Acontecimientos de cuerpo en una ex-guerrillera

MARIO ELKIN RAMÍREZ

Psicoanalista. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y de la Nueva Escuela Lacaniana. Profesor en el Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de Antioquia. Doctor en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magister en Psicoanálisis y Campo Freudiano (D.E.A.) del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de París VIII.

marioelkin@gmail.com

RESUMEN

A partir de la definición de Lacan de acontecimiento del cuerpo como anudamiento del cuerpo, lalengua y las palabras, se hace el análisis de un fragmento de un testimonio de una excombatiente de un grupo guerrillero colombiano, para demostrar como al menos dos acontecimientos de cuerpo la condujeron a la elección forzada de ingresar al grupo insurgente.

PALABRAS CLAVE: cuerpo | acontecimiento | trauma

RESUMO

A partir da definição de Lacan do acontecimento do corpo, como nó do corpo, lalengua e palavras, é feita a análise de um fragmento de um testemunho de uma ex-combatente de um grupo guerrilheiro colombiano, para demonstrar como pelo menos dois eventos do corpo a levou à escolha forçada de se juntar ao grupo insurgente.

PALABRAS CHAVE: corpo | evento | trauma

ABSTRACT

Based on Lacan’s definition of the event of the body as knotting of the body, lalangue and words, the analysis of a fragment of a testimony of an ex-combatant of a Colombian guerrilla group is made, to demonstrate how at least two acts of body the led to the forced choice to join the insurgent group.

KEY WORDS: body | event | trauma

Jacques Lacan define el síntoma como un acontecimiento del cuerpo (Lacan, 1975). Su presupuesto fundamental es que hay un encuentro que tiene el carácter de traumático y fundacional, entre el cuerpo como viviente y la lalengua materna.

Que sea traumático significa que hace un agujero. Lacan escribe troumatique alterando la escritura en francés del término traumático, traumatique, para introducir en su escritura la noción de agujero, trou. Ese encuentro primero es estructural, pero luego vienen a sumársele otros traumas vividos de manera singular.

En el testimonio de la excombatiente que nos ocupa, lo traumático más que los bombardeos, o enfrentamientos con el Ejército Nacional, fueron algunas palabras recibidas de sus madres, de sus camaradas, de sus parejas, de sus jefes, marcan un antes y un después en su vida.

El trauma en psicoanálisis no es entonces el acontecimiento material en sí mismo, por ejemplo un bombardeo vivido por todos, donde hay ruido, humo, pólvora, heridos, sangre, muertos, sino la experiencia singular de cómo cada sujeto vivió ese acontecimiento, la resonancia singular que para cada uno tuvo dicho acontecimiento y cómo se escribió en su cuerpo. La experiencia no es igual para todos. Para el psicoanálisis lo que cuenta es la experiencia subjetiva en su propia vida que tuvo ese acontecimiento (Ramírez, 2007a).

La definición de acontecimiento de cuerpo significa que lo traumático es el encuentro de lo viviente, sus cuerpos, por ejemplo, con la lalengua; noción introducida por Lacan en el Seminario XX y que designa un hecho primario, anterior al lenguaje, como cadena de signos lingüísticos, es decir, significantes unidos a significados. Es una cierta materialidad fónica, como el la leo del bebé sin sentido, pero anudada al placer de hablar.

Lalengua está escrita soldando el artículo al sustantivo para mostrar su unidad, como la de la madre y del hijo en sentido metafórico, por eso Lacan le da el adjetivo de materna. Al modo como designamos a la lengua materna.

Hay una resonancia, un eco en el cuerpo del bebé, del lenguaje de la madre, y eso hará su lalengua a partir de las repercusiones en su cuerpo de esos sonidos maternos, afectando a cada sujeto de manera diferente, es el tono, el ritmo, la manera, el estilo en el hablar.

Al contrario del lenguaje, que está estructurado por la sintaxis y por la gramática, la lalengua no tiene una estructura, son sonidos sin significado pero soldados a un goce. La lalengua perfora lo viviente marcándolo, produciendo en él una escritura y lo viviente, a su vez, perfora el lenguaje, en un movimiento que Lacan ilustra topológicamente como dos toros anudados.

Toros anudados.
La lalengua perfora lo vivo, lo vivo perfora la lalengua.

Hay un estatuto estructural del trauma, que es el encuentro mencionado entre el organismo vivo y la lalengua. Pero luego vienen los traumas singulares derivados de las contingencias que marcan la vida de cada uno.

