Por Mirta A. Nakkache
El cine es un lenguaje más, y muy poderoso, del que podemos servirnos los psicoanalistas para ilustrar, en mayor o menor medida, lo que deseamos trasmitir. Escogí el film Jojo Rabbit, en parte porque todos los personajes que conforman este delicioso film de Taika Wititi, basado en la novela de Christine Leunens El cielo enjaulado, nos invitan a atravesar el prejuicio de una ideología y de una época que dejó marcas indelebles. Y loque no es menor es que el film transcurra en el ocaso del nazismo.
Así como hoy asistimos en el psicoanálisis de nuestra orientación, a lo que se conoció como la pulverización del Nombre del Padre y a lo que Eric Laurent desarrolla en Política de las
identidades y acontecimientos del cuerpo; este film da cuenta de ello, con sutileza y entre líneas.
Lo logra por el encanto con que están esbozados sus personajes, el cuidado y los matices con que Wititi introduce el humor, al tiempo que no escatima en mostrar, con fragmentos de documentales, algunas pinceladas de los horrores del nazismo.
La trama (atención Spoiler)
Jojo Rabbit, en mi humilde conocimiento de los fundamentos cinematográficos, es una comedia negra satírica que cuenta la historia de un niño de diez años que tiene como amigo imaginario al mismísimo Adolf Hitler caricaturizado. (Protagonizado por el mismo Wititi)
Jojo ansía pertenecer a las juventudes hitlerianas, preso de un fanatismo por imitación, que refleja su inocencia. Es la única cultura que conoce, en sus flamantes 10 añitos. Su vida transcurre en un mundo alterno, soñado en buena medida por ese niño que quiere convencerse de ser nazi, como los otros chicos de su edad. Para ello viste uniforme y porta y copia los signos identificatorios del lugar y la época: la cruz esvástica y pósteres alusivos que cubren las paredes de su cuarto.
La madre, Rosie, (protagonizada por Scarlet Johansson) es una militante disidente del régimen que esconde en su casa a una niña judía, situaciones, ambas, que Jojo desconoce. De su padre se sabrá que es un soldado que marchó a Francia ¿desertor o militante de la resistencia…? (Ambigüedad que algunos críticos interpretaron como la fallida representación de padre, que pudo Jojo hacerse con su amigo imaginario).
En ese amigo imaginario, ridiculizado en su caracterización, Jojo buscará apoyo y coraje para
construir una identificación consistente y un sentido de pertenencia a las Fuerzas Infantiles del Reich, condición para ser consagrado un hombre. Sin embargo, su vulnerabilidad se evidencia y queda expuesta cuando es desafiado a matar un conejo retorciéndole el cuello. No puede hacerlo y sale corriendo cuando su superior lo ejecuta frente a él. Así se gana el apodo de Jojo Rabbit (conejo cojo). Y es burlado por todos.
Son en esos momentos de desasosiego en los que apela a su amigo invisible, su Hitler payasesco, descerebrado, gritón, que lo anima a afrontar situaciones difíciles…a su manera. Y… ¿al modo de un coach en el llamado “mundo del trabajo”? Lo alecciona “¿Conejo? Sé conejo, el conejo es valiente, ligero, furtivo…”
Lo cierto es que en un acting Jojo sale eyectado, en un arrebato por juntar coraje. Lo hace sin medida y termina accidentado. Ya no podrá representar al ideal de la raza aria y debe resignarse a realizar tareas menores, al servicio del Reich.
En la soledad de su casa, Jojo descubre la presencia de la niña refugiada en un cuarto sellado. Al terror inicial, de quien vería a un fantasma, le seguirá la intriga de saber más sobre “la especie judía”. Poco a poco irá creciendo un lazo afectivo entre ambos, que le cambiará su percepción del mundo y, diré, de su propio ser de goce.
La niña lo enfrenta a sus fantasías. Le dice “no eres nazi, eres un niño de diez años al que le gusta disfrazarse, al que le gustan las esvásticas y formar parte de un grupo. No eres nazi!! Ridiculiza también a su amigo invisible: “pequeño hombre patético que no puede ni dejar crecer su bigote”.
