Fernanda Otoni Brisset[1]
22 de junio 2024

Comenzar es un verbo.

En una permutación del campo freudiano, se conjugan con estilo propio los verbos cerrar y comenzar. Hay modos de comenzar. Comenzar de cero, como si no hubiera sombras; seguir lo de siempre, como si no hubiese un mañana. No hay receta, no hay garantía. Hay lo real y su evidencia oscura. Hay la puerta abierta a lo indeterminado. Hay el deseo de comenzar. Para comenzar, cada uno entra con su apuesta. ¡El Eolo sopla siempre!

Hace dos años, un llamado telefónico inesperado me abrió una nueva responsabilidad, una nueva lengua, una nueva geografía libidinal: Fapol – Federación Americana de Psicoanálisis de la Orientación lacaniana. Y aquella noche, soñé:

“Andaba a pie en una carretera de tierra colorada. A lo lejos, se avistaba un pueblo. Personas sentadas en barrancos terracota, otras andando o trabajando en la orilla de un río. Hablaban entre sí, vivían allí. Escuchaba de lejos la cantinela de la lengua de ellos. Al acercarme, apareció el miedo. ¿Cómo avanzar, cómo seguir, si no sé hablar su lengua? Es cuando escucho una voz que murmura: ¡Siga el canto!” Ese el sueño.

Puse el pie en la carretera siguiendo la pregunta “¿qué es Fapol?”. Por donde anduve, leí textos, documentos, participé de conversaciones, tuve diversas reuniones con el Consejo de la Fapol, con el Bureau, sus redes y observatorios. Escuché a muchos colegas y encontré muchas respuestas, pero ellas no coincidían. Cada uno tenía su Fapol. Fui a los orígenes.

Fue en el Select, en Paris, que Jacques-Alain Miller se reunió con Graciela Brodsky y Mauricio Tarrab y allí soñaron crear una federación en América Latina para llevar adelante la buena batalla de la enseñanza de Lacan, cuando las piezas de lo real tomaban forma en el conflicto sobre la regulación de las prácticas psicoterapéuticas. Judith Miller ya había dicho que tenemos el sentimiento que la enseñanza de Lacan, es aún, siempre un combate, que no está ganado, que no hay laureles sobre los cuales descansar, y que la apuesta es la orientación misma del psicoanálisis para los tiempos que vienen.[2]

La propuesta de esa Federación fue mantener el lazo estrecho entre las tres Escuelas – EBP, EOL y NELcf, con la orientación de la AMP, para divulgar y defender el psicoanálisis en la diversidad de situaciones políticas y sociales que caracterizan el paisaje de su mundo, y para hacer avanzar el psicoanálisis. ¿Y qué significa contribuir al avance del psicoanálisis? No es simplemente practicarlo, exprimirlo, como leemos en El banquete de los analistas. Es preciso ayudar a reinventarlo[3] rumbo a los tiempos por venir.

Si los principios que orientan el acto analítico son los mismos, el paisaje del campo de la palabra y del lenguaje con el cual opera es diverso en cada época y en cada mundo. El mundo no es el mismo, por ejemplo, en Moscú y en Belém, en Europa y en América Latina, no es el mismo en cada rincón de América. Y, para bien decirlo, el mundo no es el mismo en cada uno, porque el mundo es un hecho de la lengua y no de geografía. La palabra golpea el cuerpo, lo perfora, lo traumatiza, lo contamina, lo confunde, lo altera, y en el trabajo de la lengua, enrosca en el cuerpo el caldo de la cultura que le hicieron beber[4], como dice Miller. La penetración de la semántica social en la urgencia del cuerpo hablante es el trabajo sonoro de la lengua.

Su ímpetu hace creer que hablamos la misma lengua, encantados como estamos por su percusión en los poros de la propia carne. Es la tentación de la lengua. Pero la coherencia que da al mundo es un hecho de ficción, porque en lo real de la lengua no hay relación entre las palabras. Lo que hay es un cuerpo que se goza cuando la lengua se estira, contorsiona, retuerce, vuelve la textura al interior de su propio tejido; y en algún momento sucede el advenimiento disruptivo de una nueva palabra, fuera del código, y que fuerza su penetración en el discurso común, alterando el texto, el paisaje, el contexto del lazo social. Es cuando, sigo aquí a Christiane Alberti, encontramos lo que toda palabra como tal enseña, la palabra como tal, captada en su materialidad concreta sin ninguna atribución, ninguna intención, ningún destinatario, la palabra real, la palabra absolutamente insondable.[5] La causa singular perfora lo universal y en ese corte, al dar paso a lo que es original, gira el mundo. ¡Es el escándalo de la enunciación!

Solo así consigo leer en El Ultimísimo Lacan que el análisis es un hecho social, y no pensemos que significaría que el análisis es, entre otras cosas, un hecho social. Al contrario, es una definición de esencia[6] pues el material con el cual opera y altera, habita la lengua, el cuerpo y, como consecuencia, el mundo.

