En Chile colectivos de mujeres en Dictadura y después, han realizado performance en el espacio público como un intento de hacer oír la violencia ejercida por el Estado que ha quedado silenciada y la ausencia de justicia.  Han inventado modos de hacer con lo imposible de tramitar de la violencia, un modo de decir y nombrar lo innombrable, dar voz a lo silenciado.

Tomo como punto de partida el “Acontecimiento Tesis” de noviembre del 2019. Acto político y artístico de un colectivo de mujeres que acontece justo a un mes del estallido social del 18 de octubre, en lo que se llamó “Chile despertó”.

La performance dura un poco menos de 4 minutos. Mujeres en varias hileras, vestidas cada una a su manera, algunas con faldas cortas, algunas con labios pintados y una venda en los ojos. Hacen una coreografía, mueven los cuerpos y cantan una letra. Hay varios aspectos que analizar y leer, voy a tomar sólo parte de la letra de la canción, que me permite anudar con las perfomance de dos colectivos anteriores, temporalmente, pero que implican a la vez una continuidad. Es una lectura desde lo actual a la Dictadura, algo insiste.

En la canción de Las Tesis aparece quiénes son los agentes que ejercen la violencia: el patriarcado, los pacos (Carabineros/policía), los jueces, el Estado, el presidente. Y lo que subrayan son el femicidio, impunidad, desaparición, violación. Salvo el primero, impunidad, desaparición, violación, son significantes que provienen de la Dictadura y que interpelan a la democracia. Las violaciones sistemáticas a las Derechos Humanos en Dictadura, como en varios países de la región, implicaron la desaparición forzada de personas, torturas, abusos y vejaciones, expulsiones, exilio, secuestros, entre otros. La impunidad ha estado presente en la mayoría de los casos denunciados.

Los desaparecidos no están ni vivos ni muertos, muchos cuerpos no encontrados ni enterrados, duelos suspendidos.

Dos colectivos hacen del baile de la Cueca, danza nacional, un modo de bordear la ausencia de los detenidos desaparecidos, poniendo el cuerpo y la voz, hacerlos presentes en esa ausencia. De la indignación y la impotencia, al acto digno, resistiendo al borramiento de la inscripción de los sujetos en el lazo social.

Las mujeres, madres, hijas desde la agrupación de detenidos desaparecidos en 1976 toman la cueca baile de pareja y cortejo, para hacer presente al ser amado, en lo que llamaron la Cueca Sola. En un baile sobrio las mujeres están de blusa blanca, falda negra y la foto del detenido desaparecido cerca del corazón. Se hace un brindis y se dice la relación con quien se va a bailar: Soy madre de, soy hija de, esposa de…Cuando nadie las escuchaba ni creía, deciden contar sus penas cantando.

Más tarde, ya a 23 años del advenimiento de la Democracia, nace el Colectivo La Cueca Sola. Se definen dentro del movimiento de Derechos humanos y el movimiento feminista, orientado por lo que llaman la “política de la insistencia”, dado el contexto de olvido e impunidad. Recogen el baile de la Cueca Sola, pero incorporan el color rojo, ya sea en el pañuelo, una flor en el pelo, los labios rojos. Y comienzan a aparecer en varios espacios de la ciudad y a hacer innovaciones en la coreografía.

Tres colectivos de mujeres desde 1976 al 2019, que frente al horror, a la rajadura en el lazo social, al aniquilamiento de seres queridos inventan, crean, se resisten al silencio, intentan escribir una ausencia. Ponen el cuerpo, circulan por la ciudad. Habla el cuerpo, hablar por y con el cuerpo. Salen de las casas, se muestran para ser vistas y escuchadas. Acto político y estético en colectivo, no solas, de la casa a la polis, a la plaza, al teatro, al palacio de gobierno. Actos por la vida, resistiendo a los cuerpos aniquilados, cuerpos vivos. De a poco las mujeres, además van incorporando en la escena pinceladas de erotismo, saliendo del negro total.

Intentos de restituir la dignidad del desaparecido así como la propia existencia, de víctimas a sujetos políticos, resistencias al olvido.