Jessica Jara, Coordinadora de la Conversación.

La I Conversación Pública del Grupo «Psicoanálisis aplicado y dispositivos de control»[1] del CID y la RPA de FAPOL, se precipitó por una urgencia sobre la que procederé a relatarles.

Entre la inacción de la autoridad y las vidas estropeadas para siempre.

Desde el 2014 al 2017 el Ministerio de Educación del Ecuador registró 882 casos de delitos sexuales contra niños[2] y, según las demandas que fueron interpuestas al ex– Ministro de Educación, «él conocía las denuncias… pero no lo puso inmediatamente en conocimiento de la autoridad competente». Hoy se sabe que hubo retaliaciones a los denunciantes, prohibición expresa de referirse a estas demandas y protección a los docentes implicados. El juicio político al ex- ministro fue archivado, a lo que él declaró: «esta decisión muestra que la calentura no está en las sábanas»[3]. Después, el ex –ministro y actual asambleísta de AP solicitó a la SUPERCOM procesar a diario Expreso por «linchamiento mediático»[4].

Sobre la inacción del ex -ministro se dijo que era para salvar a la Red de Maestros por la Revolución Educativa, organismo que entró a suplantar a la UNE, el mayor sindicato desde 1940. Sobre la Red, el entonces ministro aseveró: «No pretendemos una Red de Maestros que sea sucursal de Alianza País»[5]. Lo cierto es que el Ministerio resolvió disolver la UNE[6]; y que, los profesores involucrados, al menos en el caso del colegio réplica, no eran de esa red.

La última revista Vistazo recogió el paso a paso de la primera madre[7] que escuchó a su hijo de siete años que fue abusado en un colegio réplica de Guayaquil. Primero el pequeño le confió a su madre lo que unos maestros le hicieron a otro niño y ella fue donde la psicóloga a pedirle que lo comunique a los padres de ese menor, siendo que la psicóloga lo reportó a la rectora. En un segundo momento el niño dice que el abusado ahora fue él. Recordamos los tiempos lógicos de Freud en «Pegan a un niño», pero salido de la fantasía. La madre entonces pasa a hablar con la Rectora, la que le habría dicho: «Cuidadito señora, que nada está verificado… le pueden poner una contrademanda por difamación y la que va presa es usted». La madre entonces recurre a la Fiscalía. Cuando los medios recogen el malestar de ella y otros padres es que la opinión pública llega a conocer la existencia de los casi 900 casos.

Cuando la rectora fue llamada a declarar expresó: 1) «Se notificó al distrito», 2) «Informé y denuncié estos supuestos hechos de abuso sexual a la Directora Distrital de Educación». A lo que su abogado indicó: 3) «Mi defendida es inocente. Su único error fue seguir las reglas del Ministerio». Esta desimplicación nos trae oscuras resonancias de otros sistemas perversos institucionalizados. Y se trata de la desresponsabilización generalizada de los directivos de las comunidades educativas, cuya ausencia de decisión en soledad -que su autoridad le conferiría-, se ampara en que en su momento consintieron ser meros funcionarios públicos. Sin embargo, en este caso existió la amenaza cómplice: ¡Cuidadito señora…! Así, desde enero se cambiará a 6.000 directivos, pero por falta de requisitos, no por razones éticas.

Según se empieza a esclarecer, el sistema de educación ecuatoriano habría venido funcionando en los últimos años como un régimen de justicia paralelo, con su propio proceso de denuncias, audiencias y sanciones[8]. Al parecer, el ocultamiento de la información era sistemático; así, uno de los «maestros» abusadores habría sido despedido de otro colegio fiscal por golpear a un alumno y fue contratado incluso en el réplica sin poseer titulación[9].

La ausencia de respuesta por parte de las autoridades ministeriales fue interpretada por el mayor diario nacional como: «Han dicho a la ciudadanía que no importa el número de vidas estropeadas para siempre…». A lo que se suma la gravedad de las aseveraciones de algunas madres, las que resultan dramáticas y anuncian lo peor para sus hijos. Una madre sentenció: «Le han arruinado la vida a mi hijo». Y otra se refirió a su hija en la tv diciendo: «Su niñez, su inocencia se perdió». Otras madres de niñas afectadas en su propio contexto familiar han expresado, con variaciones: «Siempre pensé que esto pasaría».

