Acontecimiento de cuerpo, afecto y real en la experiencia analítica
VERA GORALI
AME de EOL y AMP. Asesora del Departamento del cuerpo del CICBA. Docente ICdeBA
veragorali@gmail.com
VERÓNICA DI BATISTA
Asociada a EOL sección La Plata Coordinadora del Departamento del cuerpo del CICBA
veronicadibatista@yahoo.com.ar
VERÓNICA ESCUDERO
Asociada a EOL sección La Plata Coordinadora del Departamento del cuerpo del CICBA
escudero_vero@hotmail.com
RAQUEL GARCÉS
Coordinadora del Departamento del cuerpo del CICBA
garcesraquel@yahoo.com
MARIELA GUTIÉRREZ
Coordinadora del Departamento del cuerpo del CICBA
marielagutierrez@yahoo.com
CELINA CAMPS
Miembro de la EOL y AMP Coordinadora del Departamento del cuerpo del CICBA
camps.celina@gmail.com
MARCELA MOLINARI
Miembro de la EOL y AMP Coordinadora del Departamento del cuerpo del CICBA. Docente colaboradora ICdeBA. Docente Universitaria
marmolinari@yahoo.com.ar
RESUMEN
Este trabajo intenta definir y poner al debate las nociones de real, afectos y acontecimiento de cuerpo en el discurso analítico. Consideramos de particular relevancia interrogar las maneras en que se presentan en la práctica analítica. Por esta razón hemos incluido un testimonio de pase y una mención clínica.
PALABRAS CLAVE: Cuerpo | afectos | real | experiencia analítica
RESUMO
Este trabalho procura definir e colocar em debate as noções de real, afetos e acontecimento de corpo, no discurso analítico. Consideramos particularmente relevante questionar as maneiras pelas quais essas noções são apresentadas na prática analítica. Por esse motivo, foram incluidos um testemunho de passe e uma menção clínica
PALABRAS CHAVE: : Corpo | afetos | real | experiência analítica
ABSTRACT
This paper‘s purpose is to define and put up to debate the following concepts: real and affection and body event, as in the discourse of psychoanalysis. We consider particularly relevant to question the different ways in which they appear in analytical practice
KEY WORDS: Body | real | affection | real | analytical experience
Introducción
Hay un real propio de la experiencia analítica.
Sin ese real nos encontraríamos con una práctica de lo inefable o de la pura razón en el universo de las ideas platónicas.
La gran pregunta que intentamos responder cuando damos cuenta de nuestra práctica es dónde situar ese real.
La doctrina lacaniana nos ha conducido paso a paso en esta búsqueda, llevándonos del síntoma al fantasma y de éste al sinthome para lograr cernir lo que llamamos un trozo de real transmisible. Esta operación es esencial al trabajo de la Escuela, ya que, en cierto sentido, la palabra hace la cosa. Lacan lo pone así: “la palabra tiene una propiedad totalmente curiosa, es que hace la cosa.” (Lacan, 1977-78, s/n)
La primera dificultad con la que nos topamos es una hiancia inevitable a la hora de relatar ese real que es silencioso. ¿Acaso solo se lo puede señalar con el dedo, como sugería Montaigne frente a lo inexpresable? ¿Cómo alcanzar cierta exactitud clínica cuando se trata de un imposible de decir todo lo que ocurre en una cura?
Este impasse se nos presenta tanto en las curas que conducimos cuando somos instados a dar cuenta del acto analítico como al testimoniar de la propia. Hay una pérdida que se impone al analista, a veces bajo una forma traumática cuando, ya desdoblado, formaliza la experiencia. Eso es real.
Sin embargo es necesario nombrar esos pedazos obtenidos como saldo de saber, a menudo a lo largo de muchos años de análisis. Esta tarea implica “pasarlos” de las tres dit-mensiones en que trascurren de hecho a las dos dimensiones de un discurso o de una fórmula matemática.
El problema es que en el anudamiento de lo simbólico con lo real nos encontramos con que la palabra hace la cosa solo fantasmáticamente.
Es preciso avanzar un paso más, hacia lo que del pensamiento hace materia, hacia la escritura topológica que nos permite, en su reflexión, hacer aparecer los agujeros y los cruces, aquello en lo que se está enredado. En términos de Lacan eso significa deslizarse hacia el nudo borromeo e imaginar lo real. Solo así tenemos el tejido, la relación R. S. I. (real, simbólico, imaginario).que tiene por esencia el psicoanálisis y por ese sesgo la posibilidad de hacer avanzar el filo cortante de la verdad analítica.
