Responsable: Graciela Schnitzer
Integrantes: Andrea Pineda, Gabriela López, Graciela González y Viviana Bega.
El presente informe consta de dos apartados, en el primero transmitimos la situación relativa a la salud , de la población travesti y trans en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. La información de este primer punto fue obtenida, fundamentalmente, de una investigación realizada y publicada en el año 2017 bajo el título “La revolución de las mariposas” (llevada a cabo por el Ministerio Público de la Defensa, a través de su Programa de Género y Diversidad Sexual, juntamente con la Fundación Diversidad Divino Tesoro, a través del Bachillerato Popular Trans Mocha Celis). El objetivo de dicha investigación fue conocer los cambios producidos en la situación de vida del colectivo trans en los últimos años y luego de la sanción de la Ley de Identidad de Género. Fueron usados, como línea de base, los resultados que sobre este tema habían sido publicados en 2005 con el título La Gesta del Nombre Propio. La misma fue realizada de manera participativa, conjuntamente con miembros de la comunidad trans.
La segunda parte del informe comunica los datos que nos han resultado significativos de una entrevista realizada de modo virtual, el 11 de septiembre del año 2020 al “Área de atención de la salud integral a la diversidad” del Hospital Dr. Ricardo Gutiérrez de La Plata, Provincia de Buenos Aires por la comisión de salud del Observatorio de Género, Biopolítica y Transexualidad de la EOL
Si bien mucho de lo que aquí transmitimos son datos cuantitativos, entendemos que estos son factibles de ser traducidos y son necesarios para poder realizar un trabajo de interpretación y elaborar una idea de la situación a nivelde salud de lapoblación travesti y trans. Podrán deducirse de ellos numerosas y valiosas conclusiones.
PRIMER APARTADO
Sobre la “autopercepción”
El 92,2% de las mujeres trans y travestis encuestadas dijo haberse autopercibido con una identidad de género distinta de la asignada en el nacimiento desde los 13 años o antes; sin embargo, la mayoría asumió socialmente dicha identidad entre los 14 y los 18 años.
Consultados los hombres trans sobre la edad en la que sintieron que su identidad de género era distinta de la que le habían asignado al nacer, el comportamiento es similar al de mujeres trans y travestis. Sin embargo, la asunción social de esa identidad se produce bastante más tardíamente que en el caso de sus pares mujeres trans y travestis. Casi el 58% de ellos reveló haber manifestado socialmente su identidad/expresión de género después de los 19 años.
El acceso a la salud
El 80% de la población travesti trans, no tiene cobertura de salud, dato que empeora si consideramos que el 86% de quienes accedieron a un tratamiento de hormonización no fue asistida por ningún control médico, siendo estos índices los que inciden en la breve expectativa de vida de las travestis y mujeres trans.
El acceso a la salud por parte de las personas trans fue largamente coartado por el maltrato y la discriminación originada en la falta de información de las instituciones y efectores de salud sobre las personas trans. Llamadas por el nombre asignado al nacer y no el sentido como propio, obligadas a ser internadas en pabellones que contrariaban la identidad/expresión de género autopercibida, entre otros, constituían todos actos vejatorios que las alejaban del efectivo ejercicio del derecho a la salud.
Ejercer el derecho a la salud fue una demanda históricamente presente en la lucha de las organizaciones trans.Así se lograron nuevos derechos, entre ellos:
En 2007, por Resolución Nº 2272/07, el Ministerio de Salud de la CABA determinó que todos los servicios de salud debían respetar la identidad de género autopercibida de quienes concurrieran.
En 2009, se sancionó la Ley Nº 3062, mediante la cual se debe respetar la identidad de género adoptada por travestis y transexuales y, a su solo requerimiento, el nombre adoptado debe ser utilizado para la citación, registro, legajo, llamado y cualquier otra gestión administrativa en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Poco después, en 2010, el fuero Contencioso Administrativo permitió el cambio dedocumentación de Florencia Trinidad (conocida como «Florencia de la V»). En 2011, se autorizó el cambio registral de b.r., mediante un fallo que subraya que ninguna persona debe someterse a procedimiento médico alguno para obtener el reconocimiento legal de su identidad de género.