En la conversación del jueves 23 de noviembre en la Universidad Católica con el apoyo del CIEDD[10] nos propusimos interrogar estas omisiones y sentencias: ¿Es que lo ocurrido implica, necesariamente, un destino nefasto sin fisuras para los niños, donde no hay ya nada por hacer ni por inventar en relación a esas marcas que quedan? ¿Es que los psicólogos sólo están en los dispositivos para colaborar, siguiendo el protocolo? ¿Es que el psicólogo orientado por el psicoanálisis concuerda con la transformación de una demanda de escucha y atención particularizada del niño en una demanda-judicial, cuya ruta de acción vuelve a colocar al sujeto-niño como un objeto a ser observado, evaluado, clasificado, desubjetivado?

Según el protocolo, el psicólogo forma parte del equipo de la «sospecha», quedando como agente de la «detección» y cuya «intervención» consiste en hacer El informe de hecho de violencia –tiene 24 horas- y las demandas; esto sin esperar el esclarecimiento de las fantasías y las elaboraciones de lo vivido por parte del propio niño, pues pudiera existir revictimización. Pero sí deben hacerse cargo del seguimiento de la demanda en la Fiscalía.

¿Es que al priorizar la vía judicial se deja de lado el acompañamiento al niño para permitir que sea respondido, replicado en algo eso que experimentó en el cuerpo, ese acontecimiento de goce que irrumpió los ronroneos placenteros con los que los niños se adormecen y del que son despertados de repente y sin palabras? Debiera ser que no, en tanto que las escenas relatadas dan cuenta de cómo los pequeños fueron reducidos a objetos de la mirada fría y cruel, de uso y abuso, por adultos que obedecen a sus propios imperativos de goce y dictan órdenes insensatas a niños, enmarcadas en vulgares fantasmas. Tal fue el caso del «profesor» de educación física, cuyo título era «Tecnólogo Pedagógico en Ventas»[11], quien caminaba por las aulas preguntando a las maestras «a ver, quien se ha portado mal hoy». Y así, diciendo que los lleva a la Consejería Estudiantil los llevaba al baño a producir pornografía infantil[12].

Este ser-tomado como un objeto en una escena obscena y sin velos, toma nombres distintos en las narraciones de los niños afectados, nombres violentados al ser universalizados como: «abuso sexual infantil», lo que además de inexacto pues ellos ya hablan, trae de suyo que el chico, la pequeña, pierden su ser para tener que llamarse «víctima», pasando a formar parte de grupo identificatorio de los sujetos en los cuales ya se habría realizado el eslogan: «Todos podemos ser víctimas». Hay que decir que no todas las veces estos actos-traumáticos son tomados como tales hasta el despertar de la adolescencia, momento Otro en el que resignificarán lo sucedido y surgirán inhibiciones, angustia o síntomas, a ser alimentados por el sentido que el Otro les otorga y, en el mejor de los casos, a elaborar en el uno por uno.

Protocolos unificados y el niño siendo su propio superhéroe en la victoria del porno.

Como respuestas a la presión social, el actual Ministro de Educación planteó la necesidad de: 1) Más evaluaciones, -sobre lo que escribí «Ante el fracaso de la evaluación, espacios de palabra»[13]-; 2) Unificar los protocolos de información, viendo la luz el «Protocolo de actuación ante casos de violencia institucional o intrafamiliar detectada o cometida en la Institución Educativa»; 3) Conformar la Mesa Ocasional Aampetra para articular los dispositivos de educación-salud-justicia-defensoría. * Y, el día de la prevención del abuso infantil, la Conferencia Episcopal y el Ministerio socializaron un comunicado conjunto.

