Agradezco la presencia de todos ustedes, a los presentes por intermedio del partenaire-Zoom, y a quienes nos acompañan acá, en esta sala de la EOL, tan querida… A los que desde toda América y más allá de sus bordes comparten lo que la orientación lacaniana nos enseña y a ese precioso no-saber, centro de las Escuelas, que nos incitan a trabajar para el psicoanálisis.

Estos años de labor con Flory Kruger, Viviana Berger y Iordan Gurgel, con el Consejo FAPOL y decenas de colegas que han ofrecido su tiempo y su libido a la FAPOL me han enseñado tanto y es lo que me propongo continuar en acto en los próximos dos años.

Una Escuela en el sentido antiguo era un agrupamiento de gente alrededor de alguien que pensaba bien, que podía hacer una transmisión y provocaba lo que llamamos transferencia. De allí que pueda ser referida como una confianza en cuanto al saber y definirse como un conjunto de personas que siguen una enseñanza, se refieren a un lugar y a un maestro que ha dado su orientación. Un lugar con libertad. Es anterior al sistema llamado universitario cuya relación al saber es clave, pero bien diferente.

Lacan crea cuatro discursos en donde utiliza el saber como una de las piezas de la relación del sujeto a los significantes que lo constituyen y al plus de gozar que se produce en sus relaciones.

Las Escuelas tienen una función notable en la conversación que se produce con el Otro social que pone en cuestión nuestros principios en nombre de los derechos. ¿Acaso el psicoanálisis no apunta a lo más singular de cada sujeto que es su modalidad de goce?

El psicoanálisis cambia, es un hecho. Cambió, otro orden simbólico y otro real, distintos de aquellos sobre los cuales se había establecido. Cambia de hecho, en algunas de sus formas, no en sus principios.

El empuje a creer que soy lo que digo, como me autopercibo, va en contra del paso freudiano de que el inconsciente que habita a cada uno es que no sabe lo que dice, ni quién es, ni sabe lo que quiere. ¿Cómo hacer en la práctica analítica en un mundo en donde la interpretación quiere ser forcluída por las leyes, es decir desaparecida como si nunca hubiera existido?

A partir de la cuestión “trans”, que ha modificado las perspectivas sociales y discursivas, el psicoanálisis ha retomado la pregunta acerca de la relación entre el derecho a decidir por la identidad y el valor que damos a la interpretación. El psicoanálisis debe interpretar no solamente a los pacientes, a los analistas sino también al psicoanálisis mismo en relación al Amo del que se trata en cada lugar, en cada tiempo. Los obstáculos a la interpretación se llamaron resistencias en los años 20, la época de las Stars de Hollywood. Los analistas debían interpretar el goce que entraña el resistirse al desciframiento significante. Inventaron variadas cuestiones para tratar ese real.

¿Cuánto influye la forclusión de la interpretación en los análisis que conducimos? No es lo mismo cuando en una sociedad determinada hay una transferencia previa al psicoanálisis y los que consultan traen preinterpretaciones o interpretaciones de pleno derecho. Se comienza con eso. ¿Y cuando esto no ocurre?

Del lado del analista la interpretación depende de su posición con respecto a la transferencia, al inconsciente, al acto y sus consecuencias. Su formación que consiste en el pulido de lo que llamamos deseo del analista implica desde el primer momento la prudencia, el tacto, saber cuándo decir, cuándo callar, cuándo interpretar las identidades y cuándo es mejor no tocarlas, sin una posición interpretativa ni bulímica ni anoréxica.

Hay modalidades que cambian, no se interpreta hoy del mismo modo que hace 100 años, 50 o incluso 10. El psicoanálisis lacaniano es sensible al amo de su época porque sabe que los síntomas dependen también de la lengua que nos habita, la que también va cambiando.  “La lengua está hecha para hablar de lo que no existe, lo que significa que la libertad está en la lengua” ha planteado J-A. Miller en Polémica política.

¿Con qué fenómenos de goce nos encontramos hoy? Comienzan a producirse nuevos modos de decir, recordemos las preciosas ridículas. “Si hoy en día no llamamos a los sillones las comodidades de la conversación, es por pura casualidad, hay cosas que triunfan y otras que no. Estas expresiones que pasaron a la lengua encuentran pues su origen en un giro de conversación de los salones, donde se intentaba lograr un lenguaje más refinado” definió Lacan en el seminario 3.

¿Cómo debemos hablar, actuar, pensar ante un Otro social que con las mejores intenciones (de las que está lleno el infierno) desea la libertad de derechos para todos y sin embargo la restringe, hace callar, reprime? La FAPOL se sostiene del discurso analítico para leer los síntomas y así interpretar, debatir, interrogar a quienes se sostienen de un significante amo para ejercer sus poderes.

Los observatorios y las redes de la FAPOL, tal como lo ha planteado hace unos momentos Christian Alberti, Presidenta de la AMP, deben estar atentos al contexto en el que hacemos nuestra oferta de psicoanálisis, oferta que crea demanda, y en esa atención, en sus funciones de escuchas, estar presentes donde sean necesarios para sostener la libertad de la práctica analítica, así como la transmisión de su saber. El nuevo buró se dedicará a redefinir las políticas analíticas junto con los Observatorios y Redes para redefinir sus alcances, sus objetivos, sus preguntas, el tiempo que precisan para arribar a conclusiones y encontrarles sus cauces. Comenzaremos con las mínimas preguntas: ¿qué es hoy un observatorio, qué es una red? Y fundamentalmente cuál es su función, su utilidad.