Ese encuentro accidental fija un goce que luego germinará en los síntomas del sujeto. Entonces los acontecimientos de la historia del sujeto, serán sustituidos por acontecimientos del cuerpo, escritos en el cuerpo. Los síntomas son acontecimientos del cuerpo.

Acontecimiento del cuerpo en psicoanálisis no es entonces lo accidental, la conmoción que perturba el ordenamiento de la vida, sino aquello que del accidente hace signo para un sujeto y provoca una brutal discontinuidad subjetiva y le hace un destino. Se trata del plus de goce -así como del proceso productivo. Marx dice que resulta un plus de valor, la plusvalía, sacado del eco en el cuerpo que esas significaciones o resonancias producen en el accidente. Significantes incorporados, corporizados, aislados de los otros significantes, significantes Unos solos, o fragmentos de voz sin sentido. En el cuerpo se escribe la historia de un sujeto. La historia privada de un sujeto deja marcas de goce del signo en su cuerpo.

Las palabras insuflan vida al cuerpo y eso produce efectos de goce en el cuerpo, efectos que Freud reconoció muy tempranamente al afirmar que en los síntomas hay una satisfacción. Acontecimientos de discurso dejan huellas en el cuerpo, acontecimientos de goce que se convierten en acontecimientos de vida.

La participación de las mujeres en el conflicto armado colombiano cambió notablemente desde sus inicios (Ramírez, 2017b) hasta su final. Las mujeres llegaron a constituir el 40 por ciento de las Farc-Ep (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo). Un reciente libro de Fernando Millán Cruz recopila varios testimonios de mujeres excombatientes de esta guerrilla y ahora comprometidas con el proceso de paz (Millán, 2019). De dichos testimonios he recogido las palabras que servirán de base al presente análisis de discurso, realizado desde el psicoanálisis como método de investigación.

El libro de Millán Cruz inicia con el testimonio de Griselda Lobo Silva, alias:

Sandra Ramírez estuvo durante veinticinco años más cerca que nadie de Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo, el máximo comandante […] Fue la pareja del líder guerrillero hasta su muerte y conoció la cotidianidad del hombre que empezó en las guerrillas liberales en los tiempos de la Violencia y terminó conformando el grupo insurgente más grande y duradero del planeta. (Millán, 2019, p. 21).

Ella testimonia de la manera como ingresó en esta guerrilla, a partir de lo que puede leerse como dos acontecimientos de cuerpo: El primero es el recuerdo infantil de su propia madre campesina, cuyo cuerpo fue descrito como reducido a la reproducción de la especie, encerrado en la casa, maltratado por el padre. Un cuerpo trabajador para atender a los hijos, cuerpo deprimido, lloroso, desesperado, tensionado y enfermo.

La madre, dice Sandra, “llorando nos decía que no quería para sus hijas esa vida que llevaba, que teníamos que pensar en ser alguien, que teníamos que preocuparnos por estudiar, por trabajar, por ser independientes y no depender constantemente de un hombre” (Millán, 2019, p. 23).

Si el sujeto recibe su propio mensaje en forma invertida, esa expresión tiene el mensaje implícito: “yo no soy nadie”. La madre les señala el estudio como el camino para alcanzar a destacarse, para encontrar una profesión con la cual representarse ante los otros y no únicamente para sobrevivir. Pero dadas las circunstancias, esa expresión en la boca de la madre la orienta hacia el ideal de “ser otra”: distinta de la madre, pero también otra distinta de sí misma, en cuanto ella ya comienza a remplazar a la madre en la crianza de sus hermanos y en los oficios domésticos.

Ese dicho materno tuvo valor de acontecimiento de cuerpo, porque al no encontrar la manera de “ser alguien”, en las vías civiles, donde no hubo oportunidades ni de estudiar, ni de sobresalir profesionalmente en nada, tomó el atajo ofrecido por las guerrillas, como espacio de realización de ese ideal materno.

Siendo aún púber, debido a las prolongadas hospitalizaciones de la madre, tuvo que terminar de criar a siete de sus hermanos y asumir las labores domésticas y del campo, en lugar de su madre. Su propio cuerpo es descrito aquí como el de una niña que se ha saltado un tiempo lógico y súbitamente se convierte en adulta, ayudando su falta de estatura con la prótesis de un banquito para alcanzar los fogones y lavaderos, como el escabel para ascender a la vida de adulta, como trabajadora doméstica, cortocircuitando la pubertad.

A causa de su metamorfosis de la pubertad, dice:

Cuando la niña tiene doce, trece o catorce años, que se vuelve ya señorita, entonces empieza a ser una carga para el papá y la mamá. La niña empieza a pedir toallas higiénicas, la ropita para su edad y su ropa interior. Se antoja del pantalón o de la blusa que tiene la vecina. En conclusión, empieza a tener otras necesidades y se vuelve una carga (Millán, 2019, p. 24).

