Ser raro no es nada raro

Ser estranho no é nada estranho
Being weird is not weird at all

GABRIELA GRINBAUM

Psicoanalista. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). AE (2014-2016). Magister en Psicoanálisis por la Universidad de París VIII. Docente en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Docente en la Maestría en Clínica Psicoanalítica de la UNSAM. Autora de Una mujer sin maquillaje.

RESUMEN

Freud llamaba en la época victoriana “malestar en la cultura” a cierta presión cultural para que las pulsiones se aplacaran en beneficio de la cultura. Sin duda, ha habido un cambio desde entonces hasta la actualidad en la que la cultura demanda que cada uno goce a su manera. Con esto se revelan nuevas formas de síntoma y de demandas. Este artículo, a partir de la célebre frase de Lacan “Todo el mundo es loco, es decir, es delirante” (Lacan, 1978 [2011]: 7), da cuenta de algunos de estos fenómenos y subraya la orientación de Jacques-Alain Miller respecto a la ética del psicoanálisis y los desafíos para el analista en los tiempos contemporáneos.

PALABRAS CLAVE: Ética del psicoanálisis | presentaciones actuales del síntoma | demandas contemporáneas

RESUMO

Freud chamou na era vitoriana de “mal-estar na cultura” uma certa pressão cultural para que as pulsões fossem apaziguadas em benefício da cultura. Sem dúvida, houve uma mudança cultural de então para o presente em que a cultura exige que cada um desfrute à sua maneira. Com isso, novas formas de sintomas e demandas são reveladas. Este artigo, baseado na famosa frase de Lacan “Todo mundo é louco, é delirante” (Lacan, 1978 [2011]: 7), dá conta de alguns desses fenômenos e destaca a orientação de Jacques-Alain Miller sobre a ética da psicanálise e os desafios para o analista na contemporaneidade.

PALABRAS CHAVE: ética da psicoanálisis | apresentações de sintomas atuais | demandas contemporneas

ABSTRACT

Freud called in Victorian times “discontent in the culture” a certain cultural pressure so that the drives were appeased for the benefit of the culture. Undoubtedly, there has been a change from that time to the current period in which culture demands that everyone enjoy in their own way. Thus, contemporary times reveal new forms of symptoms and demands. Based on Lacan’s famous phrase “Everyone is crazy, delirious” (Lacan, 1978 [2011]: 7), this article gives an account of some of these phenomena and underlines Jacques-Alain Miller’s orientation regarding the ethics of psychoanalysis and the challenges for the analyst in contemporary.

KEY WORDS: Ethics of psychoanalysis | current sympton presentations | contemporary demands

Una de las cosas buenas que fui descubriendo con los
años es que ser raro no es nada raro, contra lo que la
palabra parece indicar. De hecho, lo verdaderamente raro es ser normal
.

Rosa Montero

Leemos en el comienzo del libro de Rosa Montero, El peligro de estar cuerda:

Siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza. A los seis o siete años, todos los días antes de dormir, le pedía a mi madre que escondiera un pequeño adorno que había en casa, un horroroso calderito de cobre, el típico objeto de tienda de souvenirs baratos o quizá incluso el regalo de un restaurante. Y se lo pedía no porque me incomodara la fealdad del cacharro […] sino porque había leído en alguna parte que el cobre era venenoso, y temía levantarme sonámbula en mitad de la noche y ponerme a darle lametazos al caldero. No sé bien cómo se me pudo ocurrir semejante idea (con el agravante de que jamás he sido sonámbula), pero ya entonces hasta a mí me parecía un poco rara. Lo cual no evitó que pudiera visualizarme con toda claridad chupando el metal, y que aterrada, durante cierto tiempo le pidiera a mi madre que porfavorporfavor no dejara de esconder el objeto en algún lugar recóndito, a ser posible un sitio distinto cada vez, para que me fuera imposible encontrarlo” (Montero, 2022: 11).

Locura universal

Hace un tiempo, durante un testimonio como AE[1] recordaba una ocasión en la que me referí, hablando de alguien, como una “loca” y mi hijo, interrumpiendo mi conversación, dijo: “Ma, vos no podés decir de nadie que está loco…vos y tus amigas están locas” (Grinbaum, 2019: 109). Hubo risas en la mesa familiar, lo que confirmaba lo dicho por el niño.