Fue, sin embargo, a partir de la sanción de la Ley de Identidad de Género (Ley Nº 26743) que el Estado garantiza el derecho de todas las personas que lo deseen a cambiar su nombre y género en todos los instrumentos que acreditan su identidad, mediante un trámite administrativo y sin solicitar como requisito ningún tipo de procedimiento médico, psicológico o psiquiátrico. Garantiza también el acceso a todas las prestaciones de salud reconocidas a través del Plan Médico Obligatorio (pmo), incluidas la hormonización y las cirugías de modificación corporal para quienes lo soliciten. A partir de la sanción de la mencionada norma, en mayo de 2012, se abandona el paradigma internacional de patologización de ciertas identidades o expresiones de género que estuvo en vigor en nuestro país durante muchos años y que contribuyó a la exclusión, la discriminación y la criminalización de las personas trans.
Este nuevo paradigma, que se hizo eco de los reclamos de activistas y organizaciones trans, ha mejorado el ejercicio del derecho a la salud, históricamente vulnerado, pero queda aún pendiente la formación de los equipos de salud para una atención integral, para darcumplimiento efectivo a la norma.
El cuidado de la salud y los cambios en el sistema
El comportamiento de mujeres trans y travestis en lo que atañe al control regular de la salud ha cambiado notablemente entre los años 2005 —cuando se publica La Gesta del Nombre Propio— y 2016. En 2005 controlaban su salud regularmente el 57,8% de quienes fueron encuestadas en aquella oportunidad, mientras que en 2016 el 87,6% de las personas consultadas para esta investigación dijeron hacerlo.
El 12,4% restante (correspondiente al grupo entrevistado en 2016) manifestó no hacerlo por razones vinculadas a la discriminación ejercida por el sistema médico y al maltrato recibido de parte de sus efectores. En menor medida, mencionaron la falta de tiempo y el temor a portar una enfermedad de la que no se quiere saber.
No obstante lo anterior, el 61,5% consideró que el trato por parte del cuerpo médico, los/as enfermeros/as y los/as administrativos/as mejoró con posterioridad a la sanción de la Ley de Identidad de Género. Un 32,5% consideró que el trato sigue igual y solo el 3,6% dijo que empeoró.
Los hombres trans controlan de manera regular su salud en un 75,8%. Quienes no realizan este control (24,2%) mencionaron como razones la falta de tiempo, la discriminación en el sistema sanitario, contar con una obra social que no reconoce sus derechos y la expulsión que el mismo sistema de salud hace por no saber trabajar desde una perspectiva de género integral.
Respecto de la percepción que tienen los hombres trans en relación con los cambios ocurridos en el sistema sanitario, el 54,5% considera que mejoró; el 36,4%, que sigue igual, y el 9,1%, que empeoró.
En cuanto a la periodicidad con la que concurren al control médico, un 85,8% del grupo de travestis y mujeres trans dijo ir una vez o más al año; el 5,3%, al menos una vez cada dos años; el 6,5%, cada más de dos años, y el 0,6% dijo no haber ido nunca al médico.
Algo similar sucede con los hombres trans: el 84,8% manifestó ir una vez o más al año; el 9,1%, al menos una vez cada dos años, y el 3%, cada más de dos años.
Al incorporar la variable edad al análisis del comportamiento asumido en términos de control de la salud en el grupo de travestis y mujeres trans, resulta que, en general, en todos los rangos etarios, la vigilancia de la salud es alta. Sin embargo, son las más jóvenes quienes lo hacen en menor proporción que las más grandes.
Entre las travestis y mujeres trans, la mayoría (45,6%) acude al médico por estar realizando un tratamiento, el 41,4% asiste al médico por chequeos preventivos y, finalmente, un 13% se presenta ante situaciones de urgencia médica.
No ocurre lo mismo en el caso de los hombres trans. Consultados acerca de las razones por las que acuden a un servicio de salud, ninguno contestó que lo hacía por motivos de prevención. Casi el 82% lo hace por un tratamiento y dentro de ese porcentaje, el 96,1% por un tratamiento hormonal.
Entre las travestis y mujeres trans, el nivel educativo interviene de manera notable en lo que atañe a los motivos de consulta médica. Quienes tienen un nivel más alto de instrucción —secundaria completa y más— manifestaron que acuden al médico para prevenir enfermedades y por tratamiento. Por el contrario, aquellas con un nivel educativo más bajo lo hacen, en mayor medida, por estar implicadas en algún tratamiento o por urgencias.
Del total de mujeres trans y travestis que manifestaron acudir al médico por motivos de tratamiento, el 62,5% lo hace por vih. Una situación nueva respecto de 2005 es la concurrencia a controles médicos por tratamientos hormonales. Si bien el porcentaje es bajo (18,1%) se considera un comportamiento novedoso, ya que probablemente, está vinculado al uso del sistema de salud para la realización de modificaciones corporales.
