La lógica de la cura y lo real en las elaboraciones de Jacques Alain Miller

A lógica da cura e o real nas elaborações de Jacques Alain Miller
The logic of the cure and the real in the elaborations of Jacques Alain Miller

RICARDO AVEGGIO

NEL, EOL, AMP

ricardo.aveggio@gmail.com

RESUMEN

El presente textos revisa y sistematiza los aportes de Jacques Alain Miller sobre la noción de la lógica de la cura. En primer lugar explora la definición misma de la lógica de la cura para luego abordar la perspectiva del transcurso y las secuencias del análisis en relación a la entrada y el fin de análisis. Se revisa también la relación de la lógica de la cura con la causación del sujeto. Por último se propone una articulación entre la lógica de la cura y la orientación por lo real, revisando conceptos desarrollados los últimos cursos de Jacques Alain Miller.

PALABRAS CLAVE: lógica de la cura | lo real | sinthome | fin de análisis

RESUMO

Este texto revisa e sistematiza as contribuições de Jacques Alain Miller sobre a noção de lógica da cura. Em primeiro lugar, explora a própria definição da lógica da cura para, em seguida, abordar a perspectiva do curso e as sequências da análise em relação à entrada e ao fim da análise. A relação entre a lógica da cura e a causação do sujeito também é revista. Por fim, propõe-se uma articulação entre a lógica da cura e a orientação para a realidade, revisando conceitos desenvolvidos nos últimos cursos de Jacques Alain Miller.

PALABRAS CHAVE: lógica da cura | o real | sinthoma | fim de análise

ABSTRACT

This text reviews and systematizes the contributions of Jacques Alain Miller on the notion of the logic of the cure. In the first place, it explores the very definition of the logic of the cure to then approach the perspective of the course and the sequences of the analysis in relation to the entry and the end of the analysis. The relationship between the logic of the cure and the causation of the subject is also reviewed. Finally, an articulation between the logic of the cure and the orientation towards reality is proposed, reviewing concepts developed in the last courses of Jacques Alain Miller.

KEY WORDS: logic of the cure | the real | sinthome | end of analysis

La noción de «lógica de la cura» es una idea extraída por Jacques Alain Miller de la enseñanza de Lacan y desarrollada ampliamente en su curso realizado entre diciembre de 1993 y junio de 1994 titulado Donc: la lógica de la cura (Miller, J.A. 2011 [1993]). Allí trabaja la noción de lógica de la cura vinculada al trayecto, al desarrollo de un análisis. Dicho desarrollo es referido a un proceso de deducción lógica en el que a partir del fantasma fundamental, definido como axioma lógico, se derivan las transformaciones de la posición subjetiva del analizante. La principal referencia a la enseñanza de Lacan por parte de Miller, en éste curso, es el Seminario XIV La lógica del fantasma (Lacan, J 1966-1967), del que recoge precisamente la idea de una lógica deductiva de la cura; además de  el Seminario XV El acto analítico (Lacan, J 1967-1968) y el escrito Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela (Lacan, J. 2012). En éste último Lacan formaliza la entrada en análisis, a través del matema de la transferencia, y el fin de análisis con la noción de atravesamiento del fantasma y destitución subjetiva  proponiendo, además, el dispositivo del pase.

Paralelamente a  Donc… (Miller, J.A. 2011 [1993]) se produce la publicación del Seminario IV La relación de objeto (Lacan, J. 1994 [1956-1957]), por lo que Miller dedica varias clases al comentario del mismo. En agosto de 1993 se realizan las segundas Jornadas Anuales de la EOL llevando por título La lógica de la cura, en ellas Miller realiza una conferencia cuyo tema es Introducción a la lógica de la cura del pequeño Hans, según Lacan (Miller, J.A. 1993). En ésta articula importantes ideas en torno a la formalización lógica de la cura a partir, precisamente, del Seminario IV. Como siempre el trabajo epistémico de Miller se realiza en compañía de la comunidad del Campo Freudiano y la Asociación Mundial de Psicoanálisis fundada precisamente en 1992.  En febrero de 1993 se realiza la conferencia de clausura de las X Jornadas del Campo Freudiano en España, las que llevan como título Lógica de la cura y posición femenina (Miller, J.A. 2006 [1993]), título que se enmarca en el trabajo en torno al Seminario IV destacando la posición femenina diferenciada de la posición materna.

Un último elemento contextual a mencionar es que en abril de 1994 se realiza en Torino, Italia, un Congreso de la Sección Italiana de la escuela Europea de Psicoanálisis, cuyo tema fue ¿Cómo se inician los análisis?  Miller realiza una intervención en dicho congreso con ése mismo título y retoma el tema trabajado en la clase XV de Donc….(Miller, J.A. 2011 [1993])

El contexto de trabajo, de la  noción de lógica de la cura, en la comunidad del campo freudiano son principalmente los temas del fin de análisis y la entrada en análisis, lo que fija una primera cuestión: la lógica de la cura se enmarca entre la entrada en análisis y el fin de análisis, suponiendo una conexión entre ambos operada por fantasma fundamental definido como axioma.

Una definición de la lógica de la cura

La noción misma de lógica de la cura supone una orientación, una dirección, es decir una relación entre un inicio y un final. Un punto de partida y un punto de llegada. Si hay una lógica, si es posible una formalización de la cura psicoanalítica, es porque existen premisas, reglas y conclusiones que resultan de la aplicación de las reglas a las premisas. No hay lógica, ni dirección de la cura, sin la perspectiva de una «finalidad» del análisis. En el sentido matemático, la lógica es una relación de determinación en la que el resultado está determinado por las condiciones anteriores, lo que permite preguntarse ¿cuáles serían las condiciones que determinan la conclusión de la cura?

