Los lazos, los cuerpos y las nuevas formas de satisfacción en los enredos de lo virtual

CLAUDIA LIJTINSTENS

Psicoanalista. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).
Coordinadora del Observatorio sobre políticas del Autismo EOL-FAPOL.
Coordinadora del Área Clínica del CIEC – Responsable y docente del Depto. de niños del CIEC.
Miembro fundador y coordinadora clínica del Centro Educativo-Terapéutico de la Fundación AVENIR.
Docente del Seminario electivo de la Facultad de Psicología (UNC) “La práctica con lo singular de las Psicosis en la infancia y el autismo”.

clijtinstens@gmail.com

RESUMEN

El presente ensayo sitúa algunas características de los lazos sociales y de las nuevas formas de satisfacción en la actualidad. Se abordan estos temas en diferentes ejes tales como sexualidad, familias, redes sociales, síntomas actuales, entre otros.

Finalmente se analiza cómo los cambios en los lazos sociales y en las nuevas formas de satisfacción, exigen al practicante del psicoanálisis, por un lado, la apelación a nuevos instrumentos y, por el otro, una reinvención de las maniobras témporo-espaciales que continúen confirmando una presencia despejada del propio fantasma, ágil y despierta, a pesar de la inmediatez y aceleración que instala la comunicación a distancia, para poder operar a partir de la cifra que el deseo del analista inscribe como motor y causa, como lugar de vacío y de alojamiento de la transferencia

PALABRAS CLAVE: lazos sociales | nuevas formas de satisfacción | familias | sexualidad

ABSTRACT

This essay locates some characteristics of social ties and new forms of satisfaction today. These topics are addressed in different axes such as sexuality, families, social networks, current symptoms, among others.

Finally, it is analyzed how changes in social ties and in new forms of satisfaction require the practitioner of psychoanalysis, on the one hand, to appeal to new instruments and, on the other, a reinvention of time-space maneuvers that continue to confirm a presence clear of the own phantasm, agile and awake, despite the immediacy and acceleration that remote communication installs, to be able to operate from the cipher that the desire of the analyst’s inscribes as engine and cause, as a place of emptiness and transfer accommodation.

KEY WORDS: social ties | new forms of satisfaction | families | sexuality

RESUMO

No presente ensaio se situam no presente algumas características dos laços sociais e os novos modos de satisfação.

Esta temática e abordada sob diferentes pontos de vista como a sexualidade, a família, as redes sociais e síntomas atuais, entre outros Finalmente é analizado cómo as mudanças nos laços sociais e nas formas de satisfação, exigem do psicanalista, por um lado a procura de novos instrumentos, e por otro uma re-invenção de manobras tempo-espaço que continúem a confirmar una presença liberada do mesmo fantasma, ágil e acordada, apesar da comunicação remota, para poder atuar á partir da cifra que o desejo do psicanalista inscribe como motor e causa, como lugar de vazio, de acomodação da transferência.

PALABRAS CHAVE: laços sociais | novos modos de satisfação | família | sexualidade

Subjetividad contemporánea / psicoanálisis / virtualidad

Para situar algunas características actuales de los lazos, de las modalidades de emparejarse, de hacer familia, es preciso hacer referencia a nuevos regímenes de satisfacción y cómo estos entran en relación con los cuerpos.

Por un lado, tenemos que ubicar el empuje unificado a consumar el éxtasis del Todo, exiliando cualquier registro de las pérdidas y hasta de las propias satisfacciones. Para el sujeto actual, el deseo y la satisfacción quedan aglomerados, condensados en un mismo tiempo y espacio, respondiendo al paradigma de la adicción como único funcionamiento. Esto es revelado por el generalizado empuje al consumo y a la satisfacción —­ya sea en el trabajo, en el lazo amoroso, en el ansia de objetos al que se somete— intentando escapar a la ley del tiempo o a cualquier tipo de ordenamiento.

El arrebato imperioso por el todo vía la obtención de un éxito ligado a la inmediatez —sin vestigios de prudencia aristotélica— hace de la inquietud o del movimiento incesante la vía ineludible para encontrar esa satisfacción, a veces llevada hasta límites peligrosos.

Por otro lado, las cada vez más “disímiles” maneras del rebelarse (Miller, 2010) frente al encuentro inesperado y azaroso con lo “imposible de soportar”, con “lo que no anda, con aquello que irrumpe en lo más íntimo desacoplando los automatismos defensivos y que se intenta emplazar en el exterior, pero que retorna al sujeto en la perplejidad, en el desconcierto, en la angustia.