Antes de la sanción de la Ley de Identidad de Género, esto no era posible o no era una práctica muy extendida. Otros tratamientos que se identificaron fueron terapias psicológicas (4,2%) y problemas derivados de la inyección de siliconas (4,2%).
El 83,4% de las travestis y mujeres trans encuestadas manifestó que acude al sistema público de salud. El 16% concurre a consultorios privados o se atiende a través de su obra social. El uso del sistema público de salud también es mayoritario entre los hombres trans.
En cuanto a la percepción de los cambios ocurridos en las posibilidades de acceder a la salud, luego de la sanción de la Ley de Identidad de Género, el 61,5% de las travestis y mujeres trans consideró que el acceso a la salud mejoró, mientras que el 30,8% evaluó que no hubo cambios y el 4,7% manifestó que la situación empeoró.
Para los hombres trans, la percepción de mejorías es un poco inferior a la de las travestis y mujeres trans. El 51,5% consideró que mejoró el acceso a la salud, el 36,4% manifestó que sigue igual y para el 12,1% empeoró.
Salud y modificaciones corporales
Con relación a las modificaciones corporales, muy extendidas, el 86,4% de las travestis y mujeres trans dijo haber realizado algún cambio en su cuerpo, porcentaje muy parecido al obtenido en 2005 (86,7%). Quienes en 2016 afirmaron no haberse realizado modificaciones corporales dijeron no haberlo hecho por falta de interés o deseo. Este mismo grupo, en un 45,5%, dijo conocer los beneficios proporcionados por la Ley de Identidad de Género en materia de salud.
Al comparar el tipo de intervenciones corporales prevalentes en 2005 y las rrespondientes a 2016, resulta una pequeña disminución en el último año en lo que atañe a la inyección de siliconas y un aumento en el implante de prótesis mamarias. Con respecto a los tratamientos hormonales, no surgieron diferencias relevantes entre la información relevada en 2005 y la de 2016, salvo el hecho de que hay más personas que recurren al sistema público densalud para la realización de tratamientos hormonales. En 2005, el 92,6% se autoadministraba las hormonas, mientras que en 2016 este porcentaje bajó al 75%. Además, un 15% manifestó realizarlo en el sistema público y un 10%, en consultorios privados.
En lo que respecta a la inyección de siliconas, persiste en un alto porcentaje la práctica domiciliaria, aunque tuvo una importante disminución respecto de 2005. Pasó del 97,6% al 83,2%. Solo un 16,8% indicó haber acudido a un consultorio particular.
Los comportamientos asumidos en relación con las modificaciones corporales presentan diferencias cuando se incorporan variables como la edad y el nivel educativo. En efecto, quienes son más jóvenes y tienen un mayor nivel educativo acudieron en mayor proporción al implante de prótesis, técnica menos nociva que la inyección de siliconas.
Por su parte, el 87,9% de los hombres trans encuestados en 2016 dijo haber modificado su cuerpo. Entre ellos, el 96,6% lo hizo a través de tratamientos hormonales; el 6,9%, a través de una intervención quirúrgica genital; el 48,3% se ha realizado la mastectomía y el 10,3% ha utilizado otro tipo de estrategias para construir su apariencia física.
En cuanto a los ámbitos en los que se han realizado las modificaciones corporales, un alto porcentaje de hombres trans manifestó haber recurrido al sistema sanitario público para los tratamientos hormonales. En efecto, el 60,7% realiza o realizó el proceso de hormonización en el hospital público; el 35,7%, en consultorios particulares, y solo el 3,6% se autoadministra hormonas.
Las intervenciones quirúrgicas genitales (decididas por el 6,9% de los hombres trans encuestados) fueron realizadas en su totalidad en un consultorio particular. Entre quienes se realizaron la mastectomía, el 50% lo hizo en un hospital público y el otro 50%, en clínicas o consultorios privados.
Por otra parte, entre quienes no se han realizado ningún tipo de modificación corporal, el 66,7% dijo saber que tienen la posibilidad de realizarlo en el sistema de salud público.
A cerca del envejecimiento y la vejez de las personas travestis y trans
Según datos del INDEC el 15% de la población argentina tiene más de 60 años, estimándose que para 2015 la esperanza de vida para las mujeres sería de 80 años mientras que para los varones, de 74 años.
No se da cuenta en la construcción de datos de las identidades travestis y trans.
