Por María Fernanda Mina

Violencia de género: una investigación psicoanalítica.

En el contexto de las noches de los Observatorios de la FAPOL, los miembros del Observatorio «La violencia y las mujeres en América Latina» presentaron un estado de trabajo.

Marcelo Marotta, subrayó la tarea de los analistas que trabajan en instituciones en las que se responde por modalidades de trabajo en relación a la violencia para realizar una verdadera acción lacaniana. Aceptar significantes que no son propios del psicoanálisis, pero que están dispuestos a la sociedad, una de las tácticas para promover la conversación con otros discursos, difundir el psicoanálisis, y demostrar su efectividad.

Puntuó algunos principios de la política del psicoanálisis en las instituciones: *De nuestra posición de sujetos somos siempre responsables, que diluye el par víctima- victimario. *Atender a la singularidad del sujeto, vía el síntoma como modo de goce del inconsciente. Cuestionamos así las lógicas universalizantes. *Demostrar, a partir de la casuística, que la violencia se genera por el rechazo al goce femenino como goce deslocalizado. Comprometemos, de este modo, una respuesta a la forma de abordar la violencia de género cuando se la define como la violencia que se ejerce contra la mujer por el hecho mismo de ser mujer. *Proponer la discordia entre los sexos como un hecho estructural, a contra sentido de la búsqueda de una economía ideal de la sexualidad. *Inventar una interpretación ante la violencia que surge de algunas propuestas de las perspectivas de género.

Jorge Chamorro delineó una bisagra entre el trabajo del psicoanálisis y el del feminismo. Produjo una lectura acerca de la historia de la exclusión de la mujer hacia el movimiento de liberación femenina, situando algunos hitos: la reivindicación y el recurso jurídico que hizo a la defensa de sus derechos, el modo en que esta defensa introdujo al Otro jurídico, y sus efectos. Abrió el debate sobre los cruces entre los dispositivos que encarnan y quedan enmarcados en la ideología feminista y aquellos que, desde el psicoanálisis, se orientan por la interrogación de las identificaciones.

Gabriela Triveño situó cuestiones relativas a la legislación en nuestro país para introducir luego consideraciones sobre un dispositivo de trabajo de orientación psicoanalítica. El paradigma actual con el que se estudia y legisla la problemática de la violencia, considerada por la OMS como un problema sanitario, es el paradigma del género. En este marco, la violencia de género es estructural al sistema patriarcal, lo que la remite a la pareja heterosexual y sus distintos enfoques intentan deconstruir los patrones que se reproducen en el patriarcado. Este abordaje fue problematizado a partir de las consideraciones de Lacan acerca de la agresividad, como constitutiva del sujeto, diferenciada de la violencia, como pasaje al acto.

Cristina Lospennato, puntualizó un cambio de paradigma en un Subprograma de la Dirección General de la Mujer que comenzó a alojar a los hombres: del ser violento al acto violento. La distinción entre la culpa (a cernir por dispositivos correlativos a la justicia) y la responsabilidad, habilitó intervenciones que tienen como horizonte la singularidad.

Cecilia Varela, partió de una definición de los feminismos (denotando así una multiplicidad de perspectivas que coexisten en el movimiento) como una lucha para que la diferencia sexual no se convierta en desigualdad. De este modo, rescató que no plantea como horizonte la igualdad ni incumbe exclusivamente a las mujeres. Extrajo una serie de saberes feministas producidos para dar cuenta de los mecanismos de opresión y el modo en que diversas prácticas políticas intentan subvertir esto. Ordenó los debates feministas en tres ejes: *La articulación entre sexo (pensado como realidad biológica), género (como construcción cultural), sexualidad (que remite a la práctica sexual) y cuál de estas variables es acentuada. *El modo en que el género interactúa con otros sistemas de desigualdad social (por ejemplo: clase o raza). *Perspectivas diversas en relación a la sexualidad, caracterizadas por múltiples tensiones.

Para concluir, y abrir a una interesante conversación con el auditorio, señaló a la violencia de género como el modo en que contemporáneamente se habla de la opresión y consideró la importancia de la «concienciación», que en los años ´70 estaba ligada a la producción de cierta implicación de las mujeres en relación a las diversas formas de opresión en las que se encontraban y la producción de saberes acerca de aquello.