Recordemos que, por alguna razón, Lacan dice que todas las mujeres están locas, pero al mismo tiempo aclara que no son “locas-del-todo” (Lacan, 1973 [2018]: 128). No lo voy a desarrollar, pero efectivamente muchas mujeres parecen locas y un poco lo están. En 1978, Lacan pronuncia la célebre frase: “Todo el mundo es loco, es decir, es delirante” (Lacan, 1978 [2011]: 7). Sitúa que hay cuatro discursos y que cada uno se cree la verdad con la excepción del discurso analítico: el psicoanálisis es el único discurso que excluye la dominación porque no enseña nada que valga para todos.

Por su parte, Jacques-Alain Miller en el discurso de clausura de la Gran Conversación Virtual dice que se trata de poner nuestra práctica al son de la nueva era y reformula las patologías: “(…) así que no hay patologías sino estilos de vida inconscientemente determinados” (Miller, 2022: 17). La posición lacaniana no da impunidad al loco. En el ’66 Lacan sentencia: “De nuestra posición de sujetos somos siempre responsables” (Lacan, 1966 [2009]: 837).

En los orígenes del psicoanálisis

Para Freud, la realidad es insoportable y es por eso que el aparato psíquico alucina. Se trata de un funcionamiento psíquico que prescinde de la realidad. Se crea una nueva realidad acorde al deseo: sueños diurnos, fantasías y juegos infantiles. En su artículo “La pérdida de realidad en la neurosis y en la psicosis” (Freud, 1924 [1979]) sitúa que en ambas configuraciones clínicas no solo hay pérdida de la realidad, sino que además construyen un sustituto de la misma. La diferencia radica en que, en la psicosis, la pérdida de la realidad (Realität) es total, mientras que, en la neurosis, en cambio, la pérdida de la realidad (Realeinflusses) es parcial. Para Freud, entonces, nadie escapa a la locura, todo el mundo es loco.

Ética del psicoanálisis y la entrada

Ahora bien, el aforismo “Todo el mundo es loco” no implica de ninguna manera que se pierda la clínica. Nuestra práctica está salvada. En mis clases en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en la que intento la difícil tarea de transmitir el psicoanálisis de nuestra orientación, justamente les digo a los jóvenes estudiantes que, a diferencia de la psiquiatría e incluso de otras terapéuticas, para el psicoanálisis quien decide acerca de la patología que lo habita es el propio analizante. Es él quien hace una autoevaluación acerca de su pathos, de su sufrimiento. No es el analista quien señala “Ud. sufre de esto”, ni determina de qué deberá curarse.

Jacques-Alain Miller en “Introducción a un discurso del método analítico” señala que en muchas ocasiones se refirió a la ética del psicoanálisis, pero que esta vez se va a ocupar de la técnica, del qué hacer. La aclaración que hace al respecto me parece clave: “Hay en nosotros cierta tendencia a hablar de la ética del psicoanálisis respecto al final de análisis, y de la técnica respecto al inicio del análisis” (Miller, 1997: 13). Sin embargo, no hay ningún punto técnico en el análisis que no sea ético. En el análisis las cuestiones técnicas son siempre éticas, porque nos dirigimos al sujeto y la categoría del sujeto siempre tiene una dimensión ética.

Una ética en la que es el mismo potencial analizante quien se acerca, él es quien sabe de qué sufre, es quien decide de qué hablará. Incluso cuando el paciente es derivado, aún, como cuenta Freud, cuando se trate de un colega amigo que pide que “(…) examinase a una joven dama que desde hacía más de dos años padecía de dolores en las piernas y caminaba mal” (Freud, 1895 [1979]: 151).

Recordemos la lógica de la cura freudiana en su época de oro, así bautizada por Freud mismo. Elizabeth von R no podía caminar. Tiene una parálisis histérica en una pierna y el análisis revela su deseo clandestino hacia su cuñado. Desear al cuñado es inconciliable, pero desear que la hermana muera para quedarse con el cuñado ya es un escándalo…Y lo que aparece es una renguera.

Freud interpreta: es el deseo de dar el mal paso. Basta con que ese deseo, que cayó bajo la barrera de la represión, sea descubierto y revelado en el análisis para que el síntoma encuentre su solución. Es una manera de pensar el deseo como anhelo, Freud lo llama wunsh.