Hemos situado los grandes mojones de la orientación lacaniana pero todavía no nos hemos aproximado a la noción de real ni a lo que constituye el eje de este ensayo, a saber, si este real es localizable en los otros dos términos de nuestro título: el acontecimiento de cuerpo y el afecto.
Nos proponemos delimitar los tres términos de nuestra exploración teórica: acontecimiento de cuerpo, afectos y en especial la noción de real inesperado, en la medida que al calificarlo redobla lo que consideramos inherente a la definición de real como lo que no tiene ley. Al no tener ningún programa previsible parecería a primera vista que lo real es siempre “inesperado”.
Más allá de este matiz, si evocamos los sucesos mundiales de la época, con la discontinuidad que le impone a nuestras rutinas habituales, nos preguntamos si esta discontinuidad es un real en el sentido que le damos en el discurso analítico. ¿Nos encontramos frente a dos reales diferentes?
Nuestra tesis es que lo que aparece hoy como un fenómeno natural disruptivo no es el real del que nos ocupamos en el discurso analítico.
Es cierto que en un primer tiempo Lacan pensó que lo real estaba en la naturaleza, con sus leyes y sus cálculos. Fue un periodo en que lo real se definía por el rasgo de volver siempre al mismo lugar, con una tranquilizadora identidad en la diferencia y un saber hacer que se ofrecía a nuestra dilucidación.
La física cuántica le demostró que esta apreciación no se sostenía en el mundo subatómico y que lo real era más bien imprevisible por estructura.
Lacan demuestra, hacia el final de su enseñanza, que hay equivalencia entre lo real y la estructura y que la estructura en la que nos debemos orientar es el nudo borromeo. Estableciendo, además, que hay una correspondencia entre la topología y la práctica.
Estos desarrollos vuelven aún más imperioso, en nuestra opinión, dilucidar a qué nos referimos cuando hablamos de “el real de la experiencia analítica” y las articulaciones con el acontecimiento de cuerpo y los afectos que jalonan su recorrido.
Esto significa que para abordar la definición de lo real no nos haremos la pregunta acerca de “¿qué es lo real?”. Entendemos con J.A. Miller que “esa es la pregunta que no hay que formularse” (Miller, 1998-99 [2003] p.9), porque:
“la forma misma que presenta no conviene a la elaboración de lo real tal como se impone en la experiencia analítica, al menos según Lacan (…). Este procedimiento conviene a quien busca una verdad, mientras que lo real no se ajusta a ella.” (Miller, 1998-99 [2003], p.9)
Más bien haremos resonar la pregunta acerca de qué real aborda la experiencia analítica para cernir los enigmas que el término encierra y lo que el mismo Lacan fue inventando en sus diversas reformulaciones.
Luego exploraremos los acontecimientos de cuerpo en sus emergencias, sean o no sintomáticas, y los afectos. Consideramos que éstos comportan un real que la práctica analítica está en condiciones de abordar para que un sujeto –o más bien un parlêtre ya que incluimos el cuerpo como elemento sin qua non– consiga arreglárselas con los embrollos del cuerpo o del inconsciente; el inconsciente real para ser más precisos.
El recorrido de Lacan respecto de lo real
Como señalamos anteriormente lo real no es acorde a la verdad. Para abordarlo hay que hacerlo a través de las respuestas que Lacan fue elaborando en su recorrido, y no a partir de la pregunta por su esencia.
Si bien Lacan comenzará con una definición según la cual lo real es el sentido en la última parte de su enseñanza arribará a la noción del mismo como fuera-de-sentido. (Miller, 1998-99 [2003])
En las distintas versiones que Lacan da de lo real podemos ubicar una constante que él mismo subraya tempranamente -1963-, y es lo que nos permite orientarnos en la noción de real como opuesto a significante. Esta manera de pensarlo lo llevó luego a ubicar lo real como lo que resiste al sentido.
Sin embargo en La tercera (Lacan, 1974 [2015]) Lacan nos recuerda lo que dijimos al principio, es decir la definición de real como lo que vuelve al mismo lugar. ¿Por qué lo hace?