Dejaremos en suspenso, y no por mucho tiempo, el debate acerca de las relaciones entre el discurso analítico y el discurso universitario. Este debate no se superpone con la responsabilidad que tienen las Escuelas de la FAPOL con respecto a los colegas del Campo freudiano que son docentes en las universidades latinoamericanas, donde arrecian las críticas y embates que se despliegan en contra del psicoanálisis por los grupos feministas, con quienes apostamos tener un diálogo posible para demostrar que el psicoanálisis es su aliado y no su enemigo. Si ese diálogo se demuestra imposible sostendremos la lucha y nuestra voz se hará escuchar también.

La misma RUA, la red Universitaria Americana de la FAPOL, creada hace algunos años por Mauricio Tarrab, RUA federativa; en sus últimas reuniones ha traído un detalle que no se nos puede escapar. Lo ha planteado Ianini de Brasil, que encontró eco en Naparstek, Aksman y Delgado de Argentina y es el siguiente: mientras debatimos con los grupos feministas, en ese río revuelto, la ganancia va para los comportamentalistas que aprovechan el espacio para fomentar esas terapias que permiten desembarazarse del paciente lo más rápido posible, y pretenden dejar de lado la verdad que es la Cosa del sujeto hablante. Esto no es algo que sucede solamente en las universidades.

Hay posiciones políticas, y no armemos nuevos prejuicios, que pretenden armar dispositivos asistenciales exclusivamente cognitivistas, la aplicación de neurociencias, y esto es con el apoyo financiero de los Municipios.

Marcel Proust no vaciló en señalar que “las paradojas de hoy son los prejuicios de mañana, ya que los más espesos y desagradables prejuicios del momento tuvieron un instante de novedad en que la moda les prestó su gracia frágil” (1)

Contamos con datos fehacientes que pasaremos al Observatorio de Legislaciones, que prueban la promoción de las TCC, o sea de métodos, tan expeditivos como necios y dañinos, de autocoerción mental inducida. Buscan imponerse, en conformidad con su naturaleza profunda, de modo autoritario. Y recuerdo una idea de J-A. Miller, acerca del descaro que vuelve oportuno para los clínicos introducirse en la disciplina hereje y desviada del sinthome para ir contra esa utopía totalitaria. Subrayo “utopía totalitaria”, título de una clase del curso Piezas Sueltas.

Hace aproximadamente 18 años, el Parlamento francés votó una enmienda para conferir al entonces ministro de salud el poder de fijar por decreto las diferentes categorías de psicoterapias y las condiciones del ejercicio profesional para quienes el psiquismo estaría de más, lo mental de tipo freudiano sería patológico, un «trastorno mental». De este modo se desembarazarían del goce que siempre molesta a las funciones vitales, es suplementario, inútil, excesivo, desplazado, nocivo. Es decir que entre el higienismo cientificista y el freudismo hay una antinomia conceptual, que estalló en el campo político.

En aquella época apoyamos desde América esta movida política en defensa de la práctica analítica y sus principios. Fuimos solidarios con nuestros colegas franceses con la “tonta” tranquilidad de que nada alteraría el desarrollo del psicoanálisis en nuestras tierras y la demanda que éste provoca. Ahora comprobamos que el problema se ha instalado acá con gran fuerza aunque opere sigilosamente, tal como lo ha comentado una de las coordinadoras del Observatorio del autismo, Claudia Lijtinstens, quien me ha dicho que ellos se visten con nuestros significantes, usan frases pseudolacanianas, para esconder su accionar y hacer pasar con más facilidad leyes y reglamentos.

Es preciso entonces que los observatorios, con sus objetivos y tiempo limitados, más las redes más permanentes, redoblen sus esfuerzos mancomunados, para luchar contra la forclusión intencionada de la dimensión subjetiva y de la interpretación que le permite al sujeto del inconsciente no satisfacerse en su ignorancia, pasión del ser según Lacan.

El buró de la FAPOL se propone hacer conocer sus encuentros, sus descubrimientos, sus investigaciones a las Escuelas que la componen, incluidos los colegas uruguayos del GLM, para lograr tener un panorama actualizado del Otro en donde funcionamos y así descifrar las tácticas y estrategias necesarias para hacer posible sostener la demanda de análisis para el sujeto que sufre de su cuerpo o de su pensamiento. Nuestra incidencia en lo social se puede resumir en lo que llamamos la defensa del psicoanálisis y en actualizar los instrumentos para extender el filo de la verdad freudiana.

Trataré junto a mis colegas Fernanda Ottoni y Mónica Febres Cordero de mantener viva esta llama que nos permita leer las fuerzas de la época, sus síntomas y dar las respuestas necesarias en un trabajo permanente con la AMP y el Campo Freudiano.

El nuevo Secretario de Prensa y Difusión Carlos Rossi ya ha comenzado a planear una política para que las producciones de la FAPOL no queden en letra muerta. Tendrá un dream team, según su decir, en donde los nombres de Mackling Limache de Lima y Ludmila Feres de Belo Horizonte han encontrado su resonancia con un grupo muy querido de colaboradores. Contaremos también con la Tesorera de FAPOL, Analía Trachter quien por el momento mantiene en reserva el nombre de sus colaboradores.

Como ha dicho el poeta hay un instante en el crepúsculo en el que las cosas brillan más. Este es el momento en el que no sólo empezamos a ver un poco mejor sino que entramos en un tiempo de comprender. Este buró ya se ha puesto un nombre, un pequeño slogan: FAZER JUNTOS. Hacer juntos.

En todo caso, tal como en el apólogo lacaniano de los tres prisioneros, se trata de que salgamos de estos embrollos juntos y así intentar que la conclusión tienda a ser en cada caso un problema de lógica colectiva.

Muchas gracias


 (1) Proust, Marcel Los arrepentimientos. Ensueños del color del tiempo en “Los placeres y los días“ – Cs Ediciones- Bs As 1996 – pág 191