Los datos recabados para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires indican que las mujeres trans y travestis fallecen, en promedio, a los 32 años, producto de la violencia y exclusión social, política y económica estructural y sistemática. Un primer punto que interesa resaltar es el desigual acceso a la vejez como etapa de la vida.
Según estudios realizados en otros países, las personas mayores trans que llegan a la vejez lo hacen en peores condiciones.
La Ley de Cupo Laboral Trans en todo el país se erige como un punto central que cambiaría radicalmente la situación actual.
La temprana expulsión del hogar y la escuela, las malas condiciones habitacionales y laborales, la violencia social e institucional hacen del colectivo travesti y trans una población con una expectativa de vida muy diferente del resto de la población en general.
Una encuesta en el año 2017 arrojó datos significativos si bien corresponde a una muestra acotada en su cantidad. Entre la población travesti y trans que fallece antes de los 40 años el 99 por ciento son travestis/mujeres trans y el dos por ciento hombres trans. Del total de las 192 mujeres trans y travestis muertas, el 63,9% falleció por VIH o por enfermedades asociadas (tuberculosis, neumonía, pulmonía) y casi el 14,7%, por asesinatos. El 3,1%, por problemas derivados de las inyecciones de silicona; el 4,2%, por cirrosis y sobredosis; el 2,6%, por suicidio; el 2,1%, por cáncer; el 1,6%, por accidente de transporte; el 1%, de sífilis, y el 6,8% restante se desconocen las causas del fallecimiento. La media de edad de las fallecidas es de 32 años.
Para concluir podemos decir que luego de la sanción de la Ley de Identidad de Género se sentaron las bases para un efectivo acceso a la salud. Aun cuando este acceso sigue siendo limitado, sobre todo en materia de prevención y atención de salud general y para mujeres trans/travestis, ha mejorado respecto de 2005. El control regular que ellas hacen de su salud ha aumentado en aproximadamente 30 puntos en los poco más de los diez años transcurridos desde la publicación de La Gesta del Nombre Propio y ha mejorado, siempre desde la perspectiva de este grupo, el tratamiento recibido en las instituciones médicas. Los hombres trans controlan su salud en menor porcentaje que las mujeres trans/travestis y, además, a diferencia de ellas acuden al sistema de salud por razones de tratamiento hormonal. Vale señalar que al igual que lo destacado respecto del empleo, la educación constituye un factor fundamental en lo que atañe al uso del sistema de salud con carácter preventivo por parte de mujeres trans y travestis. A mayor nivel educativo mayor comportamiento preventivo en materia de salud.
Una situación nueva y auspiciosa es la concurrencia por parte de travestis y mujeres trans a las instituciones de salud para acceder a procesos de hormonización. Si bien el porcentaje es todavía bajo, se trata de un comportamiento que reemplaza al realizado sin controles médicos, como automedicación. Sin embargo, tal como lo indican los hombres trans encuestados, una barrera para ello lo constituye la falta de una perspectiva de atención de la salud que sea integral, respetando las diversas identidades y sus múltiples expresiones, constituye un problema de política sanitaria que amerita una intervención articulada entre los equipos de salud, las organizaciones de personas trans y los organismos de Estado que vienen trabajando la temática. También constituye una asignatura pendiente de la política sanitaria la asignación presupuestaria para garantizar el ejercicio efectivo de los derechos en materia de salud que consagra la Ley de Identidad de Género.
SEGUNDO APARTADO
A continuación transmitimos, como hemos dicho al comienzo, los datos que nos ha resultado significativos de una entrevista realizada de modo virtual, el 11 de septiembre del año 2020 al “Área de atención de la salud integral a la diversidad” del Hospital Dr. Ricardo Gutiérrez de La Plata, Provincia de Buenos Aires.
Este equipo es precursor de las cirugías de reasignación genital (CRG) y tratamientos de hormonización y constituye un centro de referencia en nuestro país.La conversación contribuye con algunos antecedentes previos a la sanción de la ley de identidad de género y también sobre su funcionamiento actual, para la población trans que los consulta.
En el año 1997 se llevó adelante la primera cirugía de reasignación genital (en adelante CRG) a una mujer trans, la segunda en el año 2001, ambas realizadas previa autorización judicial, con diagnóstico de patología médica. La tercera fue realizada en el año 2003, con autorización judicial pero esta vez aceptando un diagnóstico que no se basa en patología orgánica, (disforia de género). Y en el año 2006, se autoriza la primera CRG a un varón trans.