Para destacar ahí lo de “lugar”, como el lugar del semblante y él “vuelve” para marcar que algo de lo real retorna siempre igual, como el palo en la rueda que hace obstáculo al discurso amo.
Luego vendrá la definición de lo real como lo imposible lógico. Esta apoyatura en la lógica lo conduce a lo real como lo imposible de escribir.
En ese mismo texto Lacan establece una diferencia que nos resulta interesante para pensar el tema de nuestra investigación: nos aclara que el mundo es del registro de lo imaginario y ubica en el cuerpo la función de representación, propia de lo imaginario. Lo citamos: “Lo real no es el mundo. No hay esperanza alguna de alcanzar lo real a través de la representación.” (Lacan, 1974 [2015], p.15). Es decir que no hay traducción directa pues aparece un agujero entre lo real y la representación, que nos aporta las coordenadas para abordar la noción de “un-real”.
Lo real entonces no arma una totalidad, no es un universal. No hay un “todos” los elementos; en todo caso habrá conjuntos a establecer respecto de cada uno de sus elementos que son idénticos a sí mismos. Para Lacan el S1 solo, muestra ese trozo que viene a inscribirse a condición de que lo haga sin ningún efecto de sentido. La posibilidad de que se inscriba como S1 solo, tiene por condición que sea sin ley, sin sistema.
Perfilada la noción de un-real como contingente nos vemos conducidos por Miller a pensarlo en transferencia, señalando que se introduce el sujeto supuesto saber para interpretar lo real. Desde ahí se constituye un saber que no es “en lo real” sino “sobre lo real”, en ese desdoblamiento que nos permite una reflexión sobre la experiencia, su redoblamiento simbólico.
Así entendemos el aforismo de Lacan que lo real está desprovisto de sentido. Este aparece en transferencia al agotarse las vueltas del querer decir. La vuelta en plus que dibujan las vueltas dichas alrededor del toro (figura topológica) hace emerger el fuera-de-sentido.
“Lo real entendido así no es un cosmos, no es un mundo, tampoco un orden; (…), es un trozo, fragmento asistemático separado del saber ficcional que se produce a partir de ese encuentro. Ese encuentro entre de lalengua y del cuerpo que no responde a ninguna ley previa” (Miller, 2012, s/n)
Más adelante volveremos sobre esto al considerar este encuentro en función del acontecimiento de cuerpo y del afecto.
Por el momento nos interesa puntualizar que el real inventado por Lacan como el real del psicoanálisis no es el de la ciencia. Es un real contingente que, a diferencia del real de la microfísica, responde a aquel encuentro. ¿Y por qué éste se produce así, sin orden alguno? Porque falta la ley natural de la relación entre los sexos. Este es el agujero en el saber incluido en lo real.
Ubicar ese trozo de real que implica el choque de lalengua con el cuerpo y su escritura sin efecto de sentido nos permite decir que ese es el real siempre azaroso que importa al psicoanálisis, sustituyendo al real biológico que queda perdido tras esa marca.
Esas letras escritas (S1) que se recortan en un análisis nos muestran que se trata de un-real que una vez anudado marca el terreno abonando nuevas inscripciones posibles. De esto conviene estar advertidos ya que esas marcas no tienen relación directa con la verdad; al pasar a la verdad mienten. El inconsciente como real, como letra de goce, es ya una interpretación de ese trozo de real que ha logrado inscribirse. Una escritura fuera-de-sentido que testimonia el ser del parlêtre.
¿Qué hay de real en los afectos?
Empecemos por el principio. La segunda axiomática de Lacan propone que el goce es anterior al Otro del lenguaje. Veremos luego las condiciones de su emergencia. Por ahora diremos que en el lugar del lenguaje desarrollado y elaborado por la ciencia aparece la idea de lalengua, ese neologismo lacaniano recién utilizado al describir la primera emergencia de un-real y que permite poner en primer plano la materialidad sonora del significante. Lalengua apunta a la palabra formada fonéticamente. Veamos como lo dice Lacan:
“El lenguaje no es más que lo que el discurso científico elabora para dar cuenta de lo que yo llamo lalengua, esta lalengua que escribo en una sola palabra, como saben, para designar lo que es el asunto de cada quien, la lengua llamada, y no en balde, materna.” (Lacan, 1972-73 [1992], p.166)
Es lalengua lo que afecta el cuerpo del viviente. Lo afectado es el cuerpo vivo en una operación que lo desnaturaliza. Esta operación, según pensamos, es la matriz futura de todo acontecimiento de cuerpo, no de todo acontecimiento que ocurra en la vida de un sujeto, por más azaroso o inesperado que sea. Dicho de otra manera, el significante solo, sin par, tiene efecto de afecto en un cuerpo.