Sujeto / objeto

La lógica del uso y el desuso que rige en la actualidad los lazos entre los sujetos de una manera generalizada cristalizan valoraciones mercantilizadas de etiquetas con fechas de caducidad, ofertas de encuentros fácilmente descartables que producen la deriva hacia un sujeto anónimo en tanto, intercambiable, escasamente identificable.

Esto abre una especie de oferta de objetos susceptibles de ser categorizados a partir de una gradación escalonada hacia el desecho, lo falso, lo no original, quedando muchas veces el sujeto confundido como un objeto en sí mismo devaluado, de menor costo, pero con ciertos brillos de señuelos en el plano imaginario que resultan, de algún modo, protectores.

Soledad

La avidez desenfrenada por alcanzar estos objetos que funcionan como sostén social y que permiten apresar cierta idea de felicidad asociada a ellos, organiza un circuito siniestro en relación al empuje, a la satisfacción auto-erótica, instaurando soledades que extreman el desconcierto identificatorio que estas conllevan.

Sexualidad

Si los lazos sociales quedan liberados de las tradiciones, sueltos de todo discurso -a excepción del discurso capitalista- la moral sexual y las prácticas sexuales quedan también eximidas de la represión ancestral del Otro.

Afirmada en un polimorfismo extravagante, la sexualidad adulta contemporánea se acerca cada vez más a la perversión tal como Freud la planteó en el sentido perverso-polimorfo de la sexualidad infantil, con el agregado, por supuesto, de la dimensión del acto sexual.

En tanto el goce se ha liberado de la creencia, se fractura el anudamiento entre el deseo, el amor y aflorando muchas veces una deriva manifiesta hacia el acting o pasaje al acto.

Redes

Las redes sociales, más allá del fuerte acercamiento a la comunicación, funcionan al mismo tiempo como la excusa y la causa de conflictos subjetivos en los que lo íntimo se vuelve público y los derechos y compromisos se desdibujan, en los que el anonimato es una defensa y la felicidad un bien supremo posible de acceder, a condición de incluirse dentro de esa maquinaria del consumo.

Cuerpos

Desligándose de las relaciones y de los lazos, los cuerpos se encuentran sin la trama discursiva que los envuelve. Cuerpos adormecidos, entumecidos, aburridos, sumergidos en un goce autoerótico fuertemente expuesto al goce de la mirada, o sumergidos en una compulsión o hiperactividad como expresión de un desorden de inscripción a nivel del lenguaje, y más específicamente respecto al tiempo y el espacio.

Familias

La primacía de lo imaginario y lo virtual sobre los lazos y los cuerpos se afirma con mayor ímpetu en los tiempos que corren y define modalidades de búsquedas de lazos, de saberes, de satisfacciones, que determinan efectos de cierta degradación sobre los niños, los adolescentes, pero también sobre sus padres en tanto referentes de un decir, garantes de la transmisión de ideales posibles de proyectar.

Pero esos padres, ocupados en sus propios goces o en sus propios fracasos por la fractura silenciada entre el amor y el deseo, transforman al amparo y a la protección en vigilancia. Producto de sus propias decepciones se encargan de volverse muchas veces, centinelas de lo imaginario y de lo imposible de programar del encuentro siempre equívoco de los sexos.

Las simetrías entre padres e hijos, entre madres e hijas, revelan las analogías de goces en las que prevalece como ordenador el ideal de esos cuerpos que podrían alcanzar el éxtasis de un goce desconocido.

Las pantallas y los video-juegos reflejan los cuerpos de padres e hijos atrapados en un goce virtual/visual del espejo, en una inmersión en la imagen que crea la ilusión preventiva de hacer desaparecer el propio cuerpo a partir de lograr ausentarse lo más posible del otro.

Así también la pornografía, explorada por padres e hijos, se convierte en una especie de “orgía de partes sin cuerpo y sin amor” (Stiglitz, 2017), satisfacciones asociadas esencialmente a un objeto sin el entrecruzamiento entre el amor, el deseo y el goce.

Familias transformadas

Si bien las transformaciones de la familia moderna pueden situarse, como lo plantea Fleisher (2004), como consecuencia directa de las transformaciones de la moral sexual, esta a su vez se encuentra condicionada no sólo por los cambios generacionales sino también por las nuevas tecnologías y las formas discursivas que reproducen y legitiman representaciones del niño como objeto de consumo o como el desecho mismo de los lazos familiares, “el niño resto” (Laurent, 2018).

Así, es posible constatar cómo la simetría reina en estas nuevas configuraciones, funcionando los medios de comunicación más bien como medios masivos de identificación, justamente cuando los referentes familiares o los de una autoridad permanecen frágiles o ausentes para acompañar al niño a decodificar lo imprevisible y a asignar algunas consideraciones a su curiosidad sexual, acercando alguna significación.

