Para el XII Enapol, buscamos elegir un tema que fuera fundamental, presente del principio al fin de un análisis; un tema que provocase a ir más allá, tanto a los que están empezando, cuanto a los que están hace más tiempo en la experiencia; que conversase con la actualidad del síntoma en nuestro tiempo, pero, sobre todo, un tema que, al caer en la boca de todos, haga vibrar a la lengua con el deseo de hablar porque eso habla a cada uno, desde su posición analizante. Arrancamos desde allí: ¡el deseo de hacer hablar eso que habla en cada uno! Pues, el psicoanálisis se inaugura con ese deseo: “hablar lo que se le viene a la cabeza” – la regla fundamental. Sin embargo, hay algo que pisa el freno desde la largada.
Lucy R., al responder a Freud no saber sobre el origen de su síntoma, le despierta una sospecha: ella sabe, pero no puede decirlo, no puede saber. Freud percibe allí la irrupción de algo más poderoso, que resiste a ser hablado. Lacan lee esa dificultad así: “En el momento en que parece dispuesto a formular algo más auténtico, más candente que lo que ha conseguido hasta entonces alcanzar, el sujeto se interrumpe”[1], él resiste. Freud, sin embargo, desea hacer eso hablar, sondea lo que hay más allá y descubre que, allí donde se eleva el muro de la resistencia, la transferencia surge como un factor contiguo, una respuesta a lo real: “Súbitamente, me doy cuenta de su presencia” [2] Y así, como bien lo dice Jacques-Alain Miller, se presentó la “escena inaugural del teatro que seguimos”[3]: fruto del deseo de Freud de hacer hablar.
El hecho es que hablar en análisis es una experiencia. ¡No se habla en ningún lugar como se habla en análisis! Soltar la lengua tiene su precio, pues cuando ella se suelta, surgen cosas que van más allá de lo que se soporta saber, más allá del principio del placer, un saber que se sabe sin saber y del cual no se quiere saber. Tal como enseña Lacan, “en una experiencia de palabra [lo real] solo llega como virtualidad”[4], un abismo delante del cual solo se puede delirar, girar en círculos, “en una línea de ficción irreductible para siempre”[5]. Por lo tanto, “hay que sudar” [6] para llegar a lo singular, y eso se hace con la lengua que se tiene, que los padres nos hicieron beber, cuya materia es lalengua, aquella del parentesco, que no se traduce jamás, y es con ella que cada uno se las arregla para vivir aturdido en el mar del malentendido.
Es esa lengua que permite “hablar para no decir nada, decir lo que no se sabe y más o menos que lo que se sabe”[7] como dice Jacques-Alain Miller. Es esa lengua imperfecta que transmite que “el saber en juego es que no hay relación sexual”[8]. Esa lengua inventa cosas, la sustancia sonora le da poderes a la palabra cuando toma su parte en todo lo que se inventa como respuesta a lo real: el fantasma, el síntoma, las teorías sexuales infantiles, el niño, el objeto que ex-siste y se hace presente al pasar por el texto que se lee en la experiencia del hablar em análisis, según el canto y la locura de cada uno. ¿Pero cómo hacer hablar en el Enapol esa lengua que se habla en análisis?
“Que pensez-vous de parler avec l’enfant? me pregunta sonriendo J-A. Miller. ¿Hablar con el niño? ¡Fue al tomar la pregunta en su equivocidad que una alegría invadió el espacio, al leer con los oídos lo que salta a los ojos! ¡¡¡Es eso!!! ¡¡¡Sí!!! ¡Está allí la buena fórmula!
Vamos “Hablar con el niño”, porque no se hace otra cosa en un análisis que hacer hablar al niño: al niño de los recuerdos encubridores, de los sueños, del trauma, de los ensayos con la sexualidad, de las frases marcantes que gritan desde algún lugar como un murmullo. Donde sea que se instale el discurso analítico, encontraremos al niño como su agente. Cuando de repente, se da cuenta de su presencia (presencia vaciada en tanto esencia), surge el objeto en su ex-sistencia como causa inspiradora, allí donde nada hay.