Entonces ¿todo afecto seria calificable de real?
J.A.Miller en La angustia lacaniana (Miller, 2007) señala que para encontrar un afecto real, uno que no engañe, a diferencia de los sentimientos que mienten, hay que situar un goce irreductible al principio del placer, un resto que no se deja significantizar. Lo encontramos en el afecto de angustia, que tiene una relación con lo real.
La angustia designa lo real, el das Ding, en la medida que lo simbólico y lo imaginario solo pueden girar a su alrededor. Eso la convierte en señal de lo real. Surge tanto cuando falta la falta, como frente al deseo inexplicable del Otro. Siempre hay un vacío a conservar pues cuando se colma surge la angustia. La angustia es lo que ex-iste cuando hay algo que despierta, que atormenta, es decir que el cuerpo contribuye a ese malestar.
Hay también una angustia que surge cuando sentimos que nos reducimos a nuestro cuerpo. Este cuerpo que el parlêtre tiene – no lo es-, goza entonces en dos registros: goza de sí mismo, se afecta de goce, se goza y condensa y aísla un goce fuera del cuerpo que reparte en los objetos a.
Este goce tiene relación con el cuerpo propio, sin Otro. Nos volvemos a encontrar aquí con el Uno solo. El cuerpo se goza y a partir de ese “se goza” es pertinente ubicar el cuerpo en su dimensión real.
Es así que en Televisión (Lacan, 1972 [2012]) Lacan dirá que el afecto se corresponde con un efecto de lo simbólico en el cuerpo, una marca que dejará siempre un resto imposible de significantizar.
¿Qué de lo real en el acontecimiento de cuerpo?
A partir de los años ´70, Lacan introduce un enigma difícil de resolver al crear la categoría de parlêtre que conjuga la relación del sujeto con el cuerpo. Califica a la misma como un “misterio”, y a su vez, a éste como real. Lo dice así: “Lo real, diré, es el misterio del cuerpo que habla (…)” Y agrega, para dar mayor énfasis a su elaboración: “(…) es el misterio del inconsciente.” (Lacan, 1972-73 [1992], p.158)
El instante en el que sucede el acontecimiento de cuerpo, el de la entrada del significante unario en el organismo, es el instante en que se abre un espacio de vida humana que toma consistencia como sustancia gozante.
Su ejemplo, ya clásico, es el texto que sale del vientre de la araña, su tela. Ahí vemos la telaraña desde que surge de un punto opaco de ese ser y en la huella de esos escritos los límites, los puntos sin salida que muestran según Lacan, lo real accediendo a lo simbólico.
Esta sustancia gozante que lleva en si el Kern, la raíz del síntoma es la encarnación de un significante que, por ser solo Uno, crea vida con la forma inédita de goce y no mortificación y extracción de goce del cuerpo como la cadena S1.-S2.
El goce fijado allí no cesará de escribirse y el síntoma aparece desde aquí como un acontecimiento de cuerpo y no como formación del inconsciente. Esta definición de síntoma nos da una nueva brújula clínica. Ya no se trata tanto de la historia y la verdad sino de los acontecimientos de cuerpo que han fijado un goce dejando sus huellas escritas.
Un análisis podrá extraer sus coordenadas traumáticas a partir de lo real de síntomas que alojan esas marcas en lo más íntimo del parlêtre.
¿Cómo hacer entonces la lectura de lo real del acontecimiento de cuerpo y del afecto en la práctica analítica?
El testimonio de pase de Araceli Fuentes ilustra con mucha claridad como lo real deja huellas escritas que afectarán al cuerpo y es en el recorrido de su análisis que se irán produciendo cambios de escritura para saber hacer, en su manera singular, con ese resto de goce opaco.
“En ese encuentro traumático se fija un goce que será el núcleo real del síntoma. Lo que del síntoma queda al final del análisis, aun siendo producto del análisis, tiene su origen en esa experiencia inaugural.” (Fuentes, 2016, p. 210)
Araceli transmite su dificultad para hacer el duelo por la pérdida de su madre a los ocho meses de edad. Aquella pérdida no pudo ser subjetivada. El inconsciente no ha tomado nota pero ha dejado huella.