Miller en las conferencias de Barcelona acerca del síntoma dice que el sujeto histérico tiene un síntoma honesto, que lo hace sufrir honestamente. Viene con la pierna paralizada, que no funciona, que dificulta su vida. Puede tener un sentido, tener una relación con un fantasma, permitir ver eventualmente una fijación anterior, “(…) es un síntoma honesto digo, porque hace sufrir, el síntoma histérico causa displacer” (Miller, 1997: 29). Aclara: “el problema del síntoma del obsesivo es que causa placer” (Ibidem). Así, la lógica freudiana va del síntoma al camino de la formación del síntoma, de allí su sentido, su revelación y entonces, la cura del síntoma.

Freud suponía que ese deseo inconsciente era formulado en el análisis. Si en el análisis el sujeto reconocía ese deseo como propio, el síntoma dejaba de tener eficacia, no hacía ya falta porque el deseo había pasado al piso superior, es decir, se producía una inversión que levantaba al síntoma. Lo vemos, a veces, en el cine, la idea de que ni bien aparece el recuerdo traumático, el síntoma desaparece, en Hitchcock, por ejemplo, en Marnie o Cuéntame tu vida.

A Freud la cosa se le dificulta con la neurosis obsesiva, ya no le sirve este primer esquema.

El síntoma obsesivo, descubre Freud, no viene al lugar del deseo insatisfecho, viene al lugar de la pulsión.

Presentaciones actuales

En fin, alguien puede venir a vernos porque no puede pegar un ojo, alguien puede venir a vernos porque ya no desea a su esposa, porque está estresado, porque su hijo se droga, porque desde la pandemia nada le interesa, porque está deprimido, porque la pareja abierta la hace sufrir, porque su mujer lo engaña, porque el jefe lo maltrata, porque tuvo varios escraches, porque no sabe si quiere ser madre, porque no puede parar con el Fortnite, porque no puede aprobar la última materia, porque le duelen las manos y el médico le dijo que son nervios, porque ya no hay hombres, porque no la eligen o porque la eligen para el sexo y no para el amor… Sabemos la multiplicidad de variedades que llevan a alguien a pedir un encuentro con un analista.

También pueden venir por cuenta propia, o porque los mandan, o por imitación porque “a mi amiga le hizo bárbaro…”. Y aceptamos la autoevaluación que quien viene a vernos realiza sobre su padecimiento, no lo contradecimos.

Jacques-Alain Miller en “¿Cómo comienzan los análisis?” toma una inquietud de un médico que preguntó: “¿A título de qué aceptamos en análisis a alguien que no anda bien?” (Miller, 2000 [2011]: 286). Responde que, por regla general, lo aceptamos porque confiamos en él, en cuanto a que sus síntomas conciernen al análisis. Dice:

“Lo admitimos en la medida en que creemos que hay cierto tipo de síntomas que no conciernen a la medicina, cuando pensamos que su síntoma podrá curarse por medio de un enunciado formulado en forma explícita. Así podemos acercar el inconsciente a alguien que no tenga idea de él. El inconsciente es esta suposición de que hay síntomas cuya causa es un enunciado que no puede ser formulado” (Ibid: 287).

Lacan lo presentó como un texto escrito indescifrable. En el Seminario 11 dijo que el inconsciente es ante todo lo que se lee, un texto que se lee. ¿Cómo comienzan los análisis? pregunta Jacques-Alain Miller y responde: “Primeramente comienzan por el consentimiento de admitir a alguien para la operación analítica, a condición de asegurarse de que los síntomas que motivan la demanda de análisis son síntomas de tipo analítico y no de tipo médico” (Ibid: 288).

Claro que debemos asegurarnos de que el síntoma en cuestión sea de orden analítico, pero además hay otro asunto, que me resulta un punto actual, y es que necesitamos que el paciente o candidato a paciente consienta a aportar un texto para leer de alguna o de algunas maneras, es decir, que asocie libremente con la creencia de que allí algo podremos encontrar.

Hoy, hablemos de hoy

Sin duda, ha habido un cambio cultural desde la época victoriana hasta la época actual del derecho al goce. Freud llamaba “malestar en la cultura” a cierta presión cultural para que las pulsiones se aplaquen en beneficio de la cultura. Hoy es todo lo contrario: la cultura demanda que cada uno goce a su manera.

Vienen a vernos porque no gozan lo suficiente, o no actúan según su manera de gozar. Porque el imperativo que viene del Otro es: si todo es posible ¿por qué no lo haces? Los imperativos culturales cambiaron y eso trae otros modos de presentación de los síntomas contemporáneos.