A partir del año 2003 comienza a realizarse en el consultorio de ginecología, una orientación al modo de una“consejería” sobre el uso de hormonas a personas trans. A la vez, los profesionales del equipo transmiten que la mayoría de los pacientes recibidos no habían hecho controles ginecológicos, no contaban con las vacunas, ni controles de salud general.
El año 2012 es el momento bisagra, con la Ley 26.743/12, el derecho al reconocimiento de la identidad de género, en tres puntos centrales: el cambio de nombre de pila, larectificación registral del sexo en el DNI, y elcambio en la imagen. Esto aparece especificado en el Artículo 11, que fue el último en reglamentarse: ¨(…) garantizar el acceso a la salud integral, acceder a intervenciones quirúrgicas y /o tratamientos hormonales para adecuar su cuerpo a su identidad de género autopercibida (…)¨.
Con ese marco legal, los profesionales del Hospital Gutierrez constituyen un área integrada por urólogos, cirujanos, cirujanos plásticos, ginecología endocrinológica, fonoaudiología y psicología; articulando también con el servicio social.
El Área de atención de la salud integral a la diversidad sexual está integrada por los siguientes profesionales: Dr. César Fidalgo, Dr. Daniel Bustos (urólogos, cirujanos); Dr. David Poggio (cirujano plástico); Dra. Claudia Capandegui (especialista en ginecología endocrinológica); Lic. Virginia Zangroniz (fonoaudióloga); Lic. Andrea Pineda (psicóloga).
Desde entonces, realizan historias clínicas completas, controles periódicos posteriores, informan sobre los efectos y los plazos que pueden alcanzar el proceso de reasignación genital o los esquemas de hormonización (feminizante o masculinizante).A ello se agrega el entrenamiento de la voz, y el acompañamiento de la problemática social o de consulta psicológica.
Respecto de las cirugías, en el caso de las mujeres trans, las mismas se realizan en un solo paso quirúrgico. En cambio, el varón trans requiere de tres pasos:
Mastectomía bilateral y adaptación del tórax
Recreación de un neo-pene y una colpo-anexo-histerectomía
Colocación de una prótesis peneana (Siempre que la persona decida llevar adelante todos estos pasos).
Dado que la ley incluye variadas expresiones de género como la vestimenta, el modo de hablar y los modales, el tratamiento de la voz desde la fonoaudiología es considerando parte de la salud integral, el “bienestar comunicativo”, se apunta a una comunicación confortable con la propia voz.
Respecto de la atención en el área de psicología, dentrodel marco legislativo, se ofreceun dispositivo sostenido en la escucha de lo singular, frente a quien solicita una intervención en el cuerpo, que posibilita que el o la consultante pueda desplegar algo más que la solución por medio de la técnica médica. La mayoría de los consultanteselige, al menos, sostener una primera consulta. En estas, no se realizan clasificaciones, ni se hace “clínica de lo trans”.
Posterior a la CRG, hoy están en consulta (seguimiento) dos pacientes,una hace dos años y otra hace tres años. De la experiencia surge que estos pacientes luego de la cirugía no manifiestan alteraciones o variaciones significativas respecto a lo que era su vida antes de la cirugía.
A través de la escucha también circula la palabra entre los integrantes del equipo, para que la solución no se quede solo en la técnica médica, que sería replicar la solución de lo genital, o la medicalización del género. Se trata de un trabajo multidisciplinario para abordar los desafíos de las nuevas demandas (por ejemplo, las infancias trans) desde la singularidad de cada consulta, constituyendo un equipo integral de la salud para la diversidad.
Es de destacar que los profesionales del equipo señalan que antes de la denominada ley de identidad de género, la población trans, en su mayoría de alrededor de 50 años,era expulsada del ámbito familiar y escolar tempranamente, sin trabajo de calidad. Ahora en cambio, las consultas son mayormentede gente más joven, que en su mayoría estudia y que tienen otras expectativas de vida en cuanto a los derechos en su vida diaria.
La edad de los adolescentes para iniciar los tratamientos de hormonización, según la ley y la reforma del código civil, es “persona mayor de 16 años”, que solo requiere de un consentimiento informado. Las personas que no han cumplido los 16 añosrequieren del consentimiento de un adulto o de los representantes legales.
Actualmente, a causa de la pandemia, han sido suspendidas las cirugías programadas, peroel consultorio de hormonización no discontinuó los tratamientos hormonales; las consultas se sostuvieron de manera remota y hubo un aumento de la demanda para pedir acompañamiento psicológico, sobre todo en adolescentes.