En nuestra conversación pública del grupo de psicoanálisis aplicado más bien se procuró dar cuenta de un hacer Otro: uno inventivo y que valora la contingencia en medio de aparentes regímenes de hierro y abrumadores papeleos. La psicóloga Betty Soria llamó «astucias» a estos ingenios y soluciones alternativas posibles, en los márgenes de lo establecido para los DEpartamentos de Consejería Estudiantil, sin volverse un marginal. Sara Acosta, desde su trayectoria en ONGs, se refirió a la complejidad de hacer un «diagnóstico» de abuso sexual infantil; se preguntó ¿qué sucede cuando los niños viven experiencias que atentan contra su integridad por un discurso cínico de los adultos en quienes confía?; y, propuso que los DECE puedan contar con dispositivos como los aplicados por Bion y descritos por Lacan[14].

Más allá de una pseudo teorización que ubica todo «problema» como efecto del patriarcado y el machismo[15], promoviendo cual «solución» un entramado asfixiante de dispositivos de control, se requiere de un trabajo analítico que apunte en estos casos a la producción de un sujeto-niño, sosteniendo sus preguntas sobre el agujero de la sexualidad y la muerte, para posibilitarle salir del lugar de objeto de desecho y la compulsión a la repetición; y, de este modo, encontrar un lugar vital en la civilización. La presencia misma del analista es una promesa de que puede existir un Otro distinto, uno atento pero lo suficientemente distraído para dejarle un espacio de acción: un Otro que no apuesta por la vigilancia total ni se suma a una supuesta sexualidad sin misterios. Para el analista se trata de soportar la ficcionalización de las permutaciones de los fantasmas que recubren un real, hacia una invención singular.

El Ministerio además se sumó a las Campañas de prevención de UNICEF «Más Unidos Más Protegidos»[16] y «Ahora que lo ves, Di no más», las que relevan el componente identificatorio: «Yo también fui una de esas víctimas», «Yo también soy uno de ellos». Y mandatos como «Eres responsable». Una de estas campañas, al buscar rezurcir el lazo social, animando a hacer existir un Otro de la confianza, no deja de estar a tono con los imperativos de la época del Uno Solo, buscando realmente hacer del niño «su propio superhéroe». Allí se les dice a quienes viven en plena reciprocidad: «Lo que es mío es mío, lo que es tuyo es tuyo». Siendo que las maestras de primero señalan apremiadas que los niños identificados al superhéroe les dicen valientemente, o a cualquier cuento: «¡Señorita, me han tocado mis partes íntimas!».

Esa propaganda concluye con un: «Nunca debo quedarme callado». Sobre este punto habló Estefanía Paz, quien trabaja en el CEPAM. Las preguntas aquí fueron: ¿Por qué los niños se quedan callados? ¿Por qué sucede ese acontecimiento de palabra, es decir el que un niño decida hablar? ¿Cómo se juega la transferencia con el padre/el maestro/la psicóloga, a quien el niño elije para contarle? Estefanía comentó allí una viñeta en la que la menor de dos hermanas «manoseadas» por un familiar decide confiárselo a su maestra, y cuando este Otro escolar habla con el padre, él saca de la casa al familiar que se tornó siniestro; es decir que, si bien no se siguió la ruta, se puso a operar a un padre que pudo actuar y hacer un corte, decir un «No». Quedó para una próxima hablar sobre el por qué otros nunca más se quedan callados, siendo adultos dedicados a lo «vivencial», a la confesión publicitada de su tragedia.

En las campañas se dan instrucciones ante la sospecha del abuso: «Dile que fue muy valiente al decirlo/ Asegúrale que no tiene la culpa y que vas a buscar protección…». El psicólogo clínico Carlos Cabrera abordó el por qué habría que asegurar al niño que no tiene la culpa, para precisar que en el tratamiento se trata del paso de la culpa a la responsabilidad, donde habría que considerar lo señalado por Lacadée: «el niño freudiano es culpable de abandonarse al goce masoquista que él ha sentido, sufrido o inclusive extraído… hay en él una disposición precoz… a sufrir de su propia decadencia y a obtener una satisfacción…». Carlos se refirió a los Tres ensayos de teoría sexual, Sobre la psicología del colegial y Pegan a un niño de Freud, y dio cuenta desde su clínica de un trabajo de re -construcción de una escena traumática a partir de fragmentos, por parte de un niño cuyo padre murió en un accidente. En esa dirección, quedaría en cada caso cernir el punto del «…no sé más…».

