falta la falta. ¿Qué quiere decir esto? Que cuando la castración simbólica no está operando, cuando no está localizada la función de la falta, el objeto a amenaza con presentificarse todo el tiempo. Esta presencia es permanente del objeto, lo que produce la angustia. Sabemos que el objeto a tiene una consistencia lógica, que parte de los objetos desprendidos del cuerpo: el seno, las heces, la mirada, la voz con los que se va constituyendo el sujeto.

Lacan, con su escritura del discurso del amo y con los matemas, dará cuenta de cómo se constituye de manera lógica el objeto a. Con el discurso del amo, Lacan le da una vuelta más a la función paterna, es decir, cómo se constituye en lo simbólico el sujeto dividido. Esta operación deja como resto inasimilable a lo simbólico al objeto a. Pero no solo el discurso del amo da cuenta de la constitución subjetiva, sino que también da cuenta de la formación del síntoma neurótico como tal:

Discurso del amo[1]

En el esquema podemos ubicar al síntoma como una respuesta de lo simbólico a lo que queda inasimilable del objeto a, podemos decir, del goce. De ahí la doble barra que marca la imposibilidad de que el objeto quede reabsorbido por la operación de lo simbólico. En otras palabras, este esquema no muestra lo heterogéneo entre el goce y lo simbólico.

El objeto a es lo que resta de la operación edípica, de la paterna, es lo que no puede tramitarse simbólicamente, lo que eventualmente retorna con su inminencia angustiosa, amenazando al sujeto. Por eso es que en la parte inferior del discurso del amo encontramos justamente la fórmula del fantasma (Soria, 2010, p. 41).

Nos gustaría aclarar que en la lógica de este trabajo, el fantasma se presenta como otro aparato, que al igual que el síntoma, mantiene cierta distancia con lo real del goce. Es otra forma que tiene el sujeto de mantener más o menos la homeostasis de su satisfacción pulsional.

Para finalizar entonces se puede decir que el síntoma, como dice Freud, es una satisfacción pulsional intervenida por lo simbólico de la represión y que la angustia entonces aparece cuando algo del armado fantasmático que acompaña a lo imaginario y a lo simbólico, de alguna u otra forma vacila. Por eso generalmente se dice que cuando hay vacilación fantasmática, o cuando el síntoma dejó de operar como estabilización del goce, hay pedido de análisis.

Esto nos lleva al último apartado del trabajo, que intentará ubicar algunas líneas posibles para pensar la posición del analista.

Algunas conclusiones relativas a la posición del analista

Discurso del analista (DA) y Discurso del amo (DM)[2]

Si seguimos a Lacan con la lógica de los discursos, se puede decir que el Discurso del analista (DA) es el reverso del Discurso del amo (DM). La operación del analista que se sostiene encarnando el objeto, produce la vacilación fantasmática y la división subjetiva. Se trata entonces de encarnar el lugar de causa para que el sujeto ponga en juego los significantes que lo atraviesan. De alguna manera, la operación del analista digna de sostenerse en el lugar del a, intenta tocar algo de lo irreductible a lo simbólico. Eso que el analizante con su decir bordea y construye como imposible.

También podemos usar otra referencia a la hora de pensar la posición del analista como objeto. Es la vía que Éric Laurent desarrolla en “El revés del trauma” (2002). En este texto despliega dos maneras distintas en las que puede operar un analista: u opera como un dador de sentido frente a lo imposible de simbolizar, es decir, un analista ubicado en el lugar del Otro; u opera como un objeto que se hace causa para un sujeto frente a un Otro que no existe. Dice Laurent (2002, p. 4): “Hace falta entonces causar un sujeto para que reencuentre reglas de vida con un Otro que ha sido perdido”.

De esta manera la perspectiva que inaugura el Seminario 10 de Lacan respecto de su relectura de Freud a la luz de la construcción del objeto a es la de un analista que ya no se sostiene en el lugar del Otro como tal vez de podía leer en los primeros seminarios de Lacan, sino más que se trata de que un analista venga a ocupar el lugar de la pérdida esencial del objeto. En este sentido el analista es un partenaire que hace vacilar el discurso común para producir la apertura hacia ese otro discurso que Freud y Lacan llamaron Inconsciente.


REFERENCIAS

  • Freud, S. (1979). “Inhibición, síntoma y angustia”. En Obras completas (Tomo XX, pp. 70-160). Amorrortu Editores. (Obra original publicada en 1926)

  • Lacan, J. (2012). El Seminario, libro 10: La Angustia. Paidós. (Obra original publicada en 1962-1963)

  • Lacan, J. (1992). El Seminario, libro 17: El reverso del psicoanálisis. Paidós. (Obra original publicada en 1969-1970)

  • Laurent, E. (2002). “El revés del trauma”. Virtualia (6). Recuperado de https://www.revistavirtualia.com/ediciones/6.

  • Soria, N. (2010). Inhibición, síntoma, angustia. Hacia una clínica nodal de las neurosis. Del Bucle editores.

  • Miller, J.-A. (2013). El lugar y el lazo. Paidós.


[1]              Recuperado de Lacan, 1992, p. 11.

[2]              Recuperado de Lacan (1992), p. 29.