Jacques Alain Miller, en la conferencia Lógica de la cura y posición femenina (Miller, J.A. 2006 [1993]), ubica una serie de factores como que funcionan como «determinación de la conclusión», entre ellas están: la estructura clínica  del sujeto, el síntoma, la frase o axioma fantsmático, el modo de entrada en análisis, la dirección de la cura, la estrategia transferencial y el acierto o no de la táctica de la interpretación. Miller, por lo tanto, propone definir la lógica de la cura como lo que determina su conclusión.

Lo anterior conduce a la relación entre teoría, práctica y los resultados de esta última. Lacan, en el texto Dirección de la cura y los principios de su poder (Lacan, J. 1975 [1961]), ya planteaba que el psicoanálisis tenía un fin, una finalidad, dicha perspectiva se traduce en la conceptualización del fin de análisis respecto a la cual llegó a proponer el dispositivo del pase como el lugar de verificación institucional del mismo.

¿Qué es lo que se espera obtener de un análisis? ¿Cómo se hace presente dicha finalidad en cada interpretación y en cada estrategia transferencial? La idea de un psicoanálisis «orientado» es inseparable de la idea de un fin de análisis. De igual forma es la perspectiva de un psicoanálisis orientado lo que permite sostener que una lógica de la cura es una formalización de los momentos, de la trayectoria de un análisis en relación a ese «fin», a esa «finalidad» que supone el fin de análisis.

En el texto antes mencionado,  Lacan sostiene que el analista dirige la cura, por lo que se trata del ejercicio de un poder, de ahí que hable de política de la cura. Aclara, eso sí, que no se trata de dirección de consciencia, no es una moral, ni una orientación hacia el ideal de bienestar. La dirección de la cura supone un destino, y ese destino es el concepto de fin de análisis con la que cada analista analiza, e incluso, con la que recibe a un paciente por primera vez.

Existiría una especificidad de acuerdo al concepto de fin de análisis con el que un analista analiza. No es lo mismo un análisis orientado por la desidentificación fálica, que un análisis orientado por la destitución subjetiva y el atravesamiento del fantasma o un análisis orientado por de la identificación sinthomal. La noción de lógica de la cura, en la medida en que implica la idea de finalidad, de objetivo, posibilita la puesta a prueba de la eficacia del psicoanálisis instando a la demostración y la formalización de lo que efectivamente hacen los analistas en la práctica, de ésta forma es posible cotejar las intervenciones y maniobras del analista con lo que se deduce del concepto de fin de análisis.  La noción misma de lógica de la cura incluye algo del orden de la demostración, de ahí la importancia de la remisión permanente a la clínica y a la presentación de casos que permiten transmitir la especificidad del psicoanálisis. Se trata de transmitir y formalizar la lógica de los efectos del acto analítico, de la posición del analista en la transferencia y de las consecuencias de la interpretación.

A partir de la conferencia de Miller titulada Introducción a la lógica de la cura del pequeño Hans, según Lacan (Miller, J.A. 1993) es posible definir la lógica de la cura como la formalización de los cambios, transformaciones y permutaciones de la posición subjetiva del analizante en relación a la orientación del acto analítico y a la forma de conceptualizar el fin de análisis. Se trata de formalizar una estructura de discurso desplegada en el tiempo, precisando los puntos discursivos en los que esa estructura se transforma. Ahora bien, cuando se considera la idea de las transformaciones y permutaciones subjetivas en relación a la noción de fin de análisis, Miller propone que dichas modificaciones subjetivas debiesen tener un punto límite. No se detienen ni por azar ni por cansancio. Ese límite estaría determinado porque hay una cantidad finita de modificaciones subjetivas, las que a su vez están determinadas, al igual que la posición subjetiva, por los significantes identificatorios de un sujeto, los S1;  por el fantasma fundamental que especifica una forma de satisfacción en relación al Otro y al objeto a y finalmente por la invención sinthomática que implica un saber-hacer con el goce fuera-de-sentido.

Respecto a este punto Miller señala:

«Admitamos que la asociación libre se escabulle de las exigencias de la consecuencia lógica, pero en cambio hay una lógica de la cura. En todo caso, la orientación lacaniana la implica….Esta lógica de la cura, si puede conservase la expresión, debe tender a un entonces (Donc) último, el entonces que haría del fin de un análisis auténticamente una conclusión. En la conclusión  de la cura está lo que el analista extrae, lo que logró, lo que salió mal, el punto en que quedó el analizante. Pero después de todo, lo que cuenta es la conclusión que el  analizante extrae, es decir, este entonces tras el cual finaliza la cadena significante que resume su análisis.” (Miller, J.A, 2006 [1993], p.19)

Analizarse sería, desde este punto de vista, realizar las permutaciones posibles de la posición subjetiva de las que se espera un cambio cualitativo, un efecto subjetivo que consideramos el fin de un análisis. Éste efecto subjetivo es el resultado de la sumatoria de permutaciones posibles, produciendo una transformación de la relación del sujeto con el significante y el goce. La lógica de la cura por lo tanto posee una culminación según la estructura de la lógica conjetural, de acuerdo lo propuesto Miller en su curso.