Finalmente, presenté las declaraciones del Ministro actual: «No temo a las denuncias… No me asustaré cuando se remueva el pasado porque nunca podemos sacrificar la verdad por el escándalo», para poner su última frase en el contexto del paso de la Victoria al Porno, que ha precisado Miller y para pedir al psicoanalista de la NEL y la AMP Antonio Aguirre un comentario sobre la «hipersexualización», donde los individuos, no sujetos, están aliviados de «tener que producir ellos mismos sus sueños diurnos porque los encuentran ya hechos, ya soñados para ellos». A lo que Antonio profundizó «Las preguntas de los niños y los perversos», haciendo una correlación entre la caída del padre y la subida del goce fálico; trabajando también lo que llamó la investigación-acción de los niños; y, el saber-hacer-gozar del perverso y el discurso universitario. También destacó la importancia del análisis, el control y la formación teórica para los psicólogos y docentes que trabajan en los dispositivos.

En un auditorio con unas doscientas personas, con la activa participación de catedráticos, psicólogos graduados, profesionales de las ciencias sociales y estudiantes de distintas universidades, sostuvimos una conversación que hizo notar que se vuelven a poner en primer plano los asuntos atendidos por Freud en la época victoriana en torno a la existencia de la sexualidad infantil. Queda seguir trabajando sobre la labor de los maestros que no se aprovechan de su posición sino que se esfuerzan por dejarse enseñar cada vez y convocan a los chicos a salir de su encierro gozoso con los gatgets, orientándolos hacia la reserva de escabeles de la cultura. Queda por seguir produciendo demandas de interpretaciones que, contingentemente, puedan inconsistir, indemostrar, indecidir los dichos nefastos del Otro que forjan destinos de malvivir para los niños, apostando porque además, en adelante, esto pueda ser abordado en singular, a través de los síntomas relativos a la ausencia de relación sexual.

Participantes del Grupo de Investigación «Psicoanálisis Aplicado y Dispositivos de Control» y Adela Subía del CIEDD de la UCSG.


NOTAS

  1. Investigación anotada al Centro de Investigación y Docencia de Guayaquil y la Red de Psicoanálisis Aplicado.
  2. Según El Universo hubo 948 denuncias de delitos sexuales en el sistema educativo en los últimos 9 años.
  3. Además dijo que se requiere un presupuesto de 150 millones para más medidas de prevención.
  4. http://www.expreso.ec/opinion/cartas-de-lectores/organizaciones-sociales-rechazan-demanda-intimidatoria-contra-expreso-EH1867143
  5. http://www.elcomercio.com/tag/red-de-maestros-y-maestras-por-la-revolucion-educativa.
  6. http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/4/ministerio-de-educacion-disolvio-la-une
  7. https://www.eluniverso.com/noticias/2017/10/26/nota/6449611/prision-docente-caso-principito
  8. Vistazo, pág. 16. Aunque el código penal obliga a denunciar el delito a la Fiscalía, la Ley Orgánica de Educación Intercultural (2011) dice que la denuncia es en la Junta Distrital de la Resolución de Conflictos.
  9. Hoy hay 1800 docentes sin título en el sistema educativo público.
  10. Centro de Innovación Educativa y Desarrollo Docente de la misma Universidad.
  11. Ingresó así la institución en el 2011 y en el 2013 registró una licenciatura en Educación Física.
  12. En los celulares de los docentes arrestados se encontró pornografía infantil.
  13. http://laconversacion.net/2017/10/las-preguntas-de-los-ninos-y-los-perversos/
  14. Ver «La psiquiatría inglesa y la guerra».
  15. https://educacion.gob.ec/comision-interinstitucional-propone-acciones-contra-la-violencia-en-el-/
  16. https://educacion.gob.ec/mas-unidos-mas-protegidos/