La llegada de la menarquia ella la traduce como más gastos para sus padres, lo que la hace tener el sentimiento de volverse una carga para el otro. Además se activa para ella niña el circuito del deseo: querer la ropa de otra niña, por ejemplo. Son manifestaciones de un cambio a nivel psíquico. Ya tiene un cuerpo que se ha metamorfoseado y que hay que vestir como socialmente corresponde a su edad. Un cuerpo que puede ser deseado, mirado, vestido, ya no como el cuerpo del infante sino como “señorita”, es decir, el cuerpo como objeto del deseo. Pero también un cuerpo que desea, lo que ella llama “darse gusto”. Dice:

¿Tienen el papá y la mamá los recursos para darle gusto a su niña? […] en la mayoría de los casos, no. “No, mijita, ¿por qué no se va más bien y trabaja donde la vecina? O vaya a ver si consigue trabajo en el pueblo”. Eso es lo que le dicen y la niña empieza a ir al pueblo a trabajar en casas de familia. Y si no lo quiere hacer, entonces párese  en una esquina a ver quién le ofrece algo por esa noche. Esa es la realidad y es dura. O ya tiene un novio y a los trece o catorce años está en embarazo (Millán, 2019, p. 25).

El segundo acontecimiento de cuerpo lo constituye el encuentro con la guerrilla. Hasta ese punto el testimonio de Sandra plantea un tiempo cíclico, en el que las personas heredan el mismo destino de los padres como algo necesario. Pero aparece de modo contingente la guerrilla y rompe la cotidianidad.

Eso fue un acontecimiento acompañado en Sandra por el afecto del susto. Lo que cae por sorpresa, lo inesperado, la sensación es de muerte, la interpretación es que llegó el fin (Millán, 2019, p. 25). El cuerpo es presa del susto, sufre las sensaciones ante la inminencia de la muerte, no puede huir ni enfrentar el peligro.

En su testimonio declara:

Me impresionaba el comportamiento de la guerrilla conmigo y con mis hermanos, totalmente diferente a la imagen que tenía de ellos […] También me llamó la atención que entre ellos había mujeres. Pero sobre todo había una que me impactaba. Se llamaba Eliana […] En esa época tenía unos veintisiete o veintiocho años. Me impresionaba verla dando órdenes, cómo se relacionaba con los guerrilleros y cómo ellos le obedecían (Millán, 2019, pp. 25-26).

Se destacan las expresiones: “me impresionaba”, “me impactaba”, habla de algo que dejó huella, marca, escritura, que hizo en Sandra acontecimiento de cuerpo. No es una anécdota banal, fue memorable. Causó impresión e impacto sobre el cuerpo.

Pero la mayor sorpresa es ver mujeres dando órdenes a los hombres. La Otra mujer nunca vista. Hasta aquí había visto mujeres obedientes, ahora veía una que se hacía obedecer. Eliana. Es la imagen opuesta a lo conocido hasta entonces. Una imagen que pone en cuestión el machismo reinante en su vida.

En Sandra el encuentro con Eliana, la líder guerrillera, provocó una resonancia corporal más allá de los ideales, que la hizo decidir su propia militancia. En eso fue un encuentro traumático, una conmoción a partir de la cual su vida no fue igual. Las órdenes de Eliana como mando a sus subordinados hombres, hizo que algo de la lalengua perforara el cuerpo de Sandra, fue lo que se jugó subjetivamente en ese encuentro. Lacan dice que “la vida se estructura por un nudo entre cuerpo, lalengua y las palabras” (Lacan, 2011, p. 31).

Sin embargo, para esa decisión no contó solo algo del orden del ideal. Es una decisión del ser. Lo que de esa decisión sabe Sandra fue lo argumentado: reducido a las condiciones sociales, económicas y familiares. Lo que no sabe es que además, en ella contó un deseo de liberarse del cíclico destino que la esperaba al quedarse y se lanzó a ser otra, distinta de sí misma. Jugó el encuentro de la otra mujer temida y obedecida por los hombres y el goce allí implicado, en resonancia con su fantasma singular.