En la perspectiva de la última enseñanza de Lacan la lógica de la cura tendría una conclusión lógica de las transformaciones subjetivas que se organizaría como una imposibilidad lógica en torno a lo real de no hay relación sexual y hay el Uno. Este proceso implica el pasaje desde la impotencia como efecto subjetivo sostenido en el fracaso de la identificación fálica como tapón simbólico-imaginario del agujero real, a la imposibilidad. Es en ese punto de imposibilidad que es posible el encuentro con el goce fuera-de-sentido del síntoma y respecto al cuál el analizante tendrá la posibilidad de producir un significante nuevo e identificarse al síntoma.

El núcleo de la idea de de una lógica de la cura es la repetición, uno de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis según Lacan. La repetición alude a la regla que gobierna el comportamiento del sujeto, que no es otra que el fantasma fundamental. Por lo tanto la gran pregunta de la lógica de la cura es ¿cómo se acaba la repetición? ¿Cómo se extingue la tendencia a repetir? Esa es, al menos, la pregunta que se corresponde con la conceptualización  del final de análisis cómo destitución subjetiva en la enseñanza de Lacan.  Con la orientación por lo real ya no se tratará de extinguir la repetición, sin más bien que preguntarse acerca  de qué se hace con aquello del goce del síntoma fuera-de-sentido que itera, sin mecanismo de sustitución significante, y que no cambia. En éste sentido es necesario distinguir las dos aristas de de la repetición, la significante y la de goce. Plantear la conclusión de la cura en términos de significante no es lo mismo que en términos de goce. Cuando se la plantea del lado del goce se asume que si bien hay un fin de análisis, de todas formas existe algo incurable, algo que no cambia. Miller designa aquello que no cambia como un goce positivizado, imposible de negativizar.

“Lacan saca nuevamente a  luz el termino freudiano libido cuando choca contra lo que no se deja negativizar. Y yo podría decir que ya allí está presente, al menos como esbozo, el goce en el sentido amplio, esto es, el goce positivo: si el sinthome aparece en alguna parte, es allí, en el momento en el que Lacan tropieza con un término que no va a funcionar conforme el régimen de la castración –es decir, con el régimen de las faltas y los sustitutos de la falta y sus operaciones-.” (Miller, J.-A. 2011 [2008-2009], p.230)

Es a éste goce positivizado, fuera del problema de la castración y la prohibición, que  responderá la noción de sinthome. Cuando la cura concluye sobre la arista significante  lo hace en torno al significante fálico y sus efectos de significación por la vía de la desidentificación a ser el falo del Otro, tal como lo describe Lacan en Dirección de la cura….

Cuando la cura orienta la conclusión por la vía del goce y lo real, tenemos la salida por el atravesamiento del fantasma y la salida por la identificación sinthomal. En la primera se trata de lo real como consistencia lógica del objeto a y en la segunda de lo real como acontecimiento de cuerpo,  es decir una huella de goce no negativizable, una pieza suelta que conforma el sinthome.

La operación lógica de la cura psicoanalítica es precisamente la reducción de los elementos que impulsan la repetición en sus dos vertientes, simbólica y real, a saber el fantasma, la identificación y el síntoma como trauma significante sobre el cuerpo.

El transcurso del análisis, la temporalidad y las secuencias de la cura

Las estructuras del discurso, del amo, histérico, universitario y del analista no permiten formalizar el transcurso de un análisis porque no pueden representar la estructura de las transformaciones de la posición subjetiva. Para poder formalizar el recorrido de un análisis se requiere una estructura lógica que incluya el tiempo y las transformaciones internas. ¿Cómo plantear la articulación entre la temporalidad y la estructura lógica? Miller señala, en Lógica de la cura y posición femenina que no se trataría del tiempo cronológico, sino de un tiempo epistémico alusivo al proceso de saber. Se trata de  la temporalidad propuesta por Lacan en el escrito El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma  (Lacan, J. 1975 [1945]), temporalidad compuesta de tres momentos: el instante de ver, el tiempo de comprender y el momento de concluir.

El tiempo de ver es un relámpago, una fulguración, un destello no relativo al discurso. El tiempo de comprender es aquél en el que la elaboración depende de la singularidad del sujeto en cuestión y por último el momento de concluir es siempre una precipitación, un acto, un salto que habilita el antes y el después. No se trata de una verdad contemplativa, sino de una certeza anticipativa que se precipita en un acto y no en una simple «toma de consciencia». El momento de concluir no se verifica por las declaraciones y el discurso, sino por el hacer, por las consecuencias y no por la intención.

Miller propone una hipótesis consistente en que la estructura de la lógica de la cura tendría la estructura del tiempo lógico. Desde esta perspectiva es que podemos deducir una estructura, un átomo de temporalidad lógica dividida en tres tiempos expresables de distintas maneras. «Ver, comprender, concluir» o bien «entrada, curso y conclusión». Incluso a nivel del acto analítico podríamos enunciar «dicho del analizante, interpretación del analista o corte de sesión, efectos en el analizante», como resultado de la intervención del analista. Esta temporalidad en tres momentos resulta de mucha utilidad para el permanente cálculo de la posición  del analista, en la dirección de la cura, y para atender a los efectos de sus intervenciones posibilitando orientar  la práctica y atender a la verificación de sus consecuencias.

En la misma conferencia Miller afirmará que Lacan siempre se ocupó de las sucesiones, las series y las secuencias, siendo un aspecto fundamental para el problema de la lógica y la dirección de la cura. Identifica tres abordajes, por parte de Lacan, de esta cuestión de las sucesiones en el análisis.