En el mismo sentido, y con gran frecuencia, los hijos llegan a obstaculizar este proceso o, por el contrario, recae sobre ellos el peso de convertirse en el antídoto contra la soledad.

Si antes eran las parejas las que, idealmente, programaban los nacimientos y se encargaban de trasmitir el nombre y el apellido familiar como un derecho de los niños, hoy se visualiza cómo es a partir del niño que se constituye una familia. “Es el niño el que hace la familia” (Laurent, 2007, p. 39), sea cual fuese el lazo (no necesariamente biológico) que determina esta asociación.

Entonces, cuando el saber que el niño construye alrededor de aquello que no tiene una sencilla representación (la sexualidad, la muerte, el devenir humano), resulta o insuficiente o excesivo para construir un sentido que organice temporalmente su decir y su lazo; cuando ese “saber” no logra servir de soporte a una representación que permita acomodar e interpretar la realidad, irrumpen fenómenos en el cuerpo —como angustias, inhibiciones, síntomas— que revelan la desregulación de los anudamientos alcanzados entre las palabras y el cuerpo pulsional.

Y esto en tanto lo que permanece ausente es un referente que sirva de traducción a los asuntos de la satisfacción. Reclaman porque sus hijos no confiesan sus angustias cuando, en realidad, no hay quien escuche ni se detenga a mirar.

Regímenes de satisfacción / goce

Cada uno con su estandarte de goce construye una lista de nominaciones que devienen de las prácticas de goce que, si bien singulares, se vuelven interminables. Tan interminable como los modos de gozar.

Estos regímenes de satisfacción que pretenden eliminar el malentendido, la castración, dejan reducido al sujeto al extremo del sentido común a partir de ese broche imaginario de satisfacción. Múltiples nominaciones que intentan apresar un rasgo de elección –poliamoroso, andrógino, heterocurioso, pansexual- y consolidan un empuje a modos de goce segregativos resultantes del multiculturalismo contemporáneo.

En ocasiones, elecciones menos estándares delinean formas novedosas de anudamiento que se vuelven compatibles con la variedad y la multiplicidad de nuestro tiempo. Nuevas formas subjetivas, neo identidades no ancladas del todo al Nombre del Padre ni al falo (Lijtinstens, 2011, p. 107) o, como dice Éric Laurent, “(…) donde el NP está, pero no pueden hacer uso de este instrumento…” (Laurent, 1994, pp. 14-21).

Las identidades múltiples, simétricas, semejantes, la “vecindades de goces”, resultan nominaciones imaginarias que vienen al lugar de la identidad en las que el cuerpo, el amor y la sexualidad son acoplados, promoviendo semblantes fugaces, efímeros, que rebajan en el mismo nivel el encuentro con el otro sexo.

Síntomas y angustia

Como dice Eric Berenguer, podemos definir a esta época como la de una “modernidad avanzada” (Berenguer, 2006), en la que existe, por un lado, una tendencia a la democratización y a la liberalización de los vínculos, pero, a la vez, una evidente inestabilidad y desarraigo de esos lazos.

Esta generalizada tendencia genera un movimiento a la individualización a partir de lo cual el sujeto se ve exigido a construir su existencia alrededor del narcisismo y su propia satisfacción, una época del Uno solo, sin la referencia al Otro como regulador, sino al Otro del control absoluto y feroz.

Las formas actuales de control disciplinario y vigilancia, no ya orwellianas sino intrínsecas, no ya de los cuerpos sino de las psiquis, impregnan las relaciones humanas de ideales de felicidad y optimización personal como formas de auto sometimiento, llevando a este hasta los confines de la miseria y la desdicha radical, aun cuando al sujeto esto le resulte completamente opaco a su reflexividad (Han, 2018).

Hoy, quizás con formas renovadas de construir el rechazo, con montajes de nuevas formas de confinamiento y aislamiento, con nuevos marcos que las sustenten, la segregación y la violencia surgen como respuestas al malestar de esta civilización, con la pulsión de muerte en el horizonte.

Vida y muerte se entrelazan —como real, simbólico e imaginario—, sujetadas por un lazo.

Ese lazo, hecho de palabras y cuerpos, envuelve ese primer traumatismo de ficciones amorosas, de encuentros o rechazos, dando lugar a invenciones singulares en cada ser hablante.

Por ello, frente al fundamentalismo de lo individual, frente al torrente de expectativas que los sujetos, imperativamente, buscan “real-izar”, en un empuje al autodesarrollo eficaz, a la “optimización personal”  (Han, 2018, p. 49) de la mano de los imperativos sociales superyoicos, se generan demandas imposibles de satisfacer: parejas que reclaman hacer Uno con el otro, niños que construyen familias, padres que rechazan las disimetrías, docentes que evalúan igualando, sujetos que exigen satisfacciones inmediatas.