En fin, hablar con el niño es hablar de la cosa loca, del goce como tal, de lo real que en la experiencia de la palabra que solo surge en tanto virtualidad, materia del “todo el mundo es loco”, pues la lalengua del parlêtre es el niño que vive en el cuerpo hablante, presencia que habla de una experiencia inolvidable, insondable, y que participa de la tesitura de las formaciones del inconsciente, de su equivocidad. En un análisis se trata de eso, sea cual sea el tamaño del parlêtre.
Miller dice que Lacan en toda su vida nunca se sintió mayor: “yo tengo siempre 5 años”[9]. En “Alocución sobre la psicosis en el niño”, él cuenta que se siente alegre, a veces hasta chiquilín, y que su única tristeza es no tener a quien contar las razones de su alegría. Él allí nos pregunta: “¿qué alegría encontramos en aquello que constituye nuestro trabajo?”. Y nos entrega en su alocución una cita impactante: “Termino por creer, vea usted, en la declinación de mi vida, que no hay personas mayores”[10].
Bien, vean a que punto llegamos: La mujer no existe, el Otro no existe, la relación sexual no existe y no existen personas mayores. Todo el mundo es loco con la lengua que cada uno inventa para hablar con el niño, en el teléfono sin hilo[11] de lo real.
¡Es un texto sorprendente! Destaco, además, cuando Lacan señala que a través del niño generalizado se puede dar “la entrada de todo un mundo en la vía de la segregación”[12]. Esto nos hace preguntarnos: ¿cuál es la relación entre el niño y la segregación, entre el psicoanálisis y la alegría? El próximo Enapol nos abrirá las vías para hablar más sobre estas interrogantes que, como nos recordó Christiane Alberti, es un tema que nos convoca a todos a lecturas tanto clínicas como políticas, a partir de nuestra propia experiencia.
Que vengan muchos a soltar la lengua de su experiencia y hablar de lo que se habla cuando se habla del niño en análisis, en un camino en el que vamos a contar con Helenice de Castro en la Dirección General y que contará con un Comité de Dirección integrado por Ana Viganó por la NEL, Irene Kuperwajz por la EOL y Ludmilla Feres Faria por la EBP. Un Comité que ya está por allí “haciendo arte”, preparando los textos de orientación, los ejes y mucho más para animarlos a juntarse con nosotros en este encuentro mayor de la Fapol.
Entonces, practicantes del psicoanálisis de la Orientación Lacaniana, los esperamos en Belo horizonte en los días 05,06 y 07 de setiembre de 2025, para tomar el XII Enapol como un lugar donde nos harán saber las razones de su alegría al “hablar con el niño”.
¡Es nuestra apuesta!
¡Los esperamos!
Fernanda Otoni Brisset
Presidenta de la FAPOL
Traducción: Marina Recalde y Ernesto Anzalone
Revisión: Paola Salinas
[1] LACAN, J. El seminario, libro 1: Los escritos técnicos de Freud, Buenos Aires, Paidós, 1988, p.70.
[2] Idem, pg 70.
[3] MILLER, J.-A. La resistencia inaugural. In: MILLER, J.-A. La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Buenos Aires: Paidós, 2014. p. 58.
[4] LACAN, J. “Alocución sobre la psicosis del niño”, Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 387.
[5] LACAN, J. El estadio del espejo. In: LACAN, J. Escritos I. México: Siglo XXI, 1998, p. 87.
[6] LACAN, J. El placer y la regla fundamental – Intervención realizada en Paris, junio de 1975.
[7] MILLER, J.-A. “Teoría de lalengua”, Matemas I, Manantial, Buenos Aires, 1987, p. 66.
[8] LACAN, J. “Nota italiana”, Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 330.
[9] MILLER, J.-A. Interview “Il disait, j’ai toujours 5 ans”. In Liberation, 13 avril 2001.
[10] LACAN, “Alocución sobre la psicosis del niño”, Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p.389.
[11] N.T. Telefone sem fio en portugués, también hace referencia al juego infantil Teléfono descompuesto.
[12] Ibidem, p. 389.