El primero de estos abordajes es el trabajo de Lacan en el escrito El seminario sobre La carta robada (Lacan, J. 1975 [1955]) en el que construye series al azar con los símbolos + y -. Estos corresponderían a  la simbolización primordial como estado del significante en el pasaje del primer al segundo tiempo del Edipo. Se trataría de una secuencia sin ley. Luego, Lacan toma una secuencia sin ley de signos + y -, procediendo a ordenarlos en pares y considerando todas las posibilidades de emparejamiento. A cada emparejamiento asigna una letra del alfabeto griego. A partir de este emparejamiento demostrará que se forma una ley de sucesión en la que a un emparejamiento A, por ejemplo, sólo lo puede seguir un emparejamiento C o F y no uno B o D. Este ejercicio simple sirve a Lacan para demostrar que la lógica de las sucesiones surge como producto de un segundo orden del significante en el que la ley, la ley del Nombre del Padre podemos decir, introduce un orden en  la distribución azarosa del significante. Es importante destacar estos dos momentos lógicos, el de los signos + y-, por un lado, y el de las parejas α, β, y γ, por otro. Esta diferencia entre dos estatutos del significante se encuentra de distintas maneras a lo largo de la enseñanza de Lacan, por ejemplo en la diferencia entre signo y significante, entre significancia y sentido, entre S1 y S2, entre la letra y el significante, entre lalengua y la elucubración de saber, y finalmente entre la pieza suelta del hay de lo Uno y el sentido.

Esta estructura lógica además puede ponerse en forma de grafo, lo que permite visualizar la determinación de la ley simbólica con sus distintas alternativas de secuencias. No se trata de una secuencia completamente determinada, sino de una semideterminación, probablemente en alusión a la idea de una determinación acotada de la posición subjetiva por parte del universo simbólico. No todo es determinado por lo simbólico, también esta lo real del goce.

El segundo abordaje de las secuencias de un análisis se presenta, según Miller, en el grafio del deseo. Se trata de un grafo que sirvió de referencia para la dirección de la cura, presentando un recorrido que sigue una estructura lógica una presenta una secuencia que obtiene a una conclusión posible. Lo conclusivo, en el grafo, puede pensarse a partir de la identificación I(A) o bien desde el fin de análisis del lado del S(/A). Si bien el grafo explica las relaciones entre diversos conceptos, es una estructura lógica que incluye lo temporal, permitiendo distinguir la función conclusiva de la identificación durante constitución psíquica y diferenciándola de la conclusión de un análisis que se relaciona con el significante que falta en el Otro.

Un último abordaje sería el que se desprende de Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el spicoanalista de la Escuela (Lacan, J. 2012 [1967]), específicamente del algoritmo de la transferencia, debido a que Lacan sostiene es que la estructura de la entrada en análisis determina la estructura del fin de análisis. Miller destaca que sería relevante explorar la construcción de secuencias que fueran útiles a la experiencia analítica y que hicieran posible formalizar el recorrido, no solamente la entrada y la conclusión de la cura. Se trata de abrirse al estudio de las secuencias y la formalización de éstas más allá de lo que en el texto clásico, CST, denomina «secuencias típicas» aludiendo a la entrada y al fin de análisis.

Bajo el subtitulo El principio de detención de la secuencia Miller revisará la operatoria lógica del algoritmo del sujeto-supuesto-saber señalando que el algoritmo alude a la «función de articulación» de dos significantes de la que surge el efecto de significación, que es precisamente el sujeto-supuesto-saber, un efecto de significación que corre bajo la cadena significante. Para Miller se trata de extraer del algoritmo de la transferencia aquello que el algoritmo no incluye, a saber, un esquema del fin de análisis, un principio de detención del efecto de significación que se produce como consecuencia de la articulación de St y Sq, del S1 y el S2. En esta perspectiva se trataría de la emergencia, ya no de una nueva significación dependiente de los significante inconsciente, aquellos que en el algoritmo se sitúan al interior del paréntesis, sino de la emergencia del objeto a. Haciendo un paralelismo con la idea de la emergencia de una significación, que sería el síntoma analítico, Miller intenta formalizar el fin de análisis con la idea de una emergencia de un elemento no significante, real, que sería el objeto a. Así la serie de sesiones que hace a todo un análisis y que se engendra por la aparición del S.s.S concluiría con la producción del lugar del objeto a. ¿Supone esto que la relación al inconsciente, al saber supuesto, se agota por una especie de vaciamiento? Miller trabajará en esta pregunta muchos años más tarde proponiendo la diferencia entre el inconsciente real y el inconsciente transferencial, siendo éste último precisamente el que se enmarca en el sujeto-supuesto-saber y que opera vía el ciframiento de la sustitución significante.

Extendiendo aun más este paralelismo recuerda la fórmula del discurso del analista en la que en el lugar del agente se ubica el a y en el lugar de la verdad, debajo del agente se localiza el saber, el S2, el saber supuesto delimitando así la posición del analista a partir de la relación entre el objeto y el saber, pero invertidos con respecto a lo que se espera al final del análisis. Ello porque el análisis supone al elaboración de saber cómo correlato de la construcción del fantasma.

Otra referencia central en relación al  transcurro, al curso y al desenvolvimiento temporal del análisis, en el capítulo titulado Tres modalidades del análisis del curso Sutilezas analíticas de los años 2008-2009,  en el que introduce la temporalidad en la lógica de la cura en términos de un  antes, un durante y un después. Ya situados en la ultimísima enseñanza de Lacan, y con un concepto de goce positivo, no negativizable y en franca disyunción respecto del sentido, Miller caracteriza el  comienzo, el curso y la terminación del análisis como momentos en  función de la relación sentido-goce y sus transformaciones.