En el combate en el cual el psicoanálisis se lanza en el siglo XXI, el punto de partida es lo que no se sabe, y cuya evidencia se muestra en el interior de su experiencia misma. Hecho que provoca, a los muchos que somos, a hablar cada vez mejor lo que, en la expresión de Eric Laurent, se lee con los oídos[7] al ras de la clínica, al hacer par con la urgencia de nuestro tiempo, sin mimetizarnos con los otros discursos, sin caer en la tentación de lo sociológico, cuya lectura genera tanto sentido que ensordece el murmullo de lo real en sus caracolas.

Desde mi punto de vista, el título que dio lugar a ese acto es una interpretación para orientar el hacer de la Fapol. Existe una aproximación lógica muy estrecha entre el acto de la permutación y el escándalo de la enunciación. J.-A. Miller hizo de la permutación un régimen de dirección presente en todas las escuelas del campo freudiano, relanzando la apuesta, con Lacan, de que lo nuevo solo sucede en el funcionamiento: comenzar cada vez, armar lo mismo de una otra manera, para instalar un espacio para respirar, un corte, un rasgo, por donde pasa la frescura de un aire nuevo.

Los aires de este tiempo están densos: es la polución atmosférica. Lacan anticipó las consecuencias irrespirables para la humanidad del avance del discurso de la ciencia, el fantasma de nuestra vida común, como indica Miller. Para Lacan, el psicoanálisis es el pulmón artificial donde sea que se instale. Una bella expresión para decir de la actualidad de la presencia del psicoanálisis en América Latina, cuyos bosques son conocidos como el pulmón de la humanidad, pulmón que hoy sigue amenazado por la alianza irrefrenable entre la ciencia y el capitalismo.

Tal real conforma el malestar que circula en los aires de nuestros tiempos: la creencia en el hombre neuronal y en su inteligencia artificial, la medicalización de la infancia, los impasses de la sexuación, el individualismo contemporáneo, la escalada del racismo y de la segregación, para citar algunos. ¡Nada es sin una razón! Sus efectos reverberan en el campo de la palabra y el lenguaje, en los síntomas contemporáneos y en el contexto de la oferta del psicoanálisis que se pone en forma para dar paso a la singularidad irreductible de la causa de cada uno.

En el camino de la pregunta sobre el funcionamiento de la Fapol, encontré en el Lacan de la disolución, que la causa freudiana solo tiene como mueble una boîte aux lettres, una caja de cartas/letras: una caja de resonancia; una caja con un agujero y lo que allí entra y sale altera el mundo; una caja tórica donde lo de adentro pasa para afuera, pues el afuera está dentro del dentro. Esa imagen me mostró lo que es la Fapol: boîte aux lettres común a las tres Escuelas, por donde pasa un real que pide lectura. Eso se hace ver en la escultura del afiche, una grieta en el piso de madera: que al soplar para afuera, airea hacia adentro.

Es una obra de José Bento, un artista de Minas Gerais, cuyo rasgo es usar como material de sus esculturas troncos caídos de madera noble. Él devuelve a la madera lo que está en causa en su origen: su poder de árbol, de airear al mundo. Su arte me llevó al origen del mundo de Courbet, que perteneció a Lacan: la presencia escandalosa de la grieta insondable que pulsa en los cuerpos hablantes de todos los géneros. Para leer lo real que sopla en y de la actualidad de la causa freudiana y transmitir lo que su pasaje entrega a la boîte aux lettres de las tres escuelas de la AMP y en la conversación con el Otro social, es preciso correr el riesgo de innovar, junto a otros, tal como evoca Lacan:

Es menester que innove, dije -con la reserva de agregar: no totalmente solo. Lo veo así: que cada cual colabore en ello. Vayan. Júntense varios, péguense unos a otros el tiempo que haga falta para hacer algo y disuélvanse después para hacer otra cosa […] De donde se deduce que solo durará lo temporario. [8]

Tomo esa enunciación de Lacan como un principio orientador para el funcionamiento de la Fapol. Del Consejo sopla su orientación: presidentes y directores de la EBP, EOL y NEL se encuentran con el Bureau de la Fapol y la presidencia de la AMP para conversar sobre lo que está en agenda a la orden del día en el funcionamiento del trabajo de Escuela en América Latina. La conversación federativa allí es fuerte y, muchas veces, en la forma de la enunciación se decanta el Uno de la orientación que anima y relanza el trabajo. Por el movimiento propio de las permutaciones, su composición es siempre renovada y la conversación siempre aireada.

A partir de allí, son diseñadas las líneas de trabajo de la Fapol, por medio de sus redes, observatorios, publicaciones y, en el gran encuentro que tiene lugar en el Enapol, que en 2025 va a tener lugar en Belo Horizonte, los días 5, 6 y 7 de septiembre. La conversación federativa es la herramienta que preside el quehacer de la Fapol, armando encuentros entre miembros y jóvenes practicantes del psicoanálisis. En la conjunción de varios articulados por esos medios, a partir de la diversidad que les es propia, cada uno se esfuerza en hablar con la propia lengua la lengua del Otro, y hacer pasar el grano inédito de saber que cosecha en su práctica del psicoanálisis en su conversación con los otros discursos. Vimos hoy aquí la fuerza de su expresión. ¡Es un escándalo!