Una frase oída a partir de dicha muerte, una jaculatoria que proferían las mujeres del pueblo cuando la encontraban adquirió para ella el estatuto de una holofrase: “Aysisumadrelaviera.” La frase se convirtió en un trozo preconstituido del discurso del Otro, indialectizable del que el sujeto no se pudo apropiar y que entonces se fijó directamente en su cuerpo. Diríamos nosotros como un real del que durante mucho tiempo no se enteró.
“La jaculatoria invocaba la mirada de una muerta, percutía en mi cuerpo, me producía un gran malestar. Asistí muda a esta escena una y otra vez.” (Fuentes, 2016, p.68). Junto a ello la acompañaba un pertinaz dolor de oídos durante su infancia.
A partir de la muerte de su padre, sumida en un extraño estado de “congelación” (Fuentes, 2016), se activó la memoria de goce fijada por la holofrase. Una enfermedad autoinmune, lupus eritematoso, se desencadenó en relación con el duelo no resuelto.
Lo traumático no fue el acontecimiento histórico de la muerte de la madre sino el encuentro con esa voz que repercutió en su cuerpo fijando un goce.
El trabajo de análisis consistió en producir un cambio de escritura permitiendo así emerger la letra de un síntoma relativo a la voz y al decir que estaba silenciado por la escritura real en la holofrase.
En el análisis la voz sufrió modificaciones, fue liberada de lo dicho, de todo sentido, de toda significación.
Su respuesta sintomática al silencio impuesto en el trauma quedó en evidencia. “Un empuje a decir solo es una fuerza que atraviesa mi cuerpo.” (Fuentes, 2016, p.184)
Se trata del goce de la vida, lo que mencionamos más arriba, producto del encuentro contingente entre lalengua y el cuerpo.
Un nombre escupido por el inconsciente en su último sueño de análisis. “El relieve de la voz” (Fuentes, 2016) permite nombrar lo no predicable del goce del síntoma como acontecimiento de cuerpo.
Veamos ahora un pequeño recorte clínico.
Una analizante llega a la consulta quejándose de una afección corporal específica. La analista interroga ese saber y se abre la vía de la hystorizacion, es decir, la historia contada con las marcas de goce.
Merced a un equívoco la analista advierte una doble versión de su nombre propio y calcula una intervención que hace vacilar los sentidos que la analizante les daba. Se abre así una nueva línea asociativa que la saca de ese sentido coagulado inicial. El encuentro inesperado con una palabra que ella eleva a la categoría de significante provoca que su cuerpo se desregule.
El trabajo de análisis le permitió inventarse bajo transferencia un nombre nuevo. A continuación advirtió alivios sintomáticos, lo que leemos como una nueva resonancia en la consistencia corporal imaginaria. Queda, como sabemos, un resto de goce fuera de sentido con el que deberá arreglárselas.
Conclusión
La experiencia analítica constata que lo real no es algo que acontece en el campo del para todos.
Si bien existen acontecimientos imprevistos que provocan encuentros con un nuevo real, éstos se entraman en el terreno fértil que el encuentro inaugural con “Un real” marcó para el ser hablante una manera singular de anudar acontecimiento de cuerpo, afecto y real.
Como mostramos en la mención clínica la tyché del encuentro con una palabra puede afectar el cuerpo desanudando el arreglo que un sujeto se armó en respuesta a la marca original.
En el testimonio también ubicamos de qué manera la holofrase, S1 insensato, coagula un efecto mortífero en el cuerpo. El encuentro esta vez con un analista hizo posible un cambio de escritura no jeroglífica, es decir el desplazamiento a una formación sintomática.
Puede parecer difícil obtener un saber hacer que autorice a inscribir una forma más satisfactoria de ligar cuerpo, goce y sentido. De hecho nada lo asegura pues es una práctica de charlatanería y, en tanto tal, no carece de riesgos. “Lo que no impide que tenga consecuencias.” (Lacan, 1977-78, s/n)
Para concluir sostenemos que el parlêtre puede encontrar en la experiencia analítica modos de hacer que le permitan vivir mejor la afectación provocada por Un-real inesperado. Un nuevo estilo de vivir la pulsión sobre el nudo fundante está en su horizonte.
REFERENCIAS