La entrada en análisis es el momento lógico del comienzo de un análisis. Cuando el mecanismo del S.s.S se activa por encadenamiento del significante de la transferencia y el significante cualquiera se produce un aumento de los acontecimientos aludidos por el discurso del analizante y podemos decir que la transferencia brilla y el sentido brota por todos lados. El analista se ubica en una posición no juiciosa respecto a los dichos del analizante haciendo operar la regla analítica y apuntando a abolir el súper yo. En ocasiones se observan efectos terapéuticos bastante rápidos como resultado del sentido dado al malestar. La interpretación y el sentido, en este primer momento, curan sin que ello se correlacione con una construcción del fantasma. Sin embargo, cuando el análisis dura, la producción de sentido que se encontraba detrás de cada asociación libre comienza a volverse escaza y las revelaciones, los nuevos descubrimientos parecen extinguirse. Cuando el análisis dura las revelaciones se esfuman y aparece la repetición y el estancamiento, la inercia del goce, de lo mismo, aquello que no cambia. A medida que el análisis dura se comienza a acentuar la oposición entre el sentido y el goce. Con la duración del análisis comienza también la modificación del estatuto del goce, el que paulatinamente deja su cara de displacer para revelar lo satisfactorio de su insistencia.

“En un análisis que dura, el estatuto conceptual del goce se modifica. Hay un estatuto del goce que es un exceso. En este nivel, se aprende clásicamente a distinguir el placer del goce.” (Miller, J.-A. 2011 [2008-2009], p. 120)

Esta transformación del estatuto del goce supone una concepción del fin de análisis, de la conclusión de la cura en la que la conjunción fantasmática del sentido y el goce se destituye, se separa para dar lugar al goce fuera-de-sentido y sus piezas sueltas dando paso a una salida por vía de la identificación sinthomal. Hablar de una modificación del estatuto del goce es otra manera de definir la lógica de la cura, entendiéndola  como un cambio en el valor del goce, una transformación desde el goce- displacer al goce como satisfacción. Esta transformación no ocurre de manera  natural y espontanea, por el contrario, requiere del ejercicio de un poder, de una operación analítica activa y orientada a ello. La política de la cura es la orientación del deseo del analista precisamente hacia ese real del goce fuera-de- sentido, a la mayor distancia posible de la identificación. El curso de un análisis estará signado, marcado, por los momentos lógicos en que la posición subjetiva del analizante realice sus virajes respecto a ese real del goce. El deseo del analista escande esos momentos, esas secuencias y series psíquicas apuntando siempre hacia ese real dependiendo del tiempo lógico de cada analizante y del punto en el que el transcurso analítico se sitúa.

Lógica de la cura y causación del sujeto

En la conducción de la cura tiene un lugar determinante las condiciones de causación del sujeto.  J. A. Miller afirma que la lógica de la cura, en el curso de un análisis recorre a la inversa la estructura de la causación del sujeto.

«La estructura inventada por Lacan como la de la causación del sujeto determina la de la cura analítica, pero invirtiéndola. La causación del sujeto, tal como Lacan la puso a punto, entraña dos tiempos; el primero explica el surgimiento del sujeto tachado $, y el segundo, el valor que toma como objeto a. La lógica de la cura recorre esos dos tiempo, pero invirtiéndola; va de la presencia del sujeto como objeto, e incluso -cometiendo cierto abuso como objeto a, hasta dar cuenta de un segundo tiempo de su surgimiento como sujeto del inconsciente. En esta inversión entre causación y cura, el impasse del sujeto del inconsciente $ supuestamente se resuelve como pase del objeto a.” (Miller, J.A. 2011 [1993], p.373)

Una «inversión entre causación y cura» supone una desarticulación entre sentido y goce operada en el atravesamiento del fantasma. La posición subjetiva, en tanto produce sentido, depende de la función del fantasma por lo tanto si la lógica de la cura, desde la entrada al fin de análisis, opera sobre el fantasma se puede afirmar que toca las condiciones de causación del sujeto,  la constitución subjetiva en sus relaciones al Otro del significante y al autoerotismo del cuerpo.

El fantasma es un concepto que articula el sentido y el goce, bajo la forma del sentido-gozado. Ahora bien, la definición del al fantasma como una ventana hacia lo real supone que el fantasma da acceso a lo real, sin incluir en sí mismo algo del orden de lo real. El fantasma es el marco que recorta lo real dándole la forma del objeto a, que es la consistencia lógica de lo real que queda como resto luego de la reducción al sin sentido del significante operada por el análisis. El objeto a, en el fantasma, localiza el sentido-gozado del axioma fantasmático que en tanto axioma es su vertiente simbólica.

El análisis separa el sentido de la insistencia pulsional del objeto, de esa forma el sujeto capta y subjetiviza  que su existencia esta comandada por la inercia del goce, y no por el sentido. Éste proceso de reducción, de separación entre el sentido y la naturaleza libidinal del objeto, es inverso a la causación del sujeto y se presenta en los distintos momentos de la lógica de la cura. Es inverso ya que todas las teorías de Lacan acerca de la constitución subjetiva implican, de alguna manera, una articulación  entre sentido y goce. Estadio del espejo, metáfora paterna, alienación y separación, sexuación, nudo y el malentendido traumático de lalengua pueden ser perfectamente interpretadas como las formas en que Lacan pensó el emparejamiento del sentido y el goce, su articulación y su disyunción. Si bien la lógica de la cura como inversión de la causación se localiza en el periodo de la enseñanza de Lacan orientada por la lógica de fantasma, es perfectamente sostenible que los distintos momentos, las distintas secuencias de la lógica de la cura se definen precisamente por la transformación producida para el analizante en la relación entre sentido y goce. Si retomamos la idea del algoritmo de la transferencia y la  aspiración a que éste haga aparecer el objeto, en tanto no significante, verificamos la aspiración permanente de todo análisis a reconducir al sujeto a su relación con lo real, desmontando del lugar de la verdad el sentido-gozado del fantasma.