Para mí, el colmo del imperativo del goce es que viene incluso del aparato del estado. Recuerdo uno de la época del Covid, a poco de declararse la cuarentena, donde no sabíamos cuánto tiempo de vida nos quedaba, el pánico nos habitaba y no entendíamos nada de nada, en medio de ese primer tiempo turbulento, el gobierno nacional alentó la realización de sexo virtual. El comunicado de la secretaría de salud era el siguiente:

“En este reporte vamos a hablar de sexo seguro en tiempos del Covid… hay un montón de aplicaciones on line para conocer personas, eso se puede seguir usando, pero no encontrarse con las personas con las que no convivimos. En este escenario las herramientas que tenemos disponibles son las videollamadas, el sexo virtual, el sexting… es más importante que nunca el lavado de manos después de las relaciones sexuales, después de la masturbación o después del sexo virtual. Es importante desinfectar teclados, teléfonos, juguetes sexuales y cualquier otro objeto que hayamos usado incluso si no fue compartido por otras personas” (16/04/2020, Ministerio de Salud, Argentina).

A mí este comunicado me pareció impactante. El Otro que dice “No dejen de gozar aun en el infierno…”.

Nuevas formas de presentaciones de las demandas actuales

Algo nuevo hay en los pacientes que recibimos: nuevos estilos, nuevos discursos, nuevas palabras (“qué gede”, “me da paja”, “me da cringe”) nuevos consumos, nuevas adicciones y más tecnologías, aplicaciones… formas nuevas en la sexualidad (en la misma noche me chapé a él y me curtí a ella). Los modos del goce o mejor, las formas del goce van cambiando y, de este modo, hoy las demandas de análisis nos plantean nuevas preguntas.

Todo el mundo es loco… Pero agregaría que la vida contemporánea desestabiliza. Los psicofármacos son como el Mejoralito cotidiano para muchos como modo de soportar la vida: el clonazepam en el bolsillo, el Foxetin es moneda corriente. Viene a vernos una mujer de 37 años para preguntar si congela o no congela óvulos. Un muchacho para decir que está técnicamente, ideológicamente a favor de la pareja abierta pero que su chica estuvo con otro y está enloqueciendo. Una joven viene a vernos, quiere un hijo de banco de esperma porque no quiere saber nada con los hombres. O porque no se identifica con ningún género.

Las mascaradas actuales son de un abanico cada vez más novedoso. Y los síntomas ya no parecen ser el olor a pastelillos quemados, ni la tos, ni la mujer rica o la mujer pobre. Los síntomas que el psicoanálisis constata en la época responden en parte a todas estas transformaciones. Les decía que es un hecho que hoy la histeria y la neurosis obsesiva tienen nuevos discursos que dan lugar a nuevas envolturas de los síntomas que afectan sus lazos, sus deseos y sus goces. En el campo de la sexualidad vemos las adicciones a las apps diseñadas para los encuentros: Tinder, Happen, Grinder. Hay cada vez más. Surgió Veggly para formar pareja entre personas veganas o vegetarianas. La segmentación es cada vez mayor. Las apps de citas empezaron a dividirse según su público. Hay para mayores de 50, para personas de la comunidad LGBTQI+, para gamers, para tríos. Otro tema sería esta necesidad actual de formar parte de una comunidad de identificaciones, pero eso será para otro trabajo. Ahora hay una para adolescentes de entre 12 y 17 años, se llama Hoop.

Es increíble, la especialización para el consumo de lazos es al infinito, podría ser la app para lesbianas que les gusta maquillarse o la app para los que ven películas de Marvell, o para no binarios que usan látex. El obsesivo hoy cuenta cuántos encuentros, otra y otro y otra, pero hay algo que no cambia: duda, el jefe que no lo reconoce, el otro que la pasa mucho mejor, sus peleas imaginarias, mirando desde el palco…Y la histérica se queja de que no la eligen, que solo la quieren para la cama, finalmente lo que no cambia: sufre por amor.

Podríamos decir que, tal como lo planteaba Freud en “El malestar en la cultura”, hay una pata en los síntomas que responde al momento de la civilización, los síntomas que cada época arroja. Y hay otra pata en el interior del dispositivo mismo: el síntoma singular que deviene síntoma analítico. Y vemos cómo cada estructura o cada tipo clínico muestra el modo de anudamiento de cada sujeto.

No hay contraindicaciones al análisis

Ahora bien, cuando el síntoma con el que el sujeto llega no se ha constituido de modo clásico, no siguiendo el recorrido del saber del inconsciente, no hay el consentimiento a leer algo allí, el analista puede perderse y creer que todo es eso.