En psicoanálisis el fantasma o fantasía fundamental es la construcción más singular de un sujeto en la que arma una escena -Freud lo ilustra en su texto de 1919:Pegan a un niño”- escena en la cual, el sujeto se relaciona con un objeto pulsional, satisfecho en ese escenario, por ejemplo: “ver que pegan a un niño”, lo que implica una satisfacción escópica, pero puede también variar para ser: “soy pegado por mi padre” que implica una satisfacción masoquista. Esa fantasía conlleva un goce, es decir, una satisfacción más allá del principio del placer; allí radica su fuerza, pero también ofrece una dimensión simbólica, una frase, un axioma sobre el que se construye toda la subjetividad de alguien, es decir, a partir del cual construye todos sus lazos sociales y tiene la función de servir al sujeto de ventana a través de la cual contempla la realidad y de protegerlo, como una pantalla del trauma y de sus angustias y exigencias pulsionales.

Luego de que Sandra relata su encuentro con la mujer brava que se hace obedecer en las Farc declara: “Fue cuando decidí decirles: ‘Quiero irme con ustedes’” (Millán, 2019, p. 26).

Ese fue apenas el primer acontecimiento histórico de su vida guerrillera, escrito como acontecimiento de cuerpo. Vendrán muchos más y Sandra se inventará una manera singular de hacer con ellos.

Su cuerpo se disciplina bajo nuevas exigencias, allí donde estaba el placer y la molicie ahora estarán las guardias nocturnas. Es una manera de sacrificar la comodidad, por ejemplo, de la dormilona, por el displacer de levantarse con sueño en la madrugada a cuidar de la tropa. Es vencer el dormir para no soñar, sino estar despierto, alerta, vigilante, agudizar los sentidos, vencer los miedos a los animales o al enemigo.

Pero también se trata de disciplinar los sentidos. Dice de sus guardias:

Inicialmente me costó asimilar el pago de la guardia en la noche. Difícil porque toda la vida he sido dormilona, y de joven lo era más. Me costaba trabajo levantarme a las doce de la noche o a las dos de la mañana. Y también me costó porque me impresionaba que de pronto llegara una persona o un animal. Con la práctica uno aprende a identificar cuándo es el paso de una persona, cuándo son los pasos de un animal, qué ruido hace un palo que se cae o si es una pepa, o si se cae una piedra en el agua. Todos tienen sonido diferentes y uno aprende a distinguirlos en la selva (Millán, 2019, p. 27).

Se trata de disciplinar el oído y aprender a distinguir los sonidos para darles un sentido. Eso tranquiliza y deja de ser un sonido indiferenciado y asociado a un miedo infantil. Se trata de mantenerse despierto para dormir en el sentido que se le da a los ruidos y que dejen de ser inquietantes, para volverse sonidos familiares, conocidos, tranquilizadores. Lo cual entrena para despertar ante la señal de angustia ante un sonido desconocido, inhabitual, extraño y por tanto amenazante.

Freud diferencia la señal de angustia de la angustia automática, la primera aparece por ejemplo en el suspenso, para despertar el cuerpo, alertarlo, prepararlo a la acción, sea el enfrentamiento o la huida. La segunda, de manera súbita paraliza al sujeto, en un ataque inmotivado desde el punto de vista de la realidad exterior, lo que corresponde entonces a un ataque de las pulsiones desde el interior del aparato psíquico.

Sandra describe también las marchas como un ingrediente nuevo que afecta su cuerpo, antes sedentario ahora nómada. Ese desplazamiento casi permanente por estrategia, impone un esfuerzo diario, las ampollas y los callos en los pies son su marca. El cansancio, el dolor que acompañan ese caminar.

Es un cuerpo adolorido y cansado, sometido a un esfuerzo casi permanente. Marchas de larga duración, a veces de horas, otras de días o de meses. Es el cuerpo caminante, aunque no errante, porque siempre es una marcha dirigida. Tampoco es un caminar ligero de equipaje, sino cargado del equipo, del fusil y de la pechera, es un caminar cargado con lo esencial de cada uno, su casa a cuestas, a lo que a veces se añade el peso de los víveres. Son marchas en las que subyace no solo el miedo al enemigo, sino incluso los miedos infantiles.

REFERENCIAS

  • Lacan J.  “Joyce, el síntoma I”, Uno por uno, 1975.

  • Lacan J., “La troisième”, La Cause freudienne, n° 79, 2011.

  • Millán C.F., Con ojos de mujer. Relatos en medio de la guerra, Bogotá, Penguin Random House Grupo Editorial, 2019.

  • Ramírez M.E., Psicoanalistas en el frente de batalla, las neurosis de guerra en la Primera Guerra Mundial, Medellín, Universidad de Antioquia, 2007a.

  • Ramírez M. E., Órdenes de Hierro, Medellín, La carreta, 2007b.