Lógica de la cura y posición subjetiva

En su curso Causa y consentimiento (Miller, J.A. 2019 [1987-1988]) Miller define la posición subjetiva, de cuya formalización depende la lógica de la cura,  como la enunciación en la que se apoya el enunciado, el decir que subyace al dicho. Se trata de la significación y el sentido que emerge de la relación de un sujeto con un significante amo identificatorio o también respecto a una experiencia de goce repetitivo que carece de sentido. Es la posición del sujeto respecto a su propio dicho, de lo que surge un efecto de significación. En ésta operación se capta el deseo y el goce del sujeto. El deseo se muestra como una posición subjetiva orientada al deseo del Otro, mientras que el goce se identifica cuando la posición subjetiva es determinada por una experiencia de goce fuera-de-sentido que implica el cuerpo.

La posición subjetiva y sus transformaciones, es decir la lógica de la cura misma, puede situarse tanto en referencia a lo simbólico como en referencia a lo real. Ciertamente también hay elementos imaginarios respecto a los cuales se producen posiciones subjetivas, como por ejemplo la imagen reina, sin embrago nos remitiremos al problema de lo real, no sin antes aludir a lo simbólico.

Si se elige la vía de lo simbólico, del sentido, correspondería la pregunta ¿qué operadores del psiquismo participan en la producción de sentido determinando una posición subjetiva singular? Tres conceptos son rápida mente situables en el campo de lo simbólico, en el campo del Otro. El síntoma, el fantasma y la identificación.

El síntoma, en la primera enseñanza y porque no en la entrada en análisis, supone un articulación al Otro simbólico. La escritura propuesta por Lacan en grafo del deseo es la de s(A), una significación en relación al Otro. Una formulación sintomática es un mensaje, una palabra que se dirige al Otro incluso cuando es una queja, una demanda de ayuda, o una pregunta analítica. El síntoma, por tanto, desliza siempre una posición subjetiva respecto al Otro. El fantasma por su parte delimita la posición subjetiva en tanto respuesta al deseo del Otro y en tanto aloja en sí mismo un elemento no significante, el objetivo a.  La posición fantasmática equivale a una posición subjetiva en tanto que comanda los comportamientos del sujeto, el lazo al Otro y la producción de sentido, sentido-gozado. El sujeto habla desde el sentido de su fantasma. Cuando la posición subjetiva se define a partir de la identificación lo hace de acuerdo a la propiedad representativa del significante. Identificarse es servirse de un significante para representarse frente a un Otro, de ahí a que el significante de la identificación, el S1, sea un significante que represente al sujeto signando su destino. El significante de la identificación es siempre un significante elegido en relación al deseo del Otro, en sí mismo es un significante sin sentido, pero que adquiere su valor en la medida en que le hace posible al sujeto su ingreso en la dialéctica con el Otro del deseo y del significante. Síntoma,  fantasma e identificación son operadores de la posición subjetiva a partir de lo simbólico y su predominio sobre lo imaginario y lo real.

Lo orientación por lo real y la lógica de la cura: el uso lógico.

La lógica de la cura, comprendida desde la orientación por lo real, requiere de un avance en la definición del concepto de fin de análisis, un cambio que va más allá del fantasma y su construcción. La última enseñanza de Lacan implica considerar la posición subjetiva en relación a lo real del goce del síntoma, que es un goce fuera-de-sentido. J.A. Miller, en algunos de sus últimos cursos, se ha dedicado a profundizar las implicancias clínicas de las conceptualizaciones que se desprenden de los últimos seminarios de Lacan, destacando conceptos como el sinthome, el goce positivo, la identificación sinthomal, el Uno, el autogoce del cuerpo y fundamentalmente el goce real del síntoma que se caracteriza por su condición fuera-de-sentido.

“La última enseñanza de Lacan está ordenada por el dato puro de hay/no hay.

Ante todo Hay de lo uno, fórmula que reduce lo simbólico, especialmente la articulación, para evidenciar, en su cambio, la iteración como su real esencial. La iteración como núcleo, como aquello que resiste a la articulación y que Lacan fórmula diciendo que el sinthome es un etcétera. El Hay de lo uno reduce lo simbólico al etcétera. Se trata de una reducción sensacional de toda la dimensión del blablabla de la cual, además, había mostrado todos sus espejismos recorriendo sus laberintos.

Se trata también del No hay relación sexual correlativo del Hay de lo uno, lo que quiere decir no hay el dos. El dos no está al mismo nivel del Hay de lo uno, está a nivel del delirio. No hay el dos: hay sólo el Uno que se reitera.” (Miller, J-A. 2018[2011], p. 167)

El sinthome queda ubicado, por J.A. Miller, como la pura repetición del Uno, es la reiteración del goce opaco del síntoma, fuera-de-sentido. Este uno, este etcétera, que constituye al sinthome, es lo real del goce que subyace a la envoltura significante del síntoma. Es el goce positivo, como lo denominó en curso Sutilezas analíticas (Miller, J.-A. 2011 [2008-2009]), imposible de negativizar por lo que el recurso que queda es la invención de un saber-hacer vía la identificación sinthomal.