El giro decisivo de Jojo, se produce cuando se topa con un real que atraviesa su vida. La ira lo domina, pero su desamparo es más poderoso y lo conduce a orientar “su causa” hacia la niña, ahora, su enamorada. El fin de la guerra llega y con él la libertad de la niña y la desolación de Jojo por el temor a perderla. Así se lo hace saber su amigo Yorky, un gordito encantador, que pertenecía a la militancia del Reich, pero sin perderse en ella. No es un fanático y si bien obedece, no se somete del todo a esa realidad. Es un cable a tierra para su amigo. Es el que le anuncia que la guerra terminó, que Hitler era un loco que se suicidó y que…ahora, su amiga judía ya podrá ser libre!
Jojo duda en decírselo a la niña, finalmente en una escena frente al espejo se dirá con convicción “soy un niño de diez años y medio, haz lo que puedas”
Desde su perplejidad, pasará de la impotencia, a incorporar lo imposible y lograr ubicarse en lo posible. Nos trasmite en su actuación una posición asumida, con una sonrisa de alivio y
satisfacción. Reaparece su Hitler imaginario que lo conmina a recuperar su posición de niño nazi, Jojo lo empuja y lo arroja por la ventana junto con la cruz esvástica. Le confiesa a la niña su amor…le pide que sea su novia…pero debe resignarse a ser “como un hermano menor” Podemos decir que se ejemplifica con Jojo, la pluralización de la noción de identidad y el fin de la idea unificadora que buscaba en su identificación al régimen.
Algunas pinceladas
En Jojo y sus personajes, los amos no son tan Amos, sus flaquezas se advierten y sus singularidades se destacan, Una por Una.
Rosie, la madre de Jojo, no confronta con el régimen, al que no adhiere. Se sirve sesgadamente para trabajar para su causa. ¿Es una suerte de ex-tima? Rosie vela por su hijo y, sin contradecirlo, le muestra otra realidad, lejos de la fantaseada por Jojo. Sabe hacer semblante cuando Jojo clama por su padre y, en una escena memorable, introduce la ley paterna pacificando al hijo. Además le anuncia lo que será la llegada del amor sexuado para él: “sentirás mariposas en el vientre”, señal del pasaje de niño a hombre, en un fuerte y emotivo contraste con los rituales que le ofrecía el régimen.
A modo de conclusión…abierta
Este film transcurre en el ocaso del nazismo. Tanto la fragilidad como la fortaleza de algunos de los personajes, magníficamente interpretados, se explican por el momento histórico que eligió Taika Waititi para situar el desarrollo y el desenlace de la acción. Jojo Rabbit es también un film que nos invita a los analistas, al modo de Rosie, a sortear muchos de los prejuicios que nos frenan a introducir, desde una política, una estrategia y una táctica, nuestra práctica analítica en espacios pocos convencionales, que precisan más que nunca de nuestros aportes.
Referencias por You Tube (Visualización completa de la conferencia de presentación libro Nakkache): https://youtu.be/Ba_13ZfbtPU
Mirta Nakkache, ¿Estrés? ¿Laboral? Lo que escapa al mundo del trabajo, una experiencia inusual, Edición Amazon. 10/12/2019.
Presentación del libro de Mirta Nakkache con la presencia de Flory Kruger y Vilma Cocooz. Coordinación Carlos Gustavo Motta
Bibliografía citada
- J.A. Miller La utilidad directa, Sobre el deseo de inserción Texto para las jornadas anales de la EOL XXVII octubre de 2005.
- Jacques Lacan, Escritos 1, Acerca de la causalidad psíquica. Siglo XXI.
- Eric Laurent, El traumatismo del final de la política de las identidades Texto para las Jornadas XVI de la ELP 6/08/2017
- Eric Laurent, El goce y el cuerpo social, extracto de su conferencia en el X Congreso de la AMP 22/04/2016
- M. H. Brousse, Pluralización de la noción de identidad y fin de la idea de unidad unificadora. Le Monde 11/06/2016
* Jojo Rabbit: se estrenó en la Argentina en los primeros días de enero de 2020. Se encuentra disponible en la plataforma Netflix.
Dirección y guión: Taika Waititi, sobre novela de Christine Leunens
Duración: 108 minutos
Intérpretes: Román Griffin Davis, Thomasin McKenzie, Scarlet Johansson, Taika Waititi, Sam
Rockwell, Rebel Wilson, Stephen Merchant.
República Checa/Nueva Zelanda/EE.UU., 2019
Su director, Taika Waititi, ganó el Premio Oscar al Mejor Guión Adaptado.