Pedimos a los analistas un esfuerzo más. Es necesario que estemos “aggiornados” a la época, que estemos más abiertos a los nuevos modos de gozar, y que nos entusiasme el desafío de hacer de eso, con lo que el sujeto trae como malestar, un síntoma analítico. Es decir, analizable para que el sujeto pueda anudar el goce y que lo sintomático entre en el discurso.

La invitación a mis alumnos de la facultad es nunca dejar de apostar, aun cuando la apariencia de inanalizabilidad se asome. Jacques-Alain Miller en su curso Piezas sueltas dice respecto a la época y su prisa que el psicoanálisis no tiene que entrar “en competencia en cuanto al poder terapéutico” (Miller, 2004 [2013]: 102) en tanto que, de acuerdo con Lacan, es el único que tiene en cuenta el lugar del objeto a ya sea como causa del deseo, ya sea como plus de goce, pero también como un real “producto de lo simbólico” (ibid.: 109).

Miller propone allí buscar con los analizantes los significantes, los S1 que ayude “a volver legible el goce” (ibid.: 115) y que por eso mismo “pueda ayudar a volver legible la historia” (ibidem). Pero advierte que no siempre es posible instalar “el aparato de descifrar” (ibid.: 114) ya que se aloja “un goce ilegible” (ibidem), que queda velado y debemos respetar, sin intentar ni reducir, ni anular, ni interpretar.

El desafío es apostar a él y a la reinvención cada vez del psicoanálisis, haciendo uso del operador deseo del analista cuya función es eficaz aún sin un análisis en juego.

He desarrollado un binario: todo el mundo es loco y las presentaciones actuales de los padecimientos. Me entusiasma esa intersección de la vigencia del psicoanálisis a la luz de los síntomas contemporáneos y del sintagma lacaniano “Todo el mundo es loco, es decir, es delirante”. Y es desde allí, con la convicción de que el psicoanálisis es futuro, que consagro mi tiempo a la enseñanza de la Orientación Lacaniana en la Universidad Pública.


[1] Ser AE: Analista de la Escuela, gradus que garantiza que un psicoanalista surge de su análisis y de su formación. AE es aquel que puede testimoniar acerca de su recorrido analítico, de los problemas cruciales en los puntos candentes del análisis.

REFERENCIAS

  • Freud, S. (1895 [2006]), “Estudios sobre la histeria. Señorita Elisabeth von R”, Obras completas, vol. II, Buenos Aires: Amorrortu.

  • Freud, S. (1924 [1979]), “La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis”, Obras completas, vol. XIX, Buenos Aires: Amorrortu.

  • Grinbaum, G. (2019), Una mujer sin maquillaje, Buenos Aires: Grama.

  • Hitchcock, (1945), Cuéntame tu vida, Selznick International Pictures Hitchcock, A. (1964), Marnie, Geoffrey Stanley Productions.

  • Lacan, J. (1966 [2009]), “La ciencia y la verdad”, Escritos 2, Buenos Aires: Siglo XXI.

  • Lacan, J. (1973 [2018]), “Televisión”, Otros escritos, Buenos Aires: Paidós.

  • Lacan, J. (1978 [2011]), “¡Lacan por Vincennes!”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis, N°11. Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Buenos Aires: Grama.

  • Marchesini, A. (2019), “2×10”, Revista Registros, Goces, tomo Arco Iris, Buenos Aires.

  • Miller, J.-A. (1996 [1997]), “Seminario de Barcelona sobre DIE WEGER DER SYMPTOMBILDUNG”, Revista Freudiana 19. Publicación de la Escuela Europea de Psicoanálisis de Catalunya.

  • Miller, J.-A. (1997), “Introducción a un discurso del método analítico”, Introducción al método psicoanalítico, Buenos Aires: Eolia Paidós.

  • Miller, J.-A. (2000 [2011]), “¿Cómo se inician los análisis?”, Donc. La lógica de la cura. Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller, Buenos Aires: Paidós.

  • Miller, J.-A. (2004 [2013]), Piezas sueltas, Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller, Buenos Aires: Paidós.

  • Miller, J.-A. (2022), “Todo el mundo es loco”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis, N°11, Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Buenos Aires: Grama.

  • Montero, R. (2022), El peligro de estar cuerda, Buenos Aires: Planeta.