El goce positivo, imposible de negativizar, designa lo que no cambia del programa de goce, lo que no se transforma, y en ese sentido es imposible de negativizar. Ese goce es el resultado del trauma del significante en el cuerpo que produce un goce cuya iteración permanecerá fuera del marco fantasmático. No dependerá de las leyes de lo simbólico, sino de la contingencia, de lo que fue pero pudo no haber sido, de ahí a que lo real sea sin ley, que no sea parte de una secuencia, de una serie o de un encadenamiento significante. El goce, el goce real del síntoma que constituye al sinthome, no responde a una ley significante, sino que es un producto contingente de la percusión significante del cuerpo, de lo que queda un marca de goce fuera-de-sentido que insiste bajo el modelo de la adicción iterativa según lo trabajó J.A. Miller en su curso El uno-totalmente-solo (Miller, J-A. 2018[2011])

“En el registro del goce el lenguaje introduce según Freud la castración, según Lacan una cosa distinta, que la engloba, es la repetición del Uno que conmemora una irrupción de goce inolvidable. De aquél momento el sujeto se encuentra ligado a un ciclo de repetición cuyas instancias no se adicionan y cuyas experiencias no le enseñan nada. Es aquello que hoy se llama dependencia, en ingles addiction (adicción): pero no se trata de una adición, dado que las experiencias no se adicionan. Esta repetición de goce, que se produce fuera-de-sentido, es aquello de lo que se lamenta.

Es también por esta vía que Lacan ha podido generalizar la instancia de aquél goce mudo que descubrió en la sexualidad femenina. En un segundo tiempo lo extendió al hombre, para decir que constituye el estatuto fundamental del goce en cuanto opaco al sentido. Después debió inventar la escritura sinthome que se distingue de symptôme. El síntoma freudiano produce sentido, mientras que el sinthome se repite. El primero contiene una verdad que se puede soñar con liberar, el segundo no es correlativo de una revelación sino de una constatación…

…El goce repetitivo, aquél atribuido a la dependencia (aquello que Lacan llama sinthome es a nivel de la dependencia), este goce repetitivo, entonces, se relaciona solamente con el significante Uno, S1.”  (Miller, J-A. 2018[2011], p. 120)

Este goce iterado, que no cambia, positivo, fuera-de-sentido, que no se enlaza en una serie o secuencia y que responde a una marca, es siempre singular. No se trata de lo real, sino de un real para cada analizante, es decir de un real que cuya experiencia se presentifica en el cuerpo que se tiene y cuya ex-sistencia, en oposición al ser del sentido, es el resultado de la correlación estructural y estructurante de no hay relación sexual y hay de lo uno.

En esta perspectiva el final de análisis se orientará al sinthome, a la identificación sinthomal consistente en identificarse con el goce que no cambia, tomar distancia y saber manipularlo. Se aspira a la invención de un uso de eso que no cambia.

Habiendo precisado algunas ideas y puntualizaciones fundamentales de J.A. Miller sobre la orientación por lo real en la última enseñanza de Lacan, cabe la siguiente pregunta ¿cómo plantear la noción de lógica de la cura a partir de la orientación por lo real? Ya no se trata solo de la lógica de la cura como una secuencia, una serie enmarcada en el concepto de fantasma como axioma lógico y en consecuencia del fin de análisis como atravesamiento del fantasma y la consecuente destitución subjetiva.

La lógica de la cura, en la orientación lo real, ve cuestionada precisamente su condición lógica de encadenamiento secuencial por dos razones fundamentales. La primera es que lo real es concebido como sin ley, sin orden, es decir contingente. La segunda es que el goce real, que constituye el sinthome, es del orden de la iteración que no cambia, que insiste. Ya no se trata de que la concepción de lo real como la consistencia lógica del objeto, en la que la secuencia lógica de la cura misma diera como resultado la producción del objeto como consecuencia de la construcción y atravesamiento de fantasma en tanto sentido-gozado. En esa última perspectiva lo real seguía dependiendo de lo simbólico en la dirección de la cura.

Con la perspectiva de la no relación, del hay de lo uno y de la identificación al sinthome como fin de análisis, la lógica de la cura ya no queda restringida solamente a la secuencialidad de los distintos momentos del análisis. La lógica participa también de la conceptualización del fin de análisis.

Ya no se trata de una lógica de la cura de cuyo transcurso lo real es su consecuencia bajo la forma de la consistencia lógica del objeto a, sino de un estrechamiento, una reducción al axioma fantasmático para cernir el real del goce fuera-de-sentido que es del orden del acontecimiento de cuerpo y no del objeto a. Ante ese real del goce fuera-de-sentido, que hace agujero, se apunta a una rearticulación de las piezas suelta, las huellas de goce no negativizable, para producir la invención sinthomatica.