Identidad y narcisismo

Lacan, en La tercera, habla de la angustia y se pregunta a qué tenemos miedo? Y responde que tememos a nuestro cuerpo (Lacan, 2015, p. 27). Es el sentimiento que surge de esa sospecha que nos viene de reducirnos a nuestro propio cuerpo. Es el miedo del miedo.

Allí cuando el sujeto queda sólo, reducido a un objeto de satisfacción pulsional, la pulsión queda taponada por sus objetos. Allí emerge el miedo, la angustia y, hasta a veces, el pasaje al acto.

Violencia / segregación

La violencia y la segregación pueden ser efectos de estas coordenadas de civilización. Aparecen ante el “desgarro de la trama simbólica” (Miller, 2018, p. 20).

Lacan mencionaba que “…en los confines donde la palabra dimite empieza el dominio de la violencia, y que reina ya allí, incluso sin que se la provoque” (Lacan, 1988, p. 356).

Entonces, si el dominio de la violencia empieza allí donde se rompe el pacto simbólico de la palabra, allí donde la pulsión deja de tener su amarre en el significante para aparecer como pura pulsión de muerte, a los fenómenos de violencia habría que leerlos en función de la relación que mantiene el sujeto con el Otro, con los lazos libidinales establecidos, con los objetos de satisfacción. En esos circuitos de la pulsión, en sus amarres, en sus disfuncionamientos que quedaron inscriptos desde su encuentro con el lenguaje y sus representantes familiares.

No será lo mismo, entonces, la violencia del niño autista -pura defensa ante lo real- que la violencia del sujeto paranoico -que rompe la imagen especular en la que encuentra al Otro perseguidor-, o la violencia del niño neurótico que atraviesa la ventana de su fantasma realizando una escena agresiva imaginaria a partir de un acting o un pasaje al acto (Bassols, 2018).

Todas estas variedades nos permiten situar esa violencia inicial traumática del significante en su incidencia en el cuerpo. Según Miller, podría pensarse en una violencia simbólica, por un lado, inherente al significante, a la imposición que implica el significante Amo, el ingreso al lenguaje y, por otro lado, “la violencia como emergencia de una potencia en lo real” (Miller, 2018, p. 21).

La primera, por tratarse de una imposición puede ser rechazada, como muchos sujetos lo realizan, desde el primer contacto con el lenguaje.

La segunda, la violencia del goce, es la que irrumpe y sorprende al sujeto en su exceso o en su silencio, despojándolo de toda posibilidad de dialectizar. Es pura voluntad de goce (Op. Cit.). Esta más del lado pulsional y mortífero, como pura satisfacción de la pulsión de muerte, que perturba todo orden establecido por lo simbólico.

Un analista

Cuando escuchamos a un sujeto que sufre de sus síntomas, de sus angustias, de los fenómenos de cuerpo, de sus modos de tratar los arreglos identificatorios, escuchamos su lalangue familiar, esa que encierra el secreto de esos modos pulsionales de enlazarse no dichos de un modo opaco para sí mismo.

La oportunidad de cernir la contingencia de ese lazo entramado por el amor es una vía privilegiada para hacer lugar a un lazo al Otro, a un significante vivo, a un cuerpo y una palabra que puedan ser encarnados, aliviando el sufrimiento.

Un psicoanalista puede venir a ese lugar. Ofrecerse como un significante vivo, un cuerpo, una palabra que acompañe al sujeto a desprenderse de esa absorción por la imagen sin palabras desde una “singularidad material” (Miller, 2002). Y puede hacerlo aún con los cambios que lo real imprevisible de la situación de propagación viral ha implantado, hoy, en la vida diaria.

Pandemia

Estos cambios exigen al practicante no sólo la apelación a nuevos instrumentos sino, fundamentalmente, a una reinvención de las maniobras témporo-espaciales que continúen confirmando una presencia despejada del propio fantasma, ágil y despierta, sin urgencias por accionar, a pesar de la inmediatez y aceleración que instala la comunicación a distancia, para poder operar a partir de la cifra que el deseo del analista inscribe como motor y causa, como lugar de vacío y de alojamiento de la transferencia.  Una presencia material que acompañe la lectura de los semblantes para hacer algo nuevo con lo imposible.

Sostener las trasferencias, encarnar versiones del semblante que permitan localizar y tocar lo real, dejarse incautar para prescindir de los artefactos perforando lo virtual, inscribiendo un encuentro consentido y modulado. Sólo así el discurso analítico puede volverse operativo, ¡tome este la forma que tome!

REFERENCIAS