El nuevo Bureau que hoy asume, está compuesto por Gabriela Camaly como vicepresidente y María Hortensia Cárdenas como secretaria. En la tesorería contaremos con Ana Teresa Groisman y en la secretaría de medios y difusión con Nohemí Brown. El trabajo será intenso, pero no nos faltan sueños, ganas y delicadeza. Seguiremos el principio de la permutación en la composición de los observatorios, redes y publicaciones de la Fapol; tomaremos como norte lo que hoy aquí se presentó para orientar su experiencia; propondremos acciones y temas de investigación, cuya pregunta pueda aportar algo a la clínica y contribuir al debate del psicoanálisis con las cuestiones de la sociedad, cuidando de que el producto de ese trabajo pueda encontrar su fluir en las conversaciones junto a nuestra comunidad, en una propuesta a ser construida junto con el Consejo de la Fapol, contando con la tesitura cuidadosa y precisa de la presidente de la AMP, Christiane Alberti.

Por fin, agradezco la acogida y la orientación, desde el comienzo, de la querida Flory Kruger: esperamos estar a la altura de la apuesta que tenemos el honor de llevar adelante. En este momento, me gustaría especialmente, agradecer y decir cómo fue crucial en estos dos años de trabajo junto al Bureau, tanto en los momentos de satisfacción cuanto frente a los impases que atravesamos, haberme dejado guiar y enseñar por Mónica Febres Cordero en su delicadeza con  lo real y por la potencia singular de Ricardo Seldes, generosa transmisión del saber hacer frente a lo indeterminado y a las sutilezas analíticas. Nuestro encuentro me enseñó a soportar la alegría y lo imposible del hacer juntos. ¡Los voy a extrañar!

Mi grand merci a Christiane Alberti, a Eve Miller Rosey a Jacques-Alain Miller por la confianza y cuya presencia siempre me despierta para seguir el sueño.

Agradezco también a la preciosa comisión que fue responsable de la organización de los divinos detalles de este encuentro y, en nombre del Bureau saliente y entrante, nuestro agradecimiento por el apoyo recibido de parte de la EBP y de la Sección Minas Gerais de la EBP para la realización de lo que pudo tener lugar hoy aquí.

Gracias a todos los aquí presentes y a los que acompañan este acto de permutación por zoom, participantes de los observatorios, las redes, las publicaciones y muchos, muchos más: una comunidad que aprendemos a llamar FAPOL. Seguiremos extrayendo del encuentro con su diversidad, con su propia lengua, efectos de formación escandalosos.

¡El encuentro que produce la Fapol es potente! Altera la lengua propia en el baile con la otra lengua y sus diversos acentos; produce significantes nuevos, neologismos cantados, infiltrando en el campo freudiano el esfuerzo de bien decir la experiencia del psicoanálisis. Ese esfuerzo produce la cantinela que se escucha a lo lejos: el portuñol lacaniano. Producto original de la babel latina en la cual nos encontramos. La fuerza de su expresión relanza la apuesta de la Fapol, el sueño de sus fundadores, del Bureau del cual hoy me despido, de lo nuevo que está listo para entrar en el combate, y el mío, desde que puse el pie en esta ruta. ¡Junto con cada uno de ustedes, seguiremos su canto!

¡Muchas gracias!

Traducción: Marina Recalde
Revisión: Ernesto Anzalone


[1] Presidenta entrante de la Federación Americana de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana (FAPOL), Analista Miembro de la Escuela (AME) de la Escola Brasileira de Psicanálise (EBP) y de la AMP.

[2] MILLER, J. ¿Qué es la Fundación del Campo Freudiano? – Texto inicialmente publicado como prefacio de la revista Analytica, Paris, n. 44, 1986. Disponible en: https: https://fapol.org/institucional/campo-freudiano/

[3] MILLER, J-A. El Banquete de los analistas. Buenos Aires, Paidós, 20011, p. 230.

[4] MILLER, J-A. El ultimísimo Lacan. Buenos Aires, Paidós. 2014, p. 190

[5] ALBERTI, C. Lo que puede el psicoanálisis. Revista Virtualia, ano XVII, n.42, mayo 2023. Disponivel em: https://www.revistavirtualia.com/articulos/980/lo-que-puede-el-psicoanalisis/lo-que-puede-el-psicoanalisis

[6] MILLER, J-A. El ultimísimo Lacan. Buenos Aires, Paidós. 2014, p. 187

[7] LAURENT, E. A interpretação: da escuta ao escrito. In: Correio. São Paulo, EBP. N. 87, abril de 2022, p. 68.

[8] LACAN, J. m. Sr.A. In: Nos confins do seminário, São Paulo. Zahar, p. 73. Traducción libre.