Se trata de una lógica de la cura cuyo resultado no es accesible por la conjetura y la consistencia lógica del objeto, apuestas que seguían dependiendo de la primacía de lo simbólico y en las que lo real seguía dependiendo de su articulación con lo simbólico. En la orientación por lo real, la posición subjetiva queda remitida de manera radical al goce del cuerpo que se goza a sí mismo, lo que J.A. Miller (Miller, J-A. 2018[2011]) denomina autogoce del cuerpo  y que se presenta como un elemento singular determinado contingentemente por lalengua. La lógica de la cura desforesta el sentido para hacer aparecer las piezas insensatas, las marcas en el cuerpo del hablante-ser, forzándolo a dar un paso para producir con éstas un significante nuevo que dependerá de lo que Lacan denomina el uso lógico del sinthome. La marca de goce no porta ningún mensaje, salvo la reiteración de un goce que no se disfraza para sortear las barreras de la represión. El goce uno se satisface pese a las barreras de la represión, y en esa satisfacción irrefrenable es que el goce uno se torna imposible de soportar. Lo real como imposible de soportar implica al cuerpo marcado por el significante, es decir el cuerpo en tanto se goza a sí mismo. Lo traumático es el trauma del significante en el cuerpo,  es el nombre de lo real en tanto imposible de soportar. Puede tratarse de una escena carente de sentido que implica al cuerpo, propio o del Otro, pero una escena contingente. Los traumas pueden ser pequeños acontecimientos, pero son  el momento en que el hablante-ser encuentra el goce del Otro encarnado en un gesto, una risa, un grito, un tono de voz , una mirada, y el significante es inepto para nombrarlo, no hay como nombrar y simbolizar lo que está ocurriendo. Es a partir de ese encuentro contingente e imposible de soportar que se construya la neurosis como respuesta al deseo del Otro. El sujeto se vuelve activio/pasivo fantasmáticamente, en relación referencial al Otro, articulando las marcas de goce a lo simbólico e imaginario haciendo brotar el sentido. Lo imposible de soportar, que es una definición de la clínica según Lacan, es el plus, el exceso, del goce positivo que se produce como resultado del impacto del significante en el cuerpo. Más allá de lo imposible de decir queda lo imposible de negativizar y lo imposible soportar. Así lo imposible de negativizar es lo incurable, lo que persiste y no cambia por lo que es el fundamento del sinthome siendo aquello que se mantendrá iterando.

El curso de un análisis y la lógica de la cura ya no se orientan a hacer aparecer el objeto al lugar donde estaba la significación, ahora se trata a conducir el análisis hasta el punto en donde la lógica dependiente del significante fracasa para situar las variaciones de la posición subjetiva ante el goce fuera-de-sentido. La lógica de la cura, es su condición de secuencia de las transformaciones subjetivas de quién se analiza, concluirá en la reducción a lo que no cambia del goce en disyunción con el sentido.

El Seminario XXIII Joyce el síntoma (Lacan, J. 2006 [1975-1976]), Lacan afirma “La buena manera es la que, habiendo reconocido la naturaleza del sinthome, no se priva de usarlo lógicamente, es decir, de usarlo hasta alcanzar su real, al cabo del cual él apaga su sed.” Lacan, J. (2006 [1975-1976], p. 15)  Observamos acá un pasaje con relación a la cuestión de la lógica. Un pasaje desde la secuencia lógica al uso lógico. ¿En qué consiste este uso lógico del sinthome que permite alcanzar un real?

El uso lógico, al alcanzar lo real del síntoma, permite apagar la sed de sentido. Cuando el uso lógico hace posible encarnar el sinthome y comienza a operar como un saber-hacer, la búsqueda de sentido de quien se analiza se detiene junto al empuje al desciframiento del inconsciente transferencial. Es éste un signo clínico de la orientación por lo real, cuando se alcanza un real se apaga la suposición de sentido.

En el curso El uno-totalmente-solo (Miller, J-A. 2018[2011]), J.A. Miller recuerda que para Lacan la lógica posibilita una conexión con lo real señalando:

“Si Lacan habla de una práctica orientada por el uso lógico del sinthome, no es necesario imaginarse que el fuera-de-sentido sea la noche oscura. Situando el sinthome como lo real fuera-de-sentido, Lacan se ubica en la perspectiva de la lógica, la cual formaliza, plantea sus axiomas y deduce, operando en un campo de lenguaje sin significaciones. En el El Atolondradicho,  cuando escribe la lógica es la ciencia de lo real, Lacan ya indica la conexión entre lógica y real.” (Miller, J-A. 2018[2011], p.260)

La cualidad de la lógica, destacada por Miller, es que las relaciones de formalización y de deducción axiomática pueden operar como un lenguaje sin significación, sin sentido. La lógica de la cura, entendida como las transformaciones de la posición subjetiva en el curso de un análisis posee la finalidad de del uso lógico del sinthome, lo que implica que dicho uso lógico es una vía de acceso a una modalidad lógica del significante que permite excluir el sentido. Lo real del síntoma, como goce opaco al sentido, es abordable a través del uso lógico en la medida en que la lógica permite prescindir del sentido.

Ahora bien, la dimensión de dicho uso lógico se vincula con la redefinición del fin de análisis como una identificación al síntoma. Al respecto Miller afirma:

“Le doy aquí al identificarse con su síntoma el valor de reconocer su identidad sinthomal. No significa –por lo menos eso pienso yo- que se llegaría simplemente a identificarse con su síntoma, sino que se es su sinthome. Identificarse con eso, ser su sinthome, es librarse después de haberlas recorrido, de las escorias heredadas del discurso del Otro.” (Miller, J.-A. 2013 [2006-2007], p. 140)

El uso lógico habilita la posibilidad de encarnar el sinthome y producir la liberación del sentido heredado del discurso del Otro. En la orientación por lo real la lógica de la cura es un trayecto en el que se transita por secuencias de cambios de posición subjetiva hasta aquello del goce que no cambia. Será la rearticulación con eso que no cambia, vía el uso lógico fuera-de-sentido, lo que hará posible la encarnación del sinthome y con ello la apertura la lo contingente